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Délica

Délica

HDR tonemappedCuando en 1257 se relacionaban las parroquias de la diócesos de Calahorra en la carta del obispo Aznar, figuraba la de «Odélica» en primer término junto a las de «Urruno, Tertanga, Aloria, Artómaña y Arbietu», sin duda por ser la principal entre todas las del valle de Arrastaria; Berracarán, en cambio, que al quedar convertida en ermita se encontrarí­a siempre dentro del cuidado pastoral y la jurisdicción de Delika, aparece entre las iglesias de Urcabustáiz en la referida carta de Don Jerónimo Aznar.

La primací­a de Delika sobre las restantes iglesias de Arrastaria se acusa documentalmente en siglos posteriores. Así­ cuando en 1321 pleiteaban las iglesias del valle con el cabildo de Armentia, sobre la participación de esta Colegiata en los diezmos de vino, uvas, manzanas y sidra, figuraban en Delika siete clérigos servidores de su iglesia de Santa Marí­a, tres en Artómaña, otros tres en Tertanga, dos en Aloria y uno en Arbieto. El mismo número de clérigos, cinco con beneficio entero y dos con medio, se registraba en la visita pastoral del Licenciado Martí­n Gil en 1556; los beneficios de Delika eran entonces ricos, ya que cobraban en conjunto, 87 fanegas de trigo, 2 1/2 de cebada, 4 1/2 de avena, media fanega de lentejas, 2 de minucias, 2 1/2 de manzanas, 15 corderos, 410 cántaras de vino y 5.012 marevedí­es en dinero, según datos conservados en la relación de rentas y frutos decimales percibidos entre 1542 y 1545. En este documento se aprecia también la superioridad económica de la fábrica de la parroquia de Delika sobre las restantes del valle; se comprueba en él, asimismo, que la iglesia de Berracarán se encontraba incorporada ya a Delika, porque en las cuentas de los frutos de la parroquia «La Casa de Eguí­luz», patrona de Santiago de Berracarán, percibí­a cuatro fanegas y media de trigo, una carga de manzanas, catorce cántaras de vino, un cordero, una fanega de minucia y 42 maravedí­s y medio en dinero.

La parroquia de Delika, en cambio, estaba libre de todo patronato. Según declaraban los beneficiados poco antes de mediar el siglo XVI, no habí­a en ella «otro patrono fasta el dí­a de oy salvo los siete beneficiados» que «son patronos para presentar cualquier vacaí§ion que se ofrece»; manifestaban también que «las obras se hacen de la renta que tiene la iglesia de rentas y heredades y de limosnas de los fieles». La iglesia de Delika, como se verá al describirla, era desde el medievo una parroquia rica en recursos con una feligresí­a acomodada, a juzgar por los diezmos que aportaba y por los clérigos que podí­a mantener. El número de siete beneficios continuaba a fines del siglo XVIII; al mediar el siglo XIX eran seis.

Delika, cabeza del Ayuntamiento de Arrastaria hasta su reciente incorporación a Amurrio, fue también el centro histórico del valle. Así­, en 19 de abril de 1380, después de que Don Fernán Pérez de Ayala habí­a conseguido, en pleito con Orduña, el reconocimiento del señorí­o de su Casa sobre las aldeas de Arrastaria, acudí­a a la iglesia de Delika, siendo ya fraile dominico, a jurar los fueros de los vecinos del valle y a tomar posesión de este territorio, de importancia vital para los Ayalas, señores de las tierras de Ayala, Cuartango y Urcabustáiz, todas limí­trofes con Arrastaria. Don Fernán llegó a «Santa Marí­a de Odélica» donde se encontraban los concejos y hombres buenos de las aldeas del valle, reunidos «a campana repicada», según «el uso e costumbre de se ayuntar» junto a la iglesia. Allí­ confirmaba Don Fernán a los moradores de Arrastaria «en todo el tpo del mundo, todos los fueros, usos e libertades e franquezas que ovieron en tpos pasados, antes que los del dho lugar de Orduña los tomasen en su poder» y encargaba a su hijo Don pedro López de Ayala, el que después serí­a Canciller mayor, y a sus sucesores que guardasen dichos fueros y franquicias. Poco después Don Pedro reafirmaba su posesión sobre el valle erigiendo una torre en Delika, como núcleo principal de Arrastaria, tras de una nueva querella con orduña sobre la posesión de Delika, Tertanga, Zamarro, Artómaña y Arbieto, ganada el 19 de mayo de 1391.

El hijo y el nieto del Canciller continuaron poseyendo estos territorios y sus aldeas y, salido el mayorazgo del apellido Ayala, pasaron asimismo a Don Garcí­a de Ayala y Herrera, prohijado por su tí­o Don Pedro López de Ayala homónimo y nieto del Canciller. El Mariscal Don Garcí­a habí­a recibido además del rey Enrique IV en 1475 los oficios de justicia de Orduña por su vida; y los de Arrastaria lo reconocí­an como el «virtuoso y magní­fico señor, nuestro señor el mariscal Don Garcí­a, señor de Ayala». El hijo del Mariscal, el que después serí­a el principal comunero del Paí­s Vasco, Don Pedro López de Ayala, acudí­a también el 23 de noviembre de 1485 «al campo de Arrastaria», seguramente en Delika, a jurar los fueros de los vecinos del valle y «por los ber e conoscer como e a suyos e a sus naturales». Pronto comzaron, sin embargo, las diferencias del nuevo señor de Ayala con sus vasallos de Arrastaria sobre el cobro de alcabalas y otros litigios, tan graves que requirieron el amparo real para los vecinos del valle en 1487; pero en el reinado de Carlos I las cosas iban a experimentar un nuebo giro: Don Pedro López de Ayala, Conde de Salvatierra y señor de Ayala, puntal de la lucha comunera en tierras de ílava, iba a quedar totalmente derrotado en la Llanada Alavesa el 19 de abril de 1521 y, desposeí­do de sus territorios por decisión real, perderí­a también el valle de Arrastaria, del que tomaba posesión en nombre del rey el 2 de mayo de 1521 Don Sancho de Leguizamón.

Murió Don Pedro, encarcelado en Burgos, en 1524; y en 1525 comenzaba la devolución de los territorios y señorí­os de los Ayalas, entre ellos el valle de Arrastaria, al hijo del comunero y sucesor en el mayorazgo de su Casa Don Atanasio de Ayala. Los concejos y los vecinos de los territorios confiscados por la Corona durante cuatro años, llevaron de mal grado su vuelta al vasallaje y su sometimiento otra vez al señorí­o jurisdiccional de los Ayalas, manteniendo pleitos continuos contra el ejercicio del mismo las prerrogativas de su nuevo señor. Arrastaria no fue una excepción: dos cédulas reales dirigidas a los vecinos del valle en 1532 y 1534 hacen referencia a sus pleitos con Don Atanasio acerca de las libertades de los habitantes del territorio y la jurisdicción sobre el valle, autorizando el rey a los vecinos de Arrastaria los repartos necesarios para costear los pleitos incoados. Por otra parte, también el rey Don Carlos I amparaba en 1536 a los habitantes del valle en la venta de casas a los vecinos de Orduña –posiblemente a raí­z del incendio de la ciudad–, ventas que Don Atanasio trataba de impedir, y el mismo Emperador proveí­a en dicho año sobre los nombramientos del alcalde y merino hechos por el señor de Ayala y vetados por la Junta de Arrastaria. Por último, en varias ocasiones se dirigí­a el rey a Don Atanasio interviniendo en las cuestiones que sostení­a con los vecinos del valle; así­ en 1554 le pedí­a la urgente remisión de ciertas «residencias» tomadas a los alcaldes y oficiales de Arrastaria por su administrador en el señorí­o, juicios de residencia sobre los que existí­an quejas contra Don Atanasio documentadas en Delika desde 1533.

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