Un recorrido por Valderejo
El Recuenco es la cumbre más septentrional de la sierra de Gobea, que marca el límite oriental del alavés Parque Natural de Valderejo. Esta accesible cima determina además la altura máxima del espacio natural. La espectacular proa rocosa que se eleva delante de ella mirando al valle, llamada El Gustal, le convierte en un privilegiado mirador de todo el espacio natural y las cumbres que le rodean. Esta situación tan estratégica ya fue advertida por nuestros antepasados, que ubicaron allí un imponente menhir de casi cuatro metros de altura. El motivo de estos monumentos prehistóricos aún es motivo de estudio para los investigadores, aunque son consideradas como una las primeras muestras de trascendentalidad de los primeros seres humanos.
El Menhir de El Gustal fue descubierto en 1982 por el sacerdote e investigador Félix Murga y desde octubre de 2007 vuelve a ser el «˜faro’ de Valderejo tras su restauración y colocación en su lugar original. El monumento prehistórico mide 3,75 metros, pesa 1.300 kilos y tiene unos 5.000 años. El menhir, anclado en un agujero de 70 centímetros de profundidad en el que aparecieron cien fragmentos de herramientas de sílex, se había caído en algún momento de la historia y roto en dos.
La excursión comienza en Lahoz. De los caseríos apenas quedan habitables un par de edificios y en él mandan ahora las vaquerizas que dan cobertura a las explotaciones ganaderas. Su nombre viene de las expresiones «˜la foz’ «˜la oz’ o «˜la hoz’, que significan entre dos cuestas o valle cercado entre dos peñas altas. Los moradores del pueblo más habitado del valle en su día, con 113 personas censadas a finales del XIX, son en la actualidad de raza vacuna.
Desde el aparcamiento de Lahoz hay que dirigirse a la casona que marca la entrada del barrio. A su derecha parte una pista que se adentra en el bosque (tras cruzar una valla) a la vez que discurre junto al río Purón, en este tramo apenas un arroyo. Enseguida llegamos a una charca y unos abrevaderos, donde desechamos el desvío a la derecha, que lleva a otra explotación ganadera oculta tras la loma.
La pista comienza a ascender suavemente por terreno despejado, aunque al poco tiempo, junto a una señal, la abandonaremos para coger un camino a la derecha que desciende hasta el río, lo cruza y sale a un gran prado donde pasta en libertad el ganado. Allí debemos fijarnos en una senda que sube por el talud que delimita la campa por la derecha y, más arriba, bordea por debajo un bosque de pino silvestre, hasta darnos de bruces con una alambrada que debemos cruzar (0h.20′).
No tardamos en toparnos con una compuerta que debemos cruzar para internarnos en el hayedo por la senda central de las varias que se dibujan. Discurrimos ahora por un bello camino por el que ganaremos altura hacia el portillo Lerón. Según nos vamos acercando a él, la frondosidad del bosque va dando paso a espacios más abiertos, y las hayas, a enebros y brezos.
Por fin, el terreno queda límpido de vegetación, lo que nos anuncia la llegada al roquedo y a su paso conocido como Lerón, por el que nos encaramamos al altiplano. Imposible dejar de ver, en este punto, las pinturas rupestres y su mural explicativo. En 2006, miembros del Instituto Alavés de Arqueología descubrieron «por casualidad», cuando buscaban el menhir, una serie de pinturas rupestres de la Edad de Bronce en este abrigo rocoso. Datadas entre 3000 y 2000 a. de C. y realizadas con óxido de hierro y trazo fino, son cuatro: un sol, un arquero, una figura antropomorfa y un bóvido. Además de las pinturas y el menhir, también encontraron cerámicas, sílex y otros materiales que remontan el asentamiento humano en Valderejo al Paleolítico.
Las vistas del cortado desde aquí son espectaculares, especialmente de la proa que mira al valle, donde se ubica el menhir. No hay más que buscar el camino más cómodo entre las piedras, con cuidado de no acercarse demasiado a los cortados, para llegar hasta él (1h.00′). Las vistas que ofrece el lugar sirven para comprender inmediatamente los motivos por los que nuestros antepasados eligieron este lugar para situar el menhir. El Recuenco, la cumbre más elevada del Parque Natural, se encuentra cerca, hacia el norte. Coronada por un vértice geodésico, que se alcanza en apenas cinco minutos de caminata, aunque desde luego no ofrece las vistas del menhir.
Tomado de EL CORREO.COM