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Orduña en el siglo XVI

Orduña en el siglo XVI

1201005-BI-CAS-016-1201005Orduña tení­a ya desde mediados del siglo XV el tí­tulo de ciudad. Aunque era ciudad independiente, pertenecí­a a la hermandad alavesa, al menos, desde 1457.

La ciudad de Orduña habí­a sido donada repetidamente durante el reinado de los Reyes Católicos. El 6 de mayo de 1475, Fernando el Católico concedí­a el señorí­o de Orduña al mariscal don Garcí­a López de Ayala, atribuyéndole la jurisdicción, justicia alta y baja, civil y criminal, mero y mixto imperio.

Muchos avatares sufrirí­a la ciudad en estos años finales del siglo XV. El 30 de julio de 1476 la vemos de nuevo incorporada al condado de Vizcaya, momento en el que Fernando jura sus fueros en Guernica. Dí­as después, el 9 de agosto, y desde Bilbao, el mismo Fernando el Católico confirma los privilegios, buenos usos y costumbres de Orduña dirigiendo el documento «a vos el concejo, justicia, regidores, caballeros, escuderos, oficiales e omes buenos de la dicha cibdad de Orduña». En este documento el rey confirma el privilegio enriqueño del 4 de agosto de 1467, en el que se promete «que esa dicha cibdad ni su tierra ni cosa alguna ni parte della no sera enajenada ni apartada de mi corona real ni del dicho mi condado de Vizcaya».

Poco va a durar esta independencia, ya que el 11 de septiembre de ese mismo año y desde Salvatierra, el mismo Fernando concede de nuevo Orduña al mariscal Ayala, para de nuevo, el 5 de diciembre de 1476 y tras la victoria de Toro, revocar dicho señorí­o: «Por cuanto por parte del Concejo, justicia, regidores, caballeros, escuderos, oficiales e omes buenos de la dicha cibdad de Orduña del nuestro condado de Vizcaya nos es fecha relación» de la vizcainí­a de Orduña. El rey se excusa de la segregación en cuanto «nos constreñidos de la necesidad que entonces tení­amos la qual a todos es manifiesta y notoria confirmamos al dicho mariscal la dicha cibdad de Orduña».

Este documento, tras revocar la donación hecha, continúa: «E otrosi mandamos a los alcaldes, juezes e otras justicias de la dicha cibdad que no usen mas de los oficios que por el dicho mariscal tienen e que den e entreguen las varas de la justicia a la dicha cibdad para que ellos las tengan e pongan sus alcaldes e juezes según que lo acostumbravan,»

El mariscal Ayala, unido al conde de Treviño, se posesionó de la ciudad, a la que, por el contrario, apoyaban las hermandades de Alava, de Castilla la Vieja y Nueva.

Sin embargo, en esta contraposición, las autoridades vizcaí­nas, a petición del representante de Orduña, Pedro López de Aguinaga, se posicionaron contra estos atropellos. El corregidor de Vizcaya, Lope Gómez del Castillo, y el alcalde de la hermandad de villas y tierra llana dictaron resolución contraria al mariscal en el tribunal formado en Poza, al estar la ciudad «ocupada e rebelada contra el Señor Rey e contra la dicha Hermandad».

La actuación de los reyes fue la de imponer tregua entre el mariscal y los orduñeses, entregando la ciudad en tenencia a don Fernando de Acuña, hijo del conde de Buendí­a, mientras el corregidor Juan de Torres sujetaba a las gentes del conde de Treviño.

Seguirá Orduña centro del señorí­o de Vizcaya, si bien algunos vecinos de Orduña intentaron la independencia total, por lo que fueron obligados por el rey, a 30 de noviembre de 1477, a recibir como corregidor al de Vizcaya, Juan de Torres.

En estos años, Orduña, como miembro del señorí­o de Vizcaya, asistirá, por medio de sus representantes Martí­n Ruiz de Arbieto y Martin Pérez de Mendiguren, a las juntas de Durango, donde redactarán, en Julio, los 107 capí­tulos de la hermandad de 1479.

Sin embargo, el mariscal don Garcí­a de Ayala, que tras la pérdida de la jurisdicción del señorí­o de Orduña, habí­a permanecido como alcaide de su castillo, no contento con la decisión regia, aprovecha la oportunidad polí­tica, y en 1480 se apodera de la ciudad y empieza de nuevo a actuar como señor de la ciudad, ejerciendo la jurisdicción y señalando sus oficiales.

Este hecho motiva una carta real patente del 11 de febrero de 1480, por la que de nuevo los Reyes Católicos revocan la donación de la ciudad, de sus aldeas y jurisdicción, que Enrique IV hizo a don Diego López de Ayala, y las donaciones a Fernando López de Ayala, abuelo y padre del actual mariscal.

Más aún, como el mariscal se habí­a apoderado de algunos bienes de los vecinos de Orduña y de sus aldeas, los reyes facultan a los mismos para que «pór su propia autoridad, sin licencia ni mandamiento de juez ni de alcalde pudiesen tomar sus bienes y proseguir en la posesión de ellos».

La revocación no es radical, ya que queda «al dicho mariscal e al dicho Fernando su fijo la tenencia de la fortaleza de la dicha cibdad para que la tengan por nos e sea nuestro alcaide della segund que la tuvieron su padre e abuelo». Como ejecutor de esta resolución enví­an los reyes a Antón de Baena con poder cumplido para ejecutar lo dispuesto en la carta real.

En efecto, el comisionado regio obliga, el 9 de marzo de 1480, al mariscal Garcí­a López de Ayala a que renuncie a la posesión de la ciudad de Orduña. En otoño de 1480, reunidos en junta general los orduñeses redactaron capí­tulos y ordenanzas «comprometiéndose a que en adelante no hubiese entre ellos linaje ni apartamiento de bandos ni parcialidades ». Por su parte, la reina, el 20 de diciembre de 1480, y desde Medina del Campo, avoca a su Real Consejo todo el litigio entre el mariscal y la ciudad.

Los orduñeses, no satisfechos, obligarán a Alonso de Quintanilla, al momento de jurar los privilegios de Bermeo y de todas las villas del señorí­o y de la ciudad de Orduña el 7 de abril de 1481 en Santa Eufemia de Bermeo, a prometer derribar las fortalezas de Orduña y de Valmaseda, según antigua promesa real.

La promesa que Alonso de Quintanilla hizo en nombre de la reina obligará a don Garcí­a López de Ayala, el 4 de julio de 1481, a renunciar, una vez más, a la ciudad de Orduña, con la reserva de la posesión del castillo.

Poco después los Reyes Católicos, y desde Barcelona el 25 de julio de ese mismo 1481, confirmarán a Orduña sus antiguos privilegios. Las razones aducidas por los reyes para esta confirmación son varias: «E otrosi por los buenos servicios que nos hicieron en tiempo de nuestras necesidades en la guerra contra el rey de Portugal en Toro como en el cerco que tubieron sobre el castillo de Burgos y en la guerra contra los franceses que tenian cercada la villa de Fuenterrabia y en la defensa y reparos de ella y en las armadas que mandaron hacer en el Señorí­o contra Colon capitan de rey de Francia e contra el turco».

El documento termina prometiendo, una vez más, no enajenar la ciudad ni su tierra ni su jurisdicción de la corona real ni del señorí­o de Vizcaya.

Pronto Orduña será objeto de privilegios reales, como el que el 3 de julio de 1483 dan los Reyes Católicos en Santo Domingo de la Calzada, por el que eximen de portazgos a las mercaderí­as transportadas por los vecinos de Orduña. Ocioso parece decir que no es nuestro objetivo encuadrar aquí­ estas vicisitudes, estas donaciones señoriales y municipales en las guerras civiles de los Reyes Católicos y en la polí­tica de asentamiento de Isabel en el trono.

José Luis de Orella Unzué

1 comentario

  1. rene cruz camacho

    hola….les escribo desde mexico…mi madre tiene el apellido sologuren…estoy investigando sobre ello y se que hay una lí­nea que sale del paí­s vasco o de navarra …unos hermanos sologuren emigran a america por ahí­ de 1800…si me pueden orientar al respecto les agradecerí­a..habrá alguna biblioteca que pueda consultar….gracias

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