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Aloria

Aloria

Aloria (2)Es Aloria uno de los cuatro pueblos del valle de Arrastaria, dentro hoy del municipio y la hermandad de Amurrio en la cuadrilla de Ayala. En la división foral alavesa tradicional, Aloria formaba una de las cinco hermandades de Ayala junto con Délica, Tertanga y Artómaña los otros pueblos del valle. Según el nomenclátor foral de 1983, tení­a Aloria 42 habitantes; en 1986 este número ha bajado a 37.

Se encuentra en una ladera al este de Orduña, con un cabezo que domina las tierras del alto Nervión y sus flancos montañosos; este lugar, ocupado hoy por el cementerio, fue primero asiento de una ermita dedicada a San Fausto que empezó asumiendo el culto parroquial desde comienzos del siglo XVIII hasta convertirse en parroquia desde 1791 a 1882, fecha en que se erigió el actual templo en el centro del pueblo.

Se encuentra éste en un cruce de caminos de herradura, olvidados hoy, pasos de Orduña y Arrastaria hacia Lezama en el extremo oriental de Ayala por San Pedro de Beraza, y hacia Urcabustáiz por Uzquinano, en ruta a Zuya y a la Llanada Alavesa. El camino de Beraza, transitado aún en el siglo XVIII, se cita en las noticias que el cura de Lezama enviaba a Tomás López; dice éste que Lezama «al mediodí­a tiene una sierra llamada San Pedro de Beraza, cuya subida empieza desde la iglesia del lugar. Es de media legua, en su cumbre está el puerto llamado de San Pedro». Cuando a mediados del siglo pasado se abrió el camino de Orduña a Urcabustáiz, hoy carretera, por el puerto llamado «la Barrerilla», con subida desde Aloria y Artómaña, se abandonaron estos caminos más cortos, aunque difí­ciles y agrestes.

El emplazamiento de Aloria en un cruce de estos caminos hacia Lezama y Uzquiano es la razón de que la ermita de San Pedro de Beraza, arruinada ya en 1757, se cite a veces en las visitas pastorales de Aloria y otras en las de Uzquiano. No obstante en el siglo XVII aparece vinculada a Aloria en diversos documentos: así­, en 1686 los ermitaños de Beraza –un matrimonio que viví­a en lo alto del puerto y cuidaba de la pequeña iglesia, alcanzados en sus cuentas, no teniendo con qué resarcir sus deudas con la ermita, eran encarcelados precisamente en Arrastaria.

La situación de Aloria en la entrada de Arrastaria y Orduña fue causa también de pérdidas en sus casas y campos y contribuciones de servicios y raciones en las guerras del siglo XIX. Dicen los libros parroquiales que «quando entraron los Franceses en principios de och.º y ocho se abandonó este pueblo y la Yg.ª precipitadamente»; las tropas tomaron la iglesia y la antigua parroquia de San Juan de Abajo y la ocupación del pueblo «por el enemigo» duró «una considerable temporada».

Repuestos ya los efectos de este lugar y de todo el valle de Arrastaria, vértice entre las tierras de Ayala, Urcabustáiz y Cuartango señorí­os de los Ayalas en el siglo XIV, hizo de esta tierra un objetivo más del poder de la casa. Después de largas tensiones y pleitos con Orduña, la Chancillerí­a de Valladolid reconocí­a en 1380 el señorí­o de los Ayalas sobre Arrastaria, cuando aún viví­a Don Fernán Pérez de Ayala, el padre del que después serí­a Canciller, Don Pedro López de Ayala, al que se confirmaba dicho señorí­o en 1391. Por eso cuando el Licenciado Martí­n Gil visitaba la parroquia de Aloria en nombre del obispo en 1556, reconocí­a el lugar como «del Conde de Salvatierra», señor de Ayala.

La parroquia de Aloria existí­a ya en 1257, fecha en que se cita dentro del arciprestazgo de Orduña y del arcedeniato de Alava. En 1320, cuando las iglesias de Arrastaria se oponí­an a abonar a la Colegiata de Armentia la parte de los frutos de sus diezmos que vení­an entregándole, tení­a la parroquia de Aloria dos clérigos, uno con el tí­tulo de cura.

Radicaba en Aloria una cofradí­a de hidalgos llamda de «Santo Domingo y San Iñigo» y, en otros lugares, de «San Juan de Aloria», escasamente documentada en protocolos notariales y en libros parroquiales. No obstante, como el pertenecer a esta cofradí­a era hecho fehaciente de hidalguí­a en las pruebas de ingreso en órdenes militares, algunos expedientes de caballeros aspirantes a sus hábitos citan esta cofradí­a y transmiten curiosos datos sobre su antigí¼edad y funcionamiento. en el de Don Juan de Urdanegui e Inoso, después Marqués de Villafuerte y fundador del Colegio de Jesuí­tas de Orduña, incoado en 1667, se repite, por ejemplo, por varios testigos que el padre del pretendiente al hábito, Don Juan de Urdanegui, habí­a sido mayordomo de la cofradí­a de San Juan de Aloria compuesta sólo por hidalgos; esto, según costumbre y «estatuto que se a obserbado y observa con tanto rigor q no se a visto en tiempo alguno se aya admitido a dicha Junta ni dispensado con persona alguna que no sea hidalgo de quatro costados y christiano viejo». Según declaraban los informadores de este expediente, la cofradí­a tení­a ordenanzas con treinta y dos capí­tulos aprobados en 27 de mayo de 1610, traslado y confirmación de otros también refrendados en 2 de julio de 1527 «en el campo de San Juan de Aloria», que a su vez recogí­an costumbres muy viejas de la cofradí­a cuya antigí¼edad se remontaba a «más de trescientos años», según los informadores de 1667. La componí­an hidalgos casados y asentados en Arrastaria y Orduña, quienes podí­an ingresas en la cofradí­a, tras de su petición «el primer dí­a de Santo Domingo que Biniere en el año después que fuese casado» y después de una seria información de limpieza de sangre.

Esta cofradí­a tuvo sus primeras juntas en el campo de la iglesia y más tarde en un «camarato» o pequeña cámara situada a la entrada de la iglesia de San Juan. Por eso en 1788, cuando este templo se encontraba en ruinas y se celebraba parte del culto parroquial en la ermita de San Fausto, la cofradí­a trasladó sus «congresos, funciones y misas» a la parroquia de San Jorge de Artómaña, pero la advocación de Santo Domingo, copatrono de la cofradí­a, se mantuvo en la vieja parroquia de San Juan de Aloria reparada y convertida en ermita.

Varios documentos nos permiten conocer las fluctuaciones del número de habitantes de Aloria. En 1556, el Licenciado Gil registraba una población de quince vecinos; los diezmos y primicias recibidos en Aloria consistí­an en trigo, vino y corderos, aparte de ciertas cantidades de dinero.

En 1786 tení­a 85 habitantes, todos labradores e hidalgos. En la visita pastoral de 1791 se computaban diecinueve vecinos y en 1802 dieciocho, con dos clérigos beneficiados al servicio de su iglesia, y su mayor producción, como en el siglo XVI, de granos y chacolí­. En 1826 continuaban los dieciocho vecinos y 82 habitantes, que a mediados del siglo XIX habí­a bajado a doce y 60 respectivamente.

Al comenzar el siglo actual los habitantes de Aloria se acercaban de nuevo al centenar con 93 habitantes, cifra que en 1910 habí­a descendido a 72 con dieciséis casas habitadas; el número de viviendas se mantení­a sin alteración en 1950, aunque la población habí­a descendido a 64 habitantes; en 1983 tení­a sólo 42 y en 1986, 37.

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