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Muralla de Orduña

Muralla de Orduña

El recinto amurallado de Orduña

El 10 de marzo de 2019 tuve la oportunidad de compartir una larga e interesante charla con Jesús («Txetxu») Lambarri Ugarte, buen historiador y re­copilador de todo tipo de informaciones sobre su querida Ciudad de Orduña. Vino acompañado de una voluminosa carpeta -una de las más de 130 que atesora en su casa- repleta de textos de diferente procedencia: recortes de prensa, artículos de revis­tas, informes arqueológicos… Pero lo más fascinante fue una serie de fotografías antiguas, muy poco conocidas, y hasta donde yo sé, algunas verdade­ramente inéditas, nunca publicadas hasta la fecha. El señor Lambarri pudo hacerse con ellas mediante compra, a través de una afanosa búsqueda. El cotejo detenido de esas imágenes (cuya publicación ahora se debe a la amabilidad y permiso de su propietario), la larga charla con este y la comparación posterior con mis propias investigaciones, deparó en este artículo, en el que se confirman, pero también se rectifican, algunas de las afirmaciones que vertí en mi reciente libro La muralla de la Ciudad de Orduña. Vayamos con esas correcciones, que considero necesarias para el mejor conocimiento del sistema fortificado de esta bonita población.

Comencemos por la Foto 1. Parece ser de prin­cipios del siglo XX; en todo caso posterior a 1912, que es cuando el Colegio de Segunda Enseñanza «Nuestra Señora La Antigua» (antiguo de jesuitas), empezó a hacer todos estos edificios que se ven a la izquierda y en el centro.

La foto, que al principio creía yo sacada desde extramuros, está realizada desde intramuros, en concreto desde el patio de recreo del Colegio, donde antaño se ubicaran las defensas bajas del castillo de Orduña. A la derecha puede verse la tapia que sepa­raba el patio de la calle Carnicería, la cual se insinúa al extremo derecho. El frontón queda también a la derecha, pero más centrado en la imagen. Así que el muro presuntamente medieval que hoy podemos ver en la calle Carnicería, no se ve en la foto, pero seguiría la línea de la tapia de poca altura que vemos abajo a la derecha. El frontón, donde jugaban los aficionados, en buena lógica, estaba a la parte de dentro del muro medieval, muro donde hoy quedan restos de lo que pudiera haber sido la Puerta de los Carros (en esta lógica, quizá por su obviedad, no incidí en mi libro, cosa que debiera haber hecho, pues no tiene sentido que la gente se ponga a jugar a la pelota obstaculizando el paso de una calle). Esta fotografía, en fin, induce a plantearme si los sillares de piedra caliza que hoy se pueden ver en la antigua barbacana baja del castillo, (el muro usado como frontón), no serían sino simplemente los que formaban la esquina del frontón, que giraba 90 grados para dar comienzo al muro alto que se ve en la foto. Es decir, serían los típicos sillares esquineros que vemos en cualquier edificio.

Txetxu Lambarri tiene su propia teoría al respecto, si bien admite que sólo el cotejo detenido de los pa­ramentos del frontón y una excavación arqueológica podría confirmar o desmentir: según su propuesta, la muralla baja o barbacana del castillo, sería efectivamente el muro que, con muchas reformas, aún podemos ver en la parte alta de la calle Carnicería. Pero no sólo sería medieval este muro, sino también el que hacía es­cuadra con él, conformando el otro frontis del juego de pelota. Para Lambarri, la barbacana del castillo no seguía en línea recta por la calle Carnicería hasta llegar al Portal de don Iñigo: la citada barbacana, después de girar 90 grados hacia el Sur (el frontis principal al cual nos hemos referido), después de unos metros volvía a girar hacia el Este, transcurriendo más o menos por la fachada del edificio alargado de la Foto 2, hasta llegar al postigo conocido como Portal Oscuro. Sobre una imagen aérea de la Foto 2, hemos marcado el presunto transcurso de la barbacana del castillo, según hipótesis de Lambarri.

Ayudaría a ubicar este muro la Foto 2B, efectuada por el propio Txetxu Lambarri en 1962. En ella, a la derecha y junto a unos pabellones construidos por los jesuitas, vemos una rampa de piedra que sube a otros pabellones superiores. El señor Lambarri plantea la hipótesis -e insiste que sólo como hipó­tesis, pues sin una excavación arqueológica poco se puede afirmar- que esta rampa, por su ubicación, quizá forme parte de la barbacana baja del castillo. Hoy este muro es casi inapreciable debido a las obras modernas efectuadas en los patios traseros del Colegio.

Así pues, si en mi libro planteaba la hipótesis de que la fila vertical de sillares calizos que hoy vemos en el muro de la calle Carnicería, podrían ser los restos de la Puerta de los Carros, hoy no estoy tan seguro: como digo, bien podrían ser los sillares esquineros que hacían que la muralla girara 90 grados, transcurriendo lue­go hacia el sur, es decir, hacia el montículo del castillo. Quede constancia no obstante que no se puede desechar del todo la teoría expuesta en mi publicación, pues lo cierto es que la documentación antigua, sobre todo la del siglo XVIII, sitúa con relativa precisión la Puerta de los Carros en este punto de la citada calle (el portal recibía este nombre debido a los carros que subían cargados de nieve hasta la nevera del castillo, y que bajaban cargados de leña proveniente de los muchos árboles que se erigían en este solar).

La Foto 3 es realmente interesante. Nos ofrece una vista muy nítida del Portal de Don Iñigo o de Santa Marina desde intramuros. Podemos observar con precisión su recia pero hermosa tipología. Resulta una imagen mucho más nítida que las conocidas fotogra­fías del jesuita P. Simón. Su data es anterior a septiembre de 1912, fecha del derribo de este portal.

La Foto 4 por su parte, aunque poco cono­cida, no es inédita: de hecho, puede verse en el Archivo Multimedia de Eusko-Ikaskuntza con el número de registro 002846. Pertenece al laboratorio de fotografía Lux, si bien como digo, esta que pre­sentamos la he sacado de un cliché del original propiedad del señor Lambarri. Nos presenta desde intramuros una vista general del mismo Portal de Don Íñigo, junto al palacio de los Ortés de Velasco. La imagen es menos nítida que la anterior, pero observamos el portal entero, y el mal estado de conservación en el que se encontraba, con su parte alta toda llena de hiedra. La fecha de la fotografía es, como ya se dijo, anterior a septiembre de 1912.

La Foto 5 está sacada desde extra­muros, y en ella podemos ver las viejas casas que conformaban el barrio de las Adoberías, actualmente sustituidas por edificios modernos. Frente a aquellas, imponente, el ábside de la iglesia de Santa María, y a la izquierda un largo paño de muralla que cerraba la calle Hierro, muro hoy desapareci­do. En el extremo izquierdo de la ima­gen vemos el Portal de Don Íñigo, en buena parte lleno de vegetación. Por la vestimenta de los individuos que aparecen, el cliché debió efectuarse a finales del siglo XIX. En todo caso es anterior al 28 de octubre de 1904, que es cuando se construye el monumen­to en hormigón armado dedicado a la Virgen de la Antigua, en lo más alto del monte Txarlazo, monumento que no aparece en la imagen.

La Foto 6, muy parecida a la anterior, nos ofrece una vista más completa del ábside parroquial, y más nítida, la muralla que arranca del mismo y se dirigía al Portal de Don Íñigo.

Como la Foto 5, ésta también es anterior a 1904, pues como dijimos, ese es el año en que se construye el monumento a la Virgen de la Antigua en lo más alto del Pico Txarlazo, el cual se aprecia en la imagen aún sin el referido monumento. Merece por cierto destacarse los emparrados o viñedos que se ven en primer plano, pues Orduña tuvo hasta el siglo XIX una industria vinícola mucho más im­portante de lo que se pueda pensar en un principio. De hecho, esta industria llegó a estar íntimamente relacionada con el cerramiento y apertura de las puertas de la muralla, tal como indico en mi libro.

La Foto 7 tiene también su indu­dable interés: la muralla que partía del ábside de la iglesia ya ha sido derribada, junto con el molino que se adosaba a ella. Sabemos que este de­rribo sucedió en 1912, y que la fábrica de boinas -edificio aún existente- que se erigió en su lugar se hizo casi inme­diatamente después, hacia 1913-14. Dado que dicho edificio aún no existe en la fotografía, la imagen debió to­marse a finales de 1912 o en 1913. En ella podemos apreciar parte de la muralla que arranca de la parroquia de Santa María, y adosados a aquella, en la parte baja, los restos del citado molino.

La Foto 8 fue efectuada por Txetxu Lambarri en 2008, con motivo de unas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el interior del baluarte de la iglesia en dicho año. Vemos claramente la inflexión que realiza la muralla en este punto, el más cercano a la Plazuela de Santa María. Parece corresponder a lo que bien pudiera ser una cuarta torre de este recinto defensivo, torre que no ha sido citada por ningún historiador, que sepamos. Esta probable cuarta torre tendría su razón de ser, ya que daría simetría al baluarte, al tener éste de ese modo un torreón en cada esquina, cuatro en total. Pero además, es posible que tengamos la confirmación documental de su existencia. Tal como relato en mi libro sobre la cerca orduñesa, página 151, en 1592 se ordena construir un campanario provisional de madera sobre una torre de la muralla, torre que se sitúa frente a la entrada prin­cipal de la iglesia de Santa María. Pues bien, las Cuentas de ese año anotan un gasto de 24.863 maravedís «que se gastaron en mudar el campanario de encima de la entrada de la puerta principal de Santa María a la torre de la muralla allí junto». Y esta presunta cuarta torre, cae precisamente en esa ubicación. Lamentablemente, no puedo tener la certeza ab­soluta de la hipótesis que planteo, pues esta torre está literalmente desaparecida hacia afuera; es decir, la línea de muralla sigue recta y sin salientes de ningún tipo hacia extramuros. No obstante, en el lugar donde debería existir esta probable torre, hacia extramuros, apreciamos un ligero reboto, que parece evidenciar una obra en este punto; ¿se derribó en algún momento la parte exterior de la torre? Y si es así, ¿fue esta sobre la que se erigió un campanario provisional de madera, hasta que se construyó el actual de la parroquia? Por último, decir que lo que queda de este torreón hacia intramuros, hoy es difícilmente apreciable, por estar el lugar lleno de vegetación.

Seguimos con la Foto 9, realizada igualmente por Txetxu Lambarri en 2008. Es importante, por cuanto en mi libro de la muralla de Orduña afirmaba que la capilla-sacristía construida por los Ortés de Velasco a partir de 1585, es el enorme adosado de buena sillería caliza que hoy vemos a la izquierda del ábside, según lo miramos de frente. Lambarri sin embargo, afirma que tal afirmación es un error (si bien yo mostraba mis propias dudas respecto a mi hipótesis), y que la capilla de los Ortés de Velasco es la de la imagen, precisamente al lado contrario de lo afirmado por mí. Preciso es consignarlo aquí.

Pero además, hay un par de detalles importantes de los que no me apercibí cuando visité el lugar en 2017. Primero, podemos apreciar que la torre original del siglo XIII fue radicalmente desmochada a unos tres metros de altura, a fin de construir so­bre ella un nuevo cuerpo, igualmente torreado. La diferencia entre la labra de los mampuestos -más toscos en la parte baja, más elaborados en la parte nueva- evidencia la anteroposteridad de los dos cuerpos. Probablemente esta torre se destacaba más en origen, pero tras su reforma, es práctica­mente inapreciable desde extramuros.

Lo segundo en lo que hemos de fijarnos es en un vano rebajado en el centro de la foto. Ignoro si tenía como función dar salida al baluarte, y por lo tanto a algún enterramiento que los Velasco pudieran tener en el lugar (lo cierto es que la documentación nos dice que este espacio fue usado como osario desde la segunda mitad del siglo XVI), o fue simplemente un vano de iluminación de la capilla. En cualquier caso las ampliaciones que con posterioridad sufrió la iglesia por este lado, han transformado en sumo grado la morfología original de la zona.

Para acabar con el presente artículo, merece la pena echar un vistazo al papel que jugó el baluar­te de la iglesia durante la guerra civil de 1936-39. Durante este conflicto, los republicanos de Orduña hicieron un par de butrones o agujeros en esta zona, a saber: uno en la base de la torre noroeste, y otro en la base de la muralla entre la antedicha torre y la torre noreste. El objetivo de esos butrones era hora­dar túneles en el interior de la misma muralla, a fin de facilitar su comunicación más o menos oculta con el exterior. Pero al realizar dichos agujeros, empe­zaron a aparecer huesos humanos en alto número; los republicanos, probablemente nacionalistas con fuertes creencias religiosas, decidieron «respetar el descanso de los muertos» y no continuar con las perforaciones. Tales agujeros como digo, aún hoy son visibles.

Otra «huella» del conflic­to armado la tenemos en lo más alto de la esquina sureste de la torre noreste (la que da a Tras Santiago y al antiguo barrio de Adoberías): su remate está literalmente destrozado. Esto se debe a un cañona­zo que fue lanzado por los nacionales desde el pico Campillo de Bagate, en el término de Unza, cerca de Orduña pero ya en territo­rio alavés. Este curioso dato es totalmente fiable, pues le fue transmitido a Txetxu Lambarri tanto por su padre como por su tío.

En fin, espero que estos datos y estas fotografías, en buena parte unos y otras inéditas, sirvan para complementar o rectificar algunas de las informacio­nes vertidas en mi libro, y acrecentar el conocimiento de la bonita Ciudad de Orduña.

 

Tomado de AZTARNA

Aitor González Gato

 

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