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El camino de herradura desde la ciudad de Orduña a la Peña de San Bartolomé

El camino de herradura desde la ciudad de Orduña a la Peña de San Bartolomé

En los Archivos Municipales de Orduña (hoy en el Archivo Foral de Bizkaia, en Bilbao) existe un documento titulado «Declaracion de Juan de Eganez sobre las calzadas y obras que Juan de Lençaran ha hecho para esta ciudad». Por escritura pública el «empedrador» Juan de Lençaran se había comprometido a empedrar la calzada «desde la puente del Prado hasta encima del camino y guía de la pena». Habiendo llegado a los responsables de la ciudad de Orduña la noticia de que mucho de lo empedrado era «obra falsa, mal hecha y edificada», contratan a Juan de Eganez, maestro empedrador y con experiencia de haber trabajado en la villa de Bilbao, para que vea las faltas y repare toda la calzada.

La vista comenzó el día 14 de agosto del año 1569, comenzando por lo alto de la peña, «cerca de San Bartolomé», revisando trozo por trozo de la antigua calzada que desde la peña de San Bartolomé, descendía a la ciudad de Orduña por Santa Lucía y por la venta Arbín.

El trayecto aquí señalado, uno de los primeros que se conocen para cruzar la Sierra Salvada, es el que vamos a seguir, comenzándolo al revés de como se hizo, es decir, desde la ciudad de Orduña a lo alto de la Peña. Es el viejo camino de herradura, abandonado hace más de trescientos años, al abrirse para carruajes la peña de Goldetxo, allá por el año 1681. Como veremos, muchos de los nombres y algunas construcciones aun permanecen en pie, así como pequeños vestigios de aquel duro sendero; sin embargo, la mayoría de los restos solo los conocemos por los papeles y unos menos por el recuerdo. No decimos que fuera el primer sendero que comunicara la alta sierra con el Valle de Arrastaria y Orduña, pero sí fue anterior al que ascendía por el portillo de Goldetxo y, naturalmente, anterior al conocido «Puerto de Orduña», abierto para carros y carruajes en 1792, ya que conocemos su existencia al menos desde el siglo XV.

La ciudad de Orduña, lugar de partida

El punto de partida de nuestra ruta es la ciudad de Orduña (también llamada Urduña). Situada junto al rio Nervión, al pie de senderos y rutas que comunicaban la Meseta castellana con los puertos del Cantábrico, ocupa un lugar estratégico que desde el primer momento determino su andar historico, gozando de importantes ferias y mercados por San Miguel y Ocho Mayo, mercados que se celebraban en los pórticos de la plaza. Fruto de aquel prospero pasado es el edificio de la aduana, hoy en plena transformación, de cuando Orduña actuaba como puerto seco.

  • De Orduña al Puente de La Torre

Nos ponemos en camino hacia el sur, rumbo a la Meseta castellana o, como se leía en los viejos mapas, a la «Salida de la peña para Castilla»; no en vano la peña del Txarlazo domina la plaza y la ciudad toda, desde la altura. (No nos suena raro que la calle que vamos andando reciba el nombre de Calle Burgos y que su trazado, algo arqueado, vaya de norte a sur, hacia Castilla).

Casi al final de la calle, a la izquierda, estaba la ermita de San Julián y el beaterio del mismo nombre, cuyas frailas o beatas, se trasladaron luego fuera de las murallas, al convento de Santa Clara, adoptando la regla monástica de las clarisas. Daba la ermita nombre a la puerta que cerraba la ciudad por la parte sur, puerta de San Julián, también conocida como «puerta del Sol», sin duda por estar orientada al sur.

Estamos en lo que eran los arrabales, fuera de la ciudad. Cuentan los viejos papeles que en este lugar había varias fraguas o herrerías y que, al parecer, aquí comenzó el terrible incendio que asolo Orduña el año 1535, en plena feria. Años después el Ayuntamiento compro los terrenos para que levantaran los franciscanos un convento en el que residieron hasta la primera guerra carlista, en 1834, reconvertido luego en hospital y hoy en residencia de ancianos.

Pasado el colegio público, no tardamos en llegar a la ermita del Buen Suceso, conocida antes del s. XVII como de San Sebastián, Iugar donde la ciudad rendía culto a San Roque, por un voto que hizo al Santo como da fe una piedra grabada en el frontis: «Orduña: 400 años suplicando la protección de San Roque, 1597-1997».

Poco más adelante, un cuidado monumento nos recuerda donde estaba la cadena y se cobraba el portazgo antes de entrar en la ciudad. Frente a nosotros, solitaria, como abandonada, la plaza de toros de Orduña inaugurada el año 1913. Metros antes de llegar, al borde de la antigua carretera, queda en pie un leguario que aun recuerda a los viajeros que transitan delante de el que de aquí a Bilbao restan siete leguas de camino.

Cuando llevamos quince minutos de camino, en la curva, antes de torcer hacia el campo de futbol, tomamos un camino carreteril que arranca hacia el sur, entre prados defendidos por alambradas sujetas en traviesas de ferrocarril. Es el «Camino viejo», como le conocen en Orduña, la «vieja calzada» de herradura que nos hemos propuesto seguir y que, tras perder la brea, en piso de dura tierra, lleva en algo mas de cinco minutos a la carretera, junto al bar-restaurante «San Cristóbal», desembocando justo en la muga que separa Bizkaia de Álava, en el Valle de Arrastaria y donde antaño desembocaba el «camino que baxan de San Xpristobal», como dicen los papeles de 1569. Y es que, poco más arriba, en la ladera del monte, estaba la ermita o iglesia de San Cristóbal, cuyo titular se trasladó luego al pueblo de Tertanga.

Cruzamos la carretera Bilbao-Pancorbo, la A-2625, acercándonos a un mojón fronterizo entre Orduña y Arrastaria y, tras andar poco más de cien pasos, llegamos al rio que baja de Tertanga y cuyo cauce se cruzaba por el puente de La Torre: «cerca de la senda que baxan de Tertanga a la puente de la Torre y viene a pegar con la calzada vieja que viene a juntar con la dicha puente de la Torre». Hoy el puente no existe y cruzamos el maloliente arroyo como podemos, constatando que en la margen derecha quedan restos del viejo puente: un pequeño muro de piedras agarradas con argamasa, apoyado en una desnuda lastra del cauce.

  • Del puente de La Torre a la Peña Vieja de San Bartolomé

Diez minutos tardamos en cruzar los prados y, ya junto al arroyo Lugorri, llegamos a la vía férrea, cuyo ingenioso trazado para salvar el gran desnivel que hay desde Orduña hasta Izarra se debe al ingeniero M. Vignolles, que ejecuto la obra el año 1863.

Siguiendo junto al arroyo, cubierto de maleza en este trazo, en cuatro minutos llegamos a un camino de la parcelaria.

A partir de aquí es difícil seguir la ruta propuesta, pues es terreno privado y casi todo el rodeado de alambradas. Empeñados en rehacer el antiguo camino de herradura, tomamos la linde de un campo cubierto de alfalfa, aprovechando que en esta época no haya vacas ni ovejas pastando.

Nos han dicho que por aquí, siguiendo el pequeño arroyo de Lugorri, remontando la margen izquierda, iba la «estrada Ezkura», la vieja calzada empedrada. Hoy todo es campa, ancha campa, y no hay rastro alguno de que hubiera camino. Todo desapareció cuando se hizo la parcelaria en estas tierras del Valle de Arrastaria, hacia los años ochenta.

Tras quince minutos llegamos a la venta Narbin o Arbin, convertida hoy en caserío dedicado a la cría de ovejas y vacas, vacas que viven la trashumancia de altura, subiendo a los pastos de altura en el Monte Santiago, donde el río, antes de ser conocido como Nervión recibe el nombre de Ebana, poco antes de salir de las fuentes de Urieta, donde nace. Gracias a esta trashumancia anual sierra arriba, sierra abajo, se mantienen en uso estos viejos caminos y sendas, quedando para la historia aquellos de «…aderezar todos los pasos de la calzada, hasta la venta (de Narbin) y debajo de ella».

En dirección sur, cruzamos un barrizal y saltamos como podemos el arroyo que, de aquí a la cabecera, recibe el nombre de La Andubia . Bajo un añejo robledal, ascendemos llevando a la izquierda una pradera. A medida que vamos ganando altura, entremezcladas con quejigos, van apareciendo hayas, algunas de ellas de hermoso porte, y con las ramas cuajadas por el mucho sobe que han tenido este año. Ya con un pequeño valle a nuestra izquierda, avanzamos por la ladera este de la montaña, teniendo sobre nosotros el pico Hornil, en Sierra Salvada Baja, pico que hace de mojonera entre las jurisdicciones de Tertanga y Délica. A nuestra izquierda, diez metros más abajo, un sendero, en ocasiones marcando un profundo surco, lleva nuestra misma dirección y hace de parapeto a las grandes piedras que se desprenden de lo alto, por la acción del agua y del hielo.

  • Condiciones del Concejo para los arriendos

Llevamos cinco minutos de ruta cuando llegamos a la fuente del Haya que cuenta con bebedero, («cocino» les llamaban los antepasados). Aprovechamos para refrescarnos y en pocos minutos, rumbo este, cruzamos una cerca y coronamos el somo , sospechando que la ermita de Santa Lucia pudiera haber estado asentada sobre la cima de este panzudo montículo; sospechas que vienen reforzadas por el topónimo que recibe este paraje y por un retazo de muro y los restos de teja y cascote que , en abundancia, se encuentran espaciados por los alrededores. A la memoria nos vienen las condiciones que el Concejo ponía a quien arrendaba la guía del puerto de San Bartolomé : «…que sepa que ha de guardar la dicha penna de Santa Luzia fasta Corcora en todo el dicho anno en los dias de domingo y en las tres pascuas del anno».

Mas aun, por el documento que hemos citado sabemos que el camino que estamos siguiendo era transitado por peregrinos que iban a Santiago de Compostela «…que no coja guia de ningún clerigo que vaya de romeria a Santiago». Que no debía ser ocasional el tránsito de peregrinos compostelanos, nos lo da a entender que el contrato era anual, es decir que debía ser algo normal y cotidiano. Lo que decimos viene refrendado por la existencia, en lo alto de la sierra, de un monasterio dedicado a Santiago, de cuya existencia se tienen noticias ya en el año 1075, cuando aparece citado en el Cartulario de San Millán de la Cogolla como «Sancti lacobi (Santiago) monasterio de Langreiz», nombre que se ha extendido a todo el contorno, conocido hoy como Monte Santiago, declarado Monumento Nacional por la Junta de Castilla y León el año 1996.

Pasando entre endrinos y chaparros espinos albar, comenzamos a remontar la fuerte pendiente en rápidos zig-zags, salvando en unos minutos una considerable altura. Cuando desaparecen casi por completo los raquíticos arbolitos, tomamos hacia la izquierda, rumbo al sur, llevando en lo alto las ruinas de lo que fue una venta, la del Hornillo (como el pico), más conocida por la «Venta el Hambre», por las muchas angustias que pasaban los que en ella se hospedaban, cuando estaban obligados a detenerse durante varios días, al ser sorprendidos por fuertes nevadas, más que frecuentes en estas alturas durante el invierno.

Vamos siguiendo un pisado sendero, con el portillo de Valle Txanzo frente a nosotros y el ruido, ya sentido, de los coches que rugen en lo alto, a nuestra derecha, subiendo y bajando el puerto. Llevamos hora y cuarenta minutos cuando el camino se ensancha y llegamos a un pequeño rellano sombreado por quejigos, arces y fresnos, desnudos en hojas en estos primeros días de la primavera.

Sobre nosotros, hacia el suroeste, en lo alto, vemos lo que debe ser el «portillo» o boquete de la Peña, como aparece en escritos.

Comenzamos de nuevo una breve pero rápida ascensión en zigzags y, en cosa de diez minutos, tras pasar sobre un pedregal, llegamos a lo alto del puerto o Peña de San Bartolomé, saliendo justo en la línea de separación de Álava y Burgos, en el punto kilométrico 344 de la A-2625, cuando se cumplen dos horas menos diez minutos desde que hemos salido de la plaza de Orduña.

Historias que merecerían otro capítulo

Por los escritos que hemos leído, creemos que en este mismo punto estaba la «hermita inmemorial de San Bartolomé», un terreno privativo de la ciudad de Orduña y del pueblo de Villalba y en cuyo recinto, rodeado por trece mojones, podía entrar el alcalde de Orduña con vara alta el 24 de agosto, festividad de San Bartolomé, día que también subía un sacerdote de la iglesia de Santa María de Orduña a celebrar misa, para festejar al santo. Para la fecha de 1739 ya estaba derruida la ermita.

Cuentan los libros que, cuando el año 1772 se abrió la actual carretera, en recuerdo de la ermita que había habido, se proyectó colocar en lo alto del puerto una imagen de San Bartolomé y otra de San Rafael, pero no llegó a llevarse a efecto.

A partir del puerto , el camino se dividía en dos ramales principales: uno, hacia el suroeste, remontaba a la «Cuesta de la Horca» (probablemente en algún momento hubo aquí una horca, al igual que había en la parte norte de Orduña, junto al puente de Menditxueta, en la Muera) y, por Oyalarte, se acercaba al pozo de El Cortón, camino del monasterio de Santiago, hacia Corcuera, en busca del Valle de Cuartango y del río Bayas; el otro ramal, dirección sur, iba descendiendo suavemente hacia Murita, camino de Berberana, en busca del Ebro y del desfiladero de Pancorbo, ya en Castilla, era «el camino real». Pero estas historias serian merecedoras de otro artículo…

Nota: En la actualidad, es mejor no seguir el camino relatado entre el puente de La Torre y la Venta Arbin. Es preferible remontar la carretera y, a poco de andar cuatrocientos metros arriba del Km 349, tomar un camino carreteril que sale a la izquierda. Desde la muga entre Orduña y Arrastaria, hay dos kilometros exactos.

Salvador Velilla

www. Pyrenaica.com

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