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BABCOK&WILCOW

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Esta empresa tení­a hacia el año 1950 grandes instalaciones industriales en el municipio de San Salvador del Valle (Trapagarán), destinadas a la fabricación de bienes de equipo ; en estos años estaban estudiando la fabricación de un nueva lí­nea de productos:  la fabricación y montaje de camiones de todo tipo bajo licencia de la casa alemana «MAN». Para ello montaron unos cuantos prototipos, unos  150,  que estuvieron probando y testando por las carreteras de los alrededores del gran Bilbao. De los mismos no pudieron  vender más que unos pocos. Por estos años algún alto cargo de la empresa estuvo en los ayuntamientos de Orduña y Delika, para presentarles el proyecto que tení­an de instalar una fábrica de grande dimensiones para la fabricación de camiones, presentando los planos del mismo  y los requisitos que exigí­an para su implantación. Al mismo tiempo empezaron a comprar los terrenos donde tení­an pensado establecer dicha factorí­a, en su totalidad dedicados a la agricultura y ganaderí­a, a los propietarios de los mismos, con las siguientes cautelas y reticencias de estos, al desconfiar de tales proyectos. Al final acabaron comprando unas 100 hectáreas, la mayorí­a en terrenos de Arrastaria (Delika, Artomaña y Tertanga), así­ como en Orduña (en la zona de la carretera de Vitoria, donde se ubica el pabellón que denominamos con el mismo nombre de la empresa). Una vez comprados los terrenos el proyecto se quedó en «agua de borrajas», ya que los promotores de dicha empresa, cuando solicitaron permiso a los ministerios competentes del gobierno en Madrid, se encontraron con la negativa rotunda de éstos. El Gobierno poní­a como principales motivos para denegar los permisos necesarios, que no habí­a mercado suficiente en España para tres fábricas de grandes dimensiones de camiones; y qué cómo dos de ellas ya estaban instaladas (Enasa, fabricante de la marca «Pegaso»,  y la casa  Barreiros),  no habí­a lugar a una tercera. No sabemos si también pudo haber alguna motivación polí­tica, ya que estas dos «empresas nacionales» estaban ubicadas en Madrid,  y la que se pretendí­a montar, estaba, por lo menos en parte, en una de las «provincias traidoras».  Estos terrenos, una vez que se vio la imposibilidad de obtener los permisos necesarios del Gobierno, se destinaron a pastos «comunales» de los ganados de los pueblos afectados, en su mayor parte. La otra parte se destinó al cultivo de cereales por parte de la misma empresa, para lo que contrató a dos personas de Artómaña, contando para ello con un tractor de gran potencia y con una edificación como  almacén de los cereales y herramientas, bastante grande, que construyeron a tal efecto. Hacia el año 1990  la citada empresa procedió a la venta de dichos terrenos a los herederos de los antiguos propietarios de los mismos, a un precio bastante asequible.

 

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