Arrastaria (Nuevos Documentos)
DOCUMENTOS PERDIDOS DE LA JUNTA Y HERMANDAD DEL VALLE DE ARRASTARIA Y DE SU CAPITAL, EL CONCEJO DE DÉLICA (ÁLAVA): ASPECTOS SOBRE SU LOCALIZACIÓN Y OTRAS CUESTIONES SOBRE EL PATRIMONIO
Hace ya algunos años que el desaparecido sacerdote zuhatzarra, Félix Murga, daba a conocer en estas mismas páginas la existencia de doce documentos pertenecientes a la antigua Junta y Hermandad del Valle de Arrastaria, a los que añadía dos, referentes a su capital, el concejo de Délica.
En concreto, fue en el nº 5 de esta misma revista etnográfica Aztarna, publicado en septiembre de 1997, donde daba la noticia. En él, además de enumerar sucintamente el contenido de cada uno de los documentos, el sacerdote se preguntaba sobre el paradero y la ubicación de los mismos, reivindicando a su vez como depósito para ellos
el archivo municipal del Ayuntamiento de Amurrio, pues a este municipio le correspondería esa función al integrarse en él el antiguo y desaparecido municipio de Arrastaria.
Han pasado varios años desde que se diera a conocer tan interesante e importante noticia documentalista, no siendo hasta el año 2005 en que, por un lado el ayuntamiento de Amurrio y, por otro, la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza, firman un convenio de cooperación y colaboración en aspectos culturales referentes a la villa y, por extensión, a su municipio. Y es en este convenio donde se enmarca la convocatoria de una beca que va a tener como objetivo la búsqueda y, si fuera posible, el hallazgo y la localización de, precisamente, los documentos que Félix Murga señalaba en su artículo ya citado.
Esta Beca de Localización fue concedida a quien este artículo informativo -pues ese es el contenido de estas líneas, informar sobre el proceso de localización de la documentación en cuestión.
Nombráronme, además, como director de beca, al documentalista vitoriano J. R. Cuesta, con el cual he llevado a cabo todo el proceso de investigación y localización de los testimonios. Nos basamos para ello en tres fuentes de investigación, a saber: 1) fuentes bibliográficas; 2) fuentes archivísticas; y 3) fuentes orales.
Como no podía ser de otra manera, y antes de empezar siempre una investigación, se ha de consultar y leer todo lo referente al tema que se está investigando. En nuestro caso concreto eran pocas, pero de cierta importancia, las fuentes bibliográficas pues nos ponía, alguna de ellas, sobre la pista para la posible localización del corpus documental perdido. En concreto, y de obligada consulta, fue el ya mencionado artículo de F. Murga titulado «12 importantes documentos de y para la historia de Arrastaria» (Aztarna, nº 5, pp. 17-18, Amurrio, sep. 1997), además del tomo VI del Catálogo Monumental de la Diócesis de Vitoria, de la recientemente desaparecida investigadora, maestra de historiadores, la alavesa Micaela J. Portilla, Vertientes Cantábricas del Noroeste Alavés. La Ciudad de Orduña y sus aldeas (Vitoria-Gasteiz, 1988), entre otras obras, como el Catálogo del Archivo General de Simancas. Registro General del Sello (vol. X, Valladolid, 1967) de Concepción ílvarez y Amalia Prieto, y el Catálogo de los Fondos Documentales del Archivo Histórico de la Tierra de Ayala, de Clara Uriarte (mecanografiado, 1981).
Es, sin embargo, la segunda vía de investigación la más importante y la que en realidad se constituye en el centro de nuestras pesquisas, pues es en los archivos donde por fuerza se han de ubicar los documentos que buscábamos. Y empezamos nuestra búsqueda archivística por el archivo del municipio donde, en teoría, se tendrían que ubicar, al ser aquél el depositario de la documentación arrastariense en el momento en que éste entra a formar parte del municipio de Amurrio.
Efectivamente, comenzamos por el Archivo Municipal de Amurrio, y el comienzo no pudo ser mejor. A los pocos minutos de iniciada la búsqueda damos con el paradero de doce de los catorce documentos que mencionaba F. Murga en su artículo. Diez eran pertenecientes a la antigua Junta y Hermandad del Valle de Arrastaria, cuya cronología
iba desde el siglo XIV al siglo XVI, y los otros dos restantes eran los dos referentes al concejo de Délica, del siglo XVII uno, y del XIX el otro. Indudablemente pensamos que el éxito de la empresa era ya una realidad, y a pocos minutos de iniciarla en su vertiente archivística. No obstante no nos conformamos, y a las dos escrituras no aparecidas y mencionadas por F. Murga en su artículo decidimos añadir en la búsqueda, por su importancia y por encontrarse también en paradero desconocido, un nuevo corpus de documentación arrastariense, en concreto, diversos libros de decretos, de cuentas y de acuerdos cuya cronología iba desde el siglo XVI al siglo XIX, citados por M. J. Portilla en el vol. VI de su magna obra referida más arriba, Catálogo Monumental de la Diócesis de Vitoria (p. 936), y que tanto ella como sus colaboradores habían utilizado para la realización del citado volumen.
A partir de esos momentos, y como queda dicho, la búsqueda se centró en la localización de los dos documentos no aparecidos de la lista de F. Murga, así como en la búsqueda de una parte de la documentación citada por M. J. Portilla en el tomo VI de su obra ya mencionada. La lista de archivos consultados, tanto física como virtualmente, es bastante amplia. De entre los que hemos visitado físicamente destacaría, y empezando por el propio Archivo Municipal de Amurrio, la Biblioteca y
Archivo del Parlamento Vasco, en Vitoria, el Archivo Diocesano de Vitoria, el Archivo del Territorio Histórico de ílava, así como el Archivo Histórico Provincial de ílava, entre otros. Mediante vía informática algunos de los archivos consultados han sido estos: Centro de Patrimonio Documental de Euskadi Irargi, Archivo del Gobierno Vasco, Archivo Histórico Nacional, Archivo Real Chancillería de Valladolid, Fondo de Biblioteca Fundación Sancho el Sabio, de Vitoria-Gasteiz, o el Fondo de Biblioteca y Archivo de Euskaltzaindia.
Contrastando con la búsqueda inicial del primer día en el Archivo Municipal de Amurrio, he de decir que en todos ellos la búsqueda resultó de carácter negativo. No se ha constatado en ellos ningún nuevo documento de los que nos propusimos al encontrar el corpus principal perdido. No obstante, ello no era razón para caer en el desánimo, pues consideramos que lo descubierto y localizado mantiene ya de por sí una importancia considerable.
Queda por informar sobre la tercera vía de investigación que abrimos, esto es, la de las entrevistas personales. í‰stas fueron llevadas a cabo durante todo el proceso de investigación y simultáneamente a él. Para ello me puse en contacto con algunas personas del entorno familiar y social del desaparecido sacerdote Félix Murga, autor del artículo que daba noticia sobre los documentos perdidos, con la esperanza de que alguno de estos informantes me pudiera dar alguna pista sobre la fuente en la que se basaba F. Murga en su artículo.
El resultado de estas entrevistas fue negativo, pues ninguna de las personas entrevistadas tenía noticia o constatación fidedigna al respecto sobre dicha fuente.
Como dato positivo, y envuelto dentro de la investigación bibliográfica, he de hacer constar que en el Catálogo del Archivo General de Simancas, Registro General del Sello, mencionado más arriba (vol. X, p. 333, Valladolid, 1967), aparece una escritura relacionada con el documento nº 5 de la lista de F. Murga, que junto con el nº 7 de esa misma lista nos faltaba por localizar. En concreto, se trata del encargo a dos comisionados para que vean y determinen la demanda de la Tierra de Arrastaria sobre el repartimiento de empréstito para la Real Armada que se estaba llevando a cabo, a la sazón, en Vizcaya. No es el expediente de todo el proceso que inicia Arrastaria para quedar exonerada de esa contribución, el cual es el documento nº 5 de la lista de Murga. El documento encontrado en el Registro General del Sello constituye únicamente una parte de toda la causa alegatoria: el encargo a dos comisionados durante el procedimiento a que dio lugar la instancia arrastariense.
He relatado hasta aquí el proceso de investigación que llevamos a cabo para la localización de los documentos en cuestión, señalando las vías abiertas para ello y destacando, en mi opinión, el enorme éxito que supone el que se hayan encontrado doce de los catorce documentos perdidos y citados por F. Murga. Es hora ya de que demos cuenta de ellos y también de que, siquiera de forma somera, el público en general vuelva a saber -pues ya F. Murga informó sobre ello en su artículo- cuál es el contenido de cada uno de ellos.
Es evidente, y por cuestiones técnicas y de espacio, que la descripción de sus contenidos no puede ser muy extensa, valiéndonos en este caso de una escueta descripción informativa. Me valgo para ello de la numeración que F. Murga dio en su día a los documentos, y de la descripción hecha de ellos por el documentalista J. R. Cuesta.
Los documentos localizados, todos ellos en el Archivo Municipal de Amurrio, son estos:
A) De la Junta y Hermandad del Valle de Arrastaria
1. Délica, 19 de abril de 1380: Testimonio de la toma de posesión de las aldeas del valle de Arrastaria por Fernán Pérez de Ayala. Traslado sacado en Délica el 12 de julio de 1511. Inserto en él va una copia redactada por el escribano Juan Pérez de la Viña, sacada en Délica el 15 de enero de 1387.
2. Valladolid, 7 de diciembre de 1385: Carta de Juan I que ordena a Fernán Pérez de Ayala dejar libres de tributos los parrales y demás bienes de los vecinos de Orduña. Traslado sacado en Arrastaria el 11 de junio de 1397.
3. Valladolid, 7 de diciembre de 1385: Sobrecarta en el pleito entre el señor de Ayala y los vecinos de Orduña que poseen inmuebles en Arrastaria, por el pago de tributos o rentas. Traslado sacado en Délica el 24 de noviembre de 1487.
4. Segovia, 4 de agosto de 1467: Carta de Enrique IV que confirma los privilegios y exenciones de la ciudad de Orduña y sus aldeas, y de los pueblos del Valle y Hermandad de Arrastaria.
6. Madrid, 2 de abril de 1530: Real provisión de Carlos I y de Doña Juana sobre el nombramiento de alcaldes mayores de Arrastaria.
8. Madrid, 28 de mayo de 1536: Provisión de Carlos I y de Doña Juana acerca de que los alcaldes nombrados por el señor de Ayala no son de la Tierra de Arrastaria.
9. Délica, 21 de abril de 1534-Délica, 15 de junio de 1562: Expediente, con declaración de testigos, relativo a que los alcaldes y merinos de Arrastaria han sido vecinos del valle desde tiempo inmemorial. Declaración hecha ante el escribano Tristán de Oribe.
10. Valladolid, 11 de diciembre de 1548: Carta ejecutoria ganada por la ciudad de Orduña contra el valle de Arrastaria, por el pago de ciertas cantidades. Contiene antecedentes de 1515 y acaba en revista en 1548.
11. Privilegios y declaración de Carlos I y de otros reyes de España. Empieza en 1522.
12. Arrastaria, 30 de septiembre de 1524-Délica, 16 de abril de 1577: Libro de acuerdos de los hijosdalgo de Arrastaria.
B) De la Junta Administrativa de Délica
13. Libro de ordenanzas del concejo de Délica, redactado en el siglo XVII.
14. Copia de las ordenanzas de Délica del siglo XVII, sacada en 1866. Detalle de encabezamiento de párrafo; libro de privilegios de Carlos I y de otros reyes de España, iniciado en 1522. (A. M. Amurrio).
Los documentos que no se han localizado son estos:
A) De la lista de F. Murga
5. Copia o traslado autorizado de la documentación por la que el Valle de Arrastaria pide quedar exonerado del reparto para la Real Armada.
7. Madrid, 13 de febrero de 1533: Carta de Carlos I y de Doña Juana al bachiller Diego Rodríguez, alcalde mayor de Ayala, con motivo de que Juan de Berrácaran, en nombre de todo el Valle y Junta de Arrastaria, protesta por los malos tratos que el alcalde mayor de Ayala da a las gentes del valle de Arrastaria.
B) De los citados en el volumen VI del Catálogo Monumental…, de M. J. Portilla
– Libros de decretos de 1550 a 1577, de 1600 a 1637, y de 1704 a 1731, y los que pudiera haber intermedios entre 1557 y 1600, y entre 1637 y 1704, e incluso posteriores.
– Libro de decretos y cuentas que comienza en 1801.
– Libro de acuerdos del Ayuntamiento de Arrastaria, con inicio en 1830.
Hasta aquí queda señalado y relatado todo el proceso llevado a cabo en la investigación para la localización de la documentación perdida arrastariense, así como el contenido, expuesto en forma breve, de cada uno de los documentos, localizados o no. He de señalar, una vez más, el enorme éxito que supone la localización de la mayoría de los documentos mencionados por F. Murga aunque, desgraciadamente, no se hayan podido encontrar dos de ellos, así como tampoco los que decidimos incorporar a nuestra búsqueda; no obstante, como noticia positiva hay que hacer mención del documento simanquino, por su relación con el nº 5, perdido.
Llegados a este punto no queda sino hacer una valoración de lo que supone el hallazgo de toda esta documentación. A mi entender, y en primer lugar, la ciudadanía en general tendría que tener un motivo más de alegría, en lo que concierne al espacio cultural de la sociedad, pues este hallazgo incrementa, en forma tanto cuantitativa como cualitativa, el patrimonio cultural de nuestro entorno y de la sociedad en general.
Patrimonio cultural, en este caso documental, que se ha de unir al patrimonio natural, histórico, artístico y humano que las sociedades avanzadas tienen el derecho y el deber de disfrutar y de conservar como bienes legados por anteriores generaciones y que hoy, con leyes en la mano, y con una mayor concienciación social, se pretende preservar y conservar para el disfrute de las generaciones tanto actuales como venideras.
El Fondo Arrastaria, depositado en el Archivo Municipal de Amurrio, dispone de un rico legado que ha llegado hasta nosotros; no son sólo los documentos de los que aquí se ha dado cuenta, ese mismo Fondo dispone de un corpus aún más numeroso y, también, antiguo que, al igual que los localizados y, por qué no, que cualquier otro fondo documental que se encontrara en situación de conservación precaria, sería conveniente mejorarlo en sus condiciones de localización, conservación y seguridad.
En segundo lugar, remarcaría el carácter excepcional de lo hallado.
Ciertamente son escasas las muestras de ejemplares documentales con cronología tan antigua como atestiguan algunos de los documentos encontrados. Es un dato que historiadores, investigadores, y público en general amante de la historia conoce, y es por ello que el hecho de encontrar testimonios tan antiguos sea motivo de doble alegría, puesto que son escasos los documentos medievales y más aún, en concreto, para la vertiente cantábrica del País Vasco.
En tercer lugar destacaría, como historiador, y derivado de la apreciación anterior, la enorme importancia que tienen los documentos -en este caso escritos- a la hora de investigar, formar hipótesis y analizar todo el espectro de hechos y acontecimientos derivados de la actividad humana en una época determinada -en nuestro caso, felizmente y con doble valor debido a la escasez de ellos, al fin de la Edad Media y principios de la Edad Moderna. La importancia de estos documentos para estudiar los procesos de la época en la Tierra de Arrastaria, así como en su entorno más próximo como es la Tierra de Ayala y la Ciudad de Orduña, es indudable, pues no es sino con argumentos basados en pruebas documentales que se puede hacer frente a las preguntas y cuestiones que la ciencia historiográfica se plantea en relación con los hechos, procesos y desarrollo de las sociedades pretéritas. No cabe otra posibilidad; la imaginación, la mística del supuesto pasado que nos imaginamos, el prejuicio, la falta de escrúpulos, y el mito repetido hasta la saciedad carente de toda prueba documental, están fuera de lugar en la larga carrera -carrera que, al igual que el resto de disciplinas científicas no tiene fin- hacia el conocimiento de las sociedades pasadas y que la ciencia historiográfica se encarga de acercarnos.
Valga esta digresión y aprovechando, permítaseme la expresión, que el Pisuerga pasa por Valladolid, en nuestro caso y forzando un tanto la geografía, que Arrastaria pasa por Amurrio (y perdonen los de Arrastaria por el atrevimiento), he querido hacer hincapié en la necesidad que existe en nuestra sociedad, tan dada a crear y a creer en fantasmas basados en mitos inexistentes, tanto en la ciudadanía como -aún queda un largo camino- en las instituciones, de tomar conciencia por los asuntos culturales en general y, por lo que nos atañe, en lo histórico e historiográfico en particular, pues únicamente una sociedad que además, y no sólo, de respetar el entorno, lo lejano y las actividades presentes, respeta los testimonios de quienes estuvieron aquí antes, puede considerarse, en mi opinión, una sociedad avanzada y civilizada.
Queda por lo tanto todo lo expuesto en manos de quien corresponda, en algún caso en las instituciones responsables de la conservación del patrimonio, a cuyo uso y disfrute la ciudadanía tiene derecho, y en otros a ésta misma, en cuanto a la concienciación como herramienta necesaria para crear una sensibilidad respetuosa con todo el patrimonio, empezando por el humano.
Miguel Antonio Cabeza Sánchez
Amurrio, 26 de abril de 2006
Buenos días,
Estoy investigando sobre el Valle de Urabustaiz, en su contexto histórico, social y politico. En ese Valle tenia una casa la familia de mi padre AZAOLA , aunque eran originario de Orozko. En principio, tenia solo la perspectiva de investigar el siglo XIX e inicios del XX para un libro de personajes, pero he visto que en ese Valle se ha descuidado la conservación de documentos (perdidos o sustraídos) entonces estoy intentando reconstruir una historia desde el periodo antiguo de ese territorio que hizo parte de la Tierra de Ayala, y jurisdicción de Amurrio, pero que en realidad esta a pocos kilómetros de Orduña, donde la dependencia era también evidente. Ya he ido a los archivos de Vitoria, Bilbao y buscado en internet lo que puede existir. El Urca primitivo (Tierra de la Cascada) se llamo después Urcabustaiz, y me parece ser un territorio fronterizo muy poco poblado y marginal en la historia antigua por lo que las referencias son pocas . Si puede orientarme donde encontrar algún documento que me pueda interesar se lo agradezco.
Me parece muy buena iniciativa preservar y buscar todos los documentos que puedan existir. Habría que hacer un llamamiento a los Concejos de los pueblos para que entreguen lo que tengan o por lo menos sus fotos, si quieren conservar los documentos , pero que no los entierren. En Urcabustaiz cada Concejo tiene sus archivos y no se pueden consultar fácilmente, al menos de tramites muy laboriosos y pueblo por pueblo y no hacen parte de una relación ordenada conjunta . Hasta en el Ayuntamiento la relación de los documentos es confusa y muchas veces cuesta encontrarlos en las cajas indicadas. De las dos ultimas décadas del siglo XIX no hay nada , ni libros de Juntas , ni pagos de impuestos y arbitrios !Nada!. Puede que muchos documentos antiguos estén en casas de particulares y que ni siquiera los consideren las nuevas generaciones .
Me uno a su reclamo de que se solicite otro tratamiento a los archivos. La memoria histórica es una responsabilidad y una necesidad y también un deber. Soy francesa aunque originaria de esta región por todos mis abuelos, y me ha dado mucha tristeza ver el olvido histórico que me parece se padece. Las universidades vascas están haciendo un gran esfuerzo , pero sin documentos, solo se puede considerar la historia de los centros urbanos mas importantes.
Maribel Montes Wolf