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Hace diez años: crónicas veraniegas (IX) (Dí­as 18 y 19 agosto 2010)

Hace diez años: crónicas veraniegas (IX) (Dí­as 18 y 19 agosto 2010)

Amanece un dí­a espléndido (dí­a 18), es decir, con el cielo azul y sin amenaza de nada. Me he levantado prontito porque mi madre tiene que ir al Hospital de Galdácano (Galdakao). Una mera revisión de la vista. A las ocho estaban a la puerta mi hermana y su marido. Como ya no apetece irse a la cama he encendido el ordenador y escrito algunas cosas. A las 10:00 he ido a hacer algunas compras. Media horita y todo en la misma tienda que está a cien metros («Panaderí­a Melitón»). Me tropiezo, a la salida, con Carlos Ibáñez (amigo de mi padre) que me recuerda que no hace mucho se ha publicado un voluminoso libro titulado «El Requet黝. A las once estaba en la Plaza con mi cuaderno. He documentado un tramo de la calle Orruño. No tengo ganas. Compro el periódico y una novelita de Toti Martí­nez de Lecea («La Universal») y me voy hacia el «aguasalada». Por la carretera de Cedélica llego hasta las proximidades de la Antigua. Tomo un trago de agua y me vuelvo por el puente sobre las ví­as del tren. Me siento en un banco del paseo. ¡Sombra! Un hermoso paseo que supuso el primer ensanche moderno de la ciudad. Dos amplios espacios de tránsito peatonal con la carretera en el centro debidamente separados por zona ajardinada y frondosos árboles. Leo el periódico. Oigo que me llaman desde la otra acera. Allí­ están el amigo Ramiro con su esposa (Rosa) y sus dos hijos. Rosa es profesora del Colegio (y miembro del Equipo Directivo) y sus hijos son alumnos del mismo. Aimar (el mayor) hará el curso que viene 2º de Bachillerato y nos veremos en las materias de Geografí­a e Historia. Acompañan a dar un paseito a la madre de Ramiro. Charlamos un rato. Me acerco a «la Carpa» (un popular asador) por ver si puedo llevarme algo para comer. ¡Se lo he prometido a mi madre! Son las 13:30 y aquello está cerrado. No espero. Me voy a casa. Tendremos que hacer una «comida ligerita». El tiempo acompaña.

La tarde se presenta distinta. Tras la comida y ligera «dormidita» me voy a la huerta. Son las 17:00. Lo hago tranquilamente. Llego y abro el «riego». Compruebo que uno de los «bidones» está ya vací­o. ¡Debo restringir el agua porque no sé cómo funciona la bomba! Recojo algunas cosillas (entre otras las primeras peras). Los puerros se están llenando de «trebolillos». Arranco unos cuántos «a mano». ¡Demasiado! Saco una silla y «debajo del manzano» abro mi libro y leo. ¡Hace calor pero, a la sombra y con una ligera brisa, se está excelentemente. A eso de las 20:00 entiendo que ya está bien. Cierro el agua y me vuelvo tranquilamente. Mi madre ya no está en casa. Una ducha ligerita y trabajito tranquilo y relajante. Tengo mucha documentación y, para no olvidar señales y notas, debo ir poniéndola en orden. Un buen dí­a.

Otro dí­a que amanece espléndido (dí­a 19). Quiero «documentar» alguna calle. Salgo relativamente temprano. ¡Son las 10! Por «tras Santiago» me presento en la parte baja de «calle Bizkaia o Vieja». Tomo notas de los números impares. Algunos transeúntes me miran. Hay unos cuántos edificios muy interesantes. No es casualidad que, en su tiempo, fuese una de las calles más importantes. Me lleva cerca de una hora. Aprovecho para tomar notas de algunas otras del lado contrario. Paso por el «callejón o cantón» a calle Francos. Documento una «manzana». Me tropiezo con Tito Murias. Charlo un ratillo. Me dice que va a casa de su cuñada «Miki». Le digo que la salude (es mi tí­a). Estoy ya un poco harto del tema. Guardo el cuaderno y me voy hacia la Gran Ví­a. Entro en la «ferreterí­a» (¿Baserritarrak?) junto al frontón propiedad de mi primo «Txelico». Le saludo. Al poco llegan unos clientes y me voy. Hago el mismo camino de ayer (túnel de RENFE, aguasalada –donde veo el lamentable estado de una finca de mi madre próxima a la vivienda del amigo Sarátxaga- la Antigua). Me siento tranquilamente en uno de los bancos de piedra y leo un largo rato. Son las 13:45 y, con tranquilidad, me vuelvo a casa.

Parecí­a una tarde «normal». Comida y «dormitada». A las 17:13 oigo un trueno ¿será posible?… Me asomo al balcón. Negrura en el cielo. Son las 18:00. ¿Será posible que llueva?… ¡Tromba controlada de agua!… Mi primer pensamiento es «mañana me ahorro de ir a regar». Un buen chaparrón que dura un cuarto de hora. No ha calmado totalmente y mi madre se empeña en salir. ¡Noventa años!…¡Y sale con paraguas aunque ya no es necesario!…. Vuelve a las 22:00 diciendo que hace muy buena noche… Cena sencillita, tertulia ante la «tele» y ¡se acabó!

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