El baile de las «Entradillas»
La definición de los límites espaciales de las comunidades han contribuido, generalmente, al surgimiento de dos tendencias contrapuestas: las relaciones de rivalidad o de buena vecindad.
Las posibles rivalidades entre vecinos de barrios o localidades limítrofes han sido motivadas por conflictos colectivos que se suscitan ante cualquier causa: definiciones o demarcaciones territoriales, derechos en la utilización de aguas y pastos, etc. Ante estas manifestaciones de rivalidad se crean, como mecanismos de defensa de la propia comunidad, los estereotipos que perfilan negativamente a los habitantes de otros pueblos o a la gente de fuera.
Frente a situaciones de crisis, peligro o posible calamidad, la comunidad rural se ha caracterizado por manifestar una fuerte cohesión solidaria de sus gentes y relegar a un segundo plano, las posibles rivalidades existentes entre convecinos. En otras ocasiones, fruto de un pacto o acuerdo mutuo de los barrios, pueblos o comarcas vecinas se normaliza, mediante la costumbre, una relación de buena vecindad.
Un interesante ejemplo de las relaciones de buena vecindad, nos brinda la celebración anual del 9 de mayo (la víspera, lo conmemoran de igual forma los habitantes de la ciudad) en el Santuario de la Virgen de la Antigua en Orduña y que congrega a los vecinos del antiguo municipio de Arrastaria (en la actualidad anexionado a la localidad de Amurrio).
Formando (junto a la ermita del Buen Suceso) un largo cortejo procesional, suben al Santuario de la Virgen de Orduña los vecinos de los núcleos poblacionales de Aloria, Artomaña, Délica y Tertanga que forman el valle alavés de Arrastaria. Dicho cortejo se compone de:
El «txistulari» a la cabeza de la comitiva procesional.
Cuatro banderas o estandartes de aire medieval, uno por cada pueblo del valle.
Una serie de personas portando los crucifijos plateados de las respectivas parroquias.
Cuatro mozalbetes que portan los cirios y que luego, solían ser los encargados de bailar las «Entradillas».
Las autoridades municipales respectivas.
Y finalmente, el pueblo en general.
En el Santuario escuchan la misa y realizan la tradicional ofrenda de un cirio a la Virgen (costumbre con cerca de 370 años). A la salida del recinto religioso, la gente forma un corro alrededor del lugar elegido para bailar la danza de las «Entradillas». Para su realización van saliendo uno a uno, un representante de cada barrio (hoy en día, suelen ser miembros infantiles de ambos sexos) y van ejecutando esta sencilla danza tradicional a los sones de la melodía desgranada por el «txistu» y tamboril.
La gente que se concentra para ver la tradicional danza va animando a los diversos representantes con «vivas» como: ¡Aupa Aloria! ¡Aupa Délica! o ¡Salga Artomaña! Al finalizar la actuación el público asistente lanza al centro del círculo puros y dinero que recogerán los jóvenes que han bailado.
Seguidamente forman procesión para bajar a la ciudad de Orduña, donde los alcaldes se intercambiarán sus varas de mando. La comitiva continua su recorrido hasta la antigua posada y frente a este edificio, se sitúa en fila el séquito procesional con sus granates estandartes, para escuchar a los alcaldes que dedicarán a sus convecinos un discurso de confraternidad y terminarán con los clásicos «vivas» a la Virgen, Orduña y al valle de Arrastaria.
Acto seguido se hace una lectura pública del balance anual de los hechos acaecidos en la mancomunidad y en relación con la Hermandad (aspectos de la vecindad, ganado, usufructo de pastos y aguas, incidencias, etc.). Reorganizado el cortejo procesional, se encaminan a los límites de la villa de Orduña, donde finaliza la procesión. Los actos festivos de esta fraternal jornada, tienen su colofón en una comida de hermandad que aglutina a numerosos habitantes del valle de Arrastaria.
Contextualizada la celebración del secular voto de Arrastaria a Ntra. Sra. de la Antigua y de su tradicional baile, una de las preguntas que nos puede suscitar es ¿qué son las llamadas «Entradillas»?
Las «Entradillas» de Arrastaria poseen un ritmo musical singular en el marco cultural de Euskal Herria, pues en todo el territorio no se conoce la existencia actual de este género musical y dancístico (salvo el recuerdo vago de su posible presencia en la localidad de Zambrana) propio de las tierras de Castilla (Segovia, ívila, Valladolid, Burgos, Palencia o León). Curiosamente, en los valles y comarcas en torno a Orduña y al valle de Arrastaria, no hay constancia actual de su existencia o práctica.
Por otro lado, tampoco sabemos si desde el origen del voto de Arrastaria y a lo largo de su historia, siempre o habitualmente, se han realizado las tradicionales «Entradillas» como obsequio a las autoridades locales o si en algún momento se introdujeron éstas iniciando o sustituyendo a otra danza. Incluso, algunos plantean la melodía como propia del afamado compositor alavés Jesús Guridi (sin quitarle su indiscutible relevancia musical, buena parte de su obra se basó en numerosas composiciones tradicionales y no aparece ninguna de este tipo).
La «Entradilla» o el baile de la «Entradilla» en su vertiente coreográfica general se realiza o realizaba por grupos estructurados de mozos que ritualmente danzaban en los cortejos procesionales, a la salida y entrada de las imágenes religiosas y frente a ellas. Precediendo al clásico pasacalles itinerante y para, posteriormente, interpretar una serie de danzas rituales (principalmente de palos). Sendos ejemplos de ello, pueden ser las conservadas «Entradillas» que se bailan en Villafranca-Montes de Oca y en Salas de Bureda (Burgos). Igual denominación recibía el «paseíllo» inicial o final de cada lazo en las mencionadas danzas de palos.
Tanto en su forma de ejecución grupal como individual, se presenta también como una danza en honor u homenaje a las autoridades, mayordomos de cofradía, visitas ilustres, bodas, etc. Una vez «echada» o bailada la «Entradilla» se lanzaban una serie de vivas (coreados por los que bailaban y respondidos al unísono por la concurrencia) de exaltación de la(s) persona(s) homenajeada(s) y se procedía a solicitar una propina o estipendio. En lo musical, indicar que el instrumento más utilizado para interpretar su melodía ha sido la dulzaina (no faltando su uso en bailes o en actuaciones de músicos ambulantes, a los sones de clarinetes o requintos, zanfoñas o gaitas zamoranas, etc.).
Como es evidente, el baile de las «Entradillas» participa de un ritual propio (más habitual y conocido en tierras de Castilla) y aunque presenta sus peculiaridades (así, entre otros, en la coreografía individual castellana los brazos del danzante van flexionados arriba y aquí, van apoyados en la cintura o cadera formando jarra), no deja de comulgar de unas formas y modos de interpretarlas de carácter general. Es decir, estamos hablando de una posible influencia castellana en tierra vascas o lo que viene a ser parecido, los hechos culturales y sociales no entienden de demarcaciones administrativas por lo que muchas veces se extienden de forma arbitraria.
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