Hace diez años: Crónicas veraniegas (VIII) (16 y 17 de agosto 2010)
Parece que el «nublao» nos da tregua. ¡Ha salido el sol! (día 16). Para variar un poco la cierta relajante monotonía de los días bajo a Barakaldo. Leo el periódico durante el viaje. A las 11:10 estoy en el Colegio. Enciendo el ordenador y, en tanto se pone en funcionamiento, veo lo necesitado que está mi Bonsai. Le dedico un rato. Abro el correo electrónico y veo que hay pocos importantes. Respondo un par de ellos. Bajo al despacho. Sobre la mesa y en el Calendario veo la «mano» del amigo Raúl. Reviso algunas cosillas más que todo por curiosidad. En la «Sala de Profesores» está el P. Agustín con alguna de sus traducciones. Me pone al corriente de la salud de Luis. Son cerca de las 12:00 y espero la visita de una pareja que se casará el sábado próximo. Llegan al poco, junto con un hermano del novio. Ambos fueron alumnos del Colegio. Preparamos algunos detalles y vemos la Iglesia. Hemos terminado a las 12:30. Llamo al amigo Paco que está enfrascado en el empaquetado de sus pertenencias. Me añade más datos sobre Luis y que no puede hacer un mínima «ruta del vidrio» porque tiene que ir a Bilbao a esperar al Visitador. Llamo a Raúl. Está haciendo compras para el «príncipe». Si llega a tiempo (antes de las 13:15) se pasará por aquí. Subo a mi habitación, apago el ordenador y preparo algunas cosas. En estas, llaman de la portería. Bajo y me encuentro con Hervás que vuelve de su matinal paseo en bici. Al mismo tiempo con el origen de la llamada. Es la madre del «novio» que había quedado aquí con ellos pero… ¡se le han escapado! Como no llega Raúl me voy al metro y en Abando hacia Orduña. Llego a las 14:55.
Tras la comida y tertulia (mi madre siempre me pregunta por el P. Pascual) me cambio de ropa y voy a la huerta. Son las 16:20. Abro la boca de riego para que se empape la cosecha. Atiendo al pequeño «jardincito» de mi cuñada Marta. Recojo alguna fruta, vainas, pimientos, pepinos, calabacines y ¡un hermoso tomate! ¡Sin sol no hay modo de que maduren! Saco una silla y me siento al «solysombra». Comienzo la lectura del cuarto libro. A las 18:30 me vuelvo a casa dejando el «goteo» abierto. Cuando llego al portal me tropiezo con mi madre que sale a dar su diario paseo «por la Plaza a los jubilaos». Me ducho y abro el ordenador. Suena el timbre del portal preguntando por mi madre. Bajo y me encuentro con el primo José Ignacio. Durante años ha sido catedrático de Sociología en Deusto (Ruiz Olabuenaga). Está por aquí y quedamos en tomar un café (hoy le es imposible). Ha sido un ajetreado día.
Seguimos con un día luminoso (día 17). He salido con mi cuaderno de notas para seguir con mis trabajos locales. He documentado la calle «Carnicería», el lateral Norte de la Plaza y los números impares de la calle San Juan. Me ha llevado hora y media. Por el barrio San Miguel (con dos o tres buenas casonas) voy tranquilamente hasta la huerta para cerrar el riego. Estoy en ello cuando veo que un grupo de personas del Centro de Educación Especial de La Muera camina por la pista paralela al río. Me he encontrado con ellos unas cuantas veces. Para mi sorpresa identifico a José Alfredo (Ruiz Queréndez). Sabía que trabajaba aquí pero pensé que estaría de vacaciones. Fue alumno del Colegio y actualmente tiene dos niñas matriculadas. Nos saludamos y seguimos en dirección contraria: ellos hacia la «Fuente la Teta» y yo hacia «La Muera». En un de los bancos dedico un tiempo a la lectura. Vuelvo a casa por una de las pistas asfaltadas. Llego a las 14:30.
La tarde es copia de otras varias. He cargado un segundo trabajito en www.ezagutubarakaldo.net (complemento del anterior sobre las casas-torre en Barakaldo) y comenzado a pasar a limpio las anotaciones de días anteriores. Veo, a ratos, el partido de Baloncesto España-Brasil. ¡Pasó el día!