INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA CERÁMICA MEDIEVAL DEL YACIMIENTO DE ALORIA (ÁLAVA)
- INTRODUCCIÓN: EL YACIMIENTO DE ALORIA (ALAVA)
En 1989 comenzaron las excavaciones arqueológicas en el yacimiento de Aloria, lugar situado en una amplia terraza fluvial en el entorno natural del valle de Orduña , en el límite de las provincias de Bizkaia y Alava, si bien en ese año éstas se limitaron a una serie de sondeos que permitieron confirmar la existencia ya intuida por hallazgos de superficie, de un enclave poblacional de época romana imperial. Juan José Cepeda fue el director de esta campaña así como de otras sucesivas que se fueron sucediendo hasta el año de 1999, fecha en que se dieron por concluidos los trabajos tras haberse excavado unos 1450 m cuadrados. Estos restos de cronología romana que son interesantísimos y muestran una larga perduración en el habitat pues se han descubierto piezas desde hacia el año 100 A.C. hasta de terra sigilata hispánica tardía correspondientes al s. IV o V, parecen pertenecer a un enclave rural centrado sobre todo en la estabulación de ganado bovino. Pero los trabajos de campo que se llevaron a cabo en el lugar proporcionaron ademas información sobre la existencia de un nivel de habitación anterior a esta epoca ( con tradición en la segunda edad del hierro) y de un asentamiento medieval posterior del que pasaremos a ocuparnos en este trabajo. Este nivel medieval se encuentra bajo la capa superficial actual, de unos 15-20 cm. y cuya mayor parte de hallazgos son fragmentos cerámicos pertenecientes a loza moderna. Se trata básicamente de una delgada capa de tierra y cantos muy alterada, que contiene cientos de fragmentos cerámicos y que se extiende por la totalidad del sector excavado. A este horizonte corresponden algunos hogares y calzos de poste. A partir de su distribución y aunque con dudas el director de la excavacion J. J. Cepeda se inclina por considerar que no ha habido una continuidad en el habitat pues las estructuras romanas subyacentes parecen ignorarse en la nueva disposición. Uno de estos postes, en las inmediaciones del recinto «B» está fechado en el s. VII por C-14 (1380+/-30BP) lo que contribuye, si cabe a hacer este yacimiento aun más interesante pues nuestros conocimientos de esta época para el País Vasco son limitadísimos. De tiempos muy posteriores poseemos ya documentación escrita de la aldea de Aloria referida sobre
todo a su parroquia (mediados del s. XIII) y que persiste como habitat estable hasta ser paulatinamente abandonado para encontrar un enclave considerado más idóneo a escasa distancia del antiguo.
- APUNTES HISTÓRICO-DOCUMENTALES
La Crónica de Alfonso III (mediados del s. VIII), al hablar de las campañas de Alfonso I y de sus victorias frente a los árabes nos menciona cuáles fueron las ciudades conquistadas y cómo llevó consigo a los cristianos a la patria. Nos indica qué zonas norteñas repobló con ellos y además nos aporta la primera mención que tenemos de Bizkaia, Orduña y Alaon, que ha sido bastante unánimemente admitida como Aiala, diciéndonos que siempre habían estado poseí- das por sus habitantes, es decir, libres del dominio musulmán. Aloria es uno de los cuatro pueblos del valle de Arrastaria hoy dentro del municipio alavés de Amurrio, pero en la división alavesa tradicional formaba una de las cinco hermandades de Aiala. Conocemos que en el año 864 existían varias iglesias en Aiala y en el valle de Mena entre las que se encontraba S. Vicente de Añes donada por el conde Diego Porcellos al monasterio de S. Félix de Oca del que más tarde pasaría al de S. Millán. Para entonces ya estaban pobladas varias aldeas de la zona: Lejarzo, Ervi, Sojo, Obaldia (actual Madaria) y Salmantón. El año 937 tenemos al abad Lifuare y sus monjes que. se entregan al monasterio de S. Esteban de Salcedo, ofreciéndole sus iglesias del valle de Pineda, Abalea, Abecia y otra iglesia Santa María bajo Peña-mayor, a la que se ha atribuido aunque sin base arqueológica situación en Orduña. Interpretando otras donaciones inmediatamente posteriores como cercanas a Llodio, J.A. Gª de Cortazar, ve ésta como una tercera vía de entrada de elementos romanizado- res-mediterráneos en la Bizkaia nuclear. Crónica de Alfonso III. Este texto referido a Bizkaia ha sido recogido y citado por todos los autores que se han ocupado de la Edad Media en usa provincia. Conservamos varias noticias documentales referentes a «monasterios» de la zona entre los ss. IX-XII bien refiriéndose a consagraciones bien a donaciones reales o particulares que además nos informan de que ya se encontraban pobladas Menagarai, Menoio, Aguinaga y Llanteno, pero la primera mención documental expresa de Aloria no nos consta hasta 1257, fecha para la cual su parroquia se cita dentro del archiprestazgo de Orduña y del arcedianato de Alava. De 1321 tenemos noticia de ella junto con otras iglesias de Arrastaria y su entorno peleando por no entregar la parte de los diezmos que venían entregando a la Colegiata de Armentia. Desde el s. XVI tenemos constancia escrita de una cofradía llamada «Sto. Domingo y San Iñigo» o bien «San Juan de Aloria» sólo para hidalgos, con sus ordenanzas. Varios documentos nos permiten conocer su población a lo largo de toda la Edad Modema.
- LOS MATERIALES CERÁMICOS El material cerámico exhumado en el yacimiento de Aloria se compone de miles de fragmentos. Una cantidad muy pequeña la forman los restos de cerámica vidriada recogidos en las capas superiores que ignoraremos por no ser ese el objetivo de nuestro trabajo. Buena parte de los fragmentos suponen una reiteración monótona de tipos y formas. Este hecho junto con la limitación del espacio de este trabajo ha hecho imprescindible realizar una apretada síntesis del material dibujado y estudiado por nosotros. Esperamos que el material seleccionado sirva de representación suficiente para conseguir una panorámica bastante completa de lo que puede ofrecemos dicho yacimiento.
3.1. La pasta
En cuanto a pastas se refiere, nos encontramos con materiales típicos de la época medieval, al menos en la zona a la que se refiere el estudio: bastante porosidad, y en general aspecto de fragilidad originado por esa misma porosidad. Suelen presentar numerosos desgrasantes sobre todo marrones rojizos, respondiendo a óxidos metálicos o blancos, en su mayoría cuarzos. Estos desgrasantes varían en tamaño de ser escasamente distinguibles a llegar a los 2-3 mm e incluso sobresalir de la ·pasta en la que están incluidos. Sólo uno de los fragmentos presenta mica como desgrasante, característica bastante inconfundible. Son muy heterométricos. La coloración que adoptan las piezas es muy variable, yendo desde el amarillento muy claro (89- 90K), pasando por los pardos y marrones (67-69T) hasta llegar al naranja o rojo vivos (40N). En ocasiones llega a conservarse el gris del hollín en el exterior de algunas vasijas, lo que corrobora indudablemente que sirvieron para poner alimentos al fuego. El grosor de las pastas oscila entre los 3mm y los 9 mm de un caso extremo pero la mayoría se encuentran entre los 3,5mm y 5mm. No se han conservado grandes recipientes de almacenamiento, mucho más gruesos normalmente, ni poseían una tecnología que les permitiese una finura mayor que 3mm. (excepto en un caso, que alcanza los 2 mm.)
3.2. La tecnología
En la mayoría de los fragmentos podemos suponer la ayuda de un tomo aunque nos inclinaríamos a pensar no en un tomo rápido sino mas bien en una tometa e incluso quizá no en todas las piezas. Son muy claras las improntas digitales en el interior de los fondos con mucha frecuencia e incluso no son raras en el lado interno de las paredes. Las cocciones o al menos las post-cocciones parecen ser oxidantes pues los tonos que poseen las pie- zas como ya hemos comentado van del naranja al pardo o al amarillento pero no tienen gran perfección pues no son uniformes observándose casi siempre áreas de diferente coloración en una misma pieza y casi sistemáticamente sección gris, clara u obscura, en ellas. Se observa asimismo en ocasiones la aparición de vacuolas que quizá sean debidas a la desaparición al fuego de desgrasantes orgánicos como la paja. Aisladamente encontramos algún fragmento perteneciente a pastas más negruzcas y groseras pero son muy pequeños y marginales en el conjunto.
3.3. Las formas
Debemos destacar la ausencia de formas abiertas que tradicionalmente se ha asociado al uso de vajilla de mesa de madera o del algún otro material perecedero. Las formas reconocibles se limitan a las clásicas de OLLA y JARRA. Los perfiles son globulares u ovoides nunca carenados y los fondos son planos en todos los casos. Los bordes de olla conservados, muy abundantes y variados, tienen cuello corto y exvasado. Conservamos solamente uno con un asa de cinta que sale directamente del labio. Las asas de cinta, de las que hablaremos más adelante, son numerosísimas y aparecen en otros yacimientos de zonas cercanas acompañando a veces a las ollas. Así F. Sáenz de Urturi en Los Castros de Lastra (Alava) registra ollas sin asa, con una y con dos. García Camino también las encuentra en Bizkaia en Kurtzio (Bermeo) y Momoitio (Garai) y en Guipúzcoa, en Deba 12.También pueden encontrarse en Cantabria 13 y Navarra 14, siempre combinándose con otras variedades que no las tienen. Los diámetros de apertura de la boca van desde los 8 cm. (ALO 91 C9-4 NI 1557) hasta los 17 cm. (ALO 91 Cl6-l NIII 8333) pasando por todos los intermedios pero los más frecuentes oscilan entre los 10 y 13 cm. Tomaremos como prototipo de jarra la que hemos recuperado casi totalmente (ALO 91 C 15-1 NII 4755) (LAM 11) aun sin descartar, claro está, otras posibilidades al menos en cuanto a tamaño se refiere. Presenta boca trilobulada de en tomo a 11 cm. de diámetro. Asa de cinta que parte directamente de la boca, de 5,2 cm. y se apoya en la parte superior del galbo, once líneas paralelas suaves en la zona baja del cuello aprovechando la rotación del tomo, fondo plano, de 15 cm. de diámetro y una altura que estimamos para el ejemplar que nos ocupa de unos 35 cm. tanto por las proporciones de la propia jarra como por paralelos prácticamente idénticos de Navarra estudiados por C. Jusué e l.Tabar a la que asignan una cronología plenomedieval (ss. XI-XIII).
3.4. Los bordes
La mayor riqueza observada entre las piezas de este yacimiento se refiere a los bordes pues aunque son todos más o menos exvasados o incluso rectos, pueden ser: REDONDEADOS, REDONDEADOS-APUNTADOS, TRIANGULARES, ENGROSADOS AL EXTERIOR, CON ENCAJE PARA TAPADERA y OTROS: con una pequeña moldura inmediatamente bajo el fabio etc.
3.5. Los fondos
Los fondos son planos en todos los casos. En muchas ocasiones presentan restos de improntas digitales al interior y en la zona de contacto con el galbo como ya hemos comentado. Al exterior a veces tienen una característica rebaba y en ocasiones la superficie de apoyo exterior del fondo tiene una cantidad anómala de desgrasantes que le dan aspecto de «lija». Quizá se deba a que este era el método que utilizaban para separar las piezas del tomo. En su gran mayoría aparecen muy fragmentados pero los que hemos podido medir nos dan dimensiones que van de 9 cm. a 16 cm.
3.6. Las asas
Las asas, son numerosísimas y constatamos que es un elemento que se desprende entero de su vasija por lo que podemos suponer que era un punto débil y que el dominio de las técnicas alfareras que poseían no era muy grande. Todas las encontradas excepto dos pertenecen a la modalidad de cinta con rebaje central, aunque los tamaños serían muy variados: 20 a 54 mm. Parten del mismo labio o inmediatamente de debajo. Como ya hemos visto pueden aparecer tanto en ollas como en jarras aunque nos inclinamos a creer que son mucho más frecuentes en estas últimas. Muy a menudo aparecen decoradas con punciones, que normalmente son longitudinales pero que a veces son redondas o elípticas. Suelen organizarse en una única fila siguiendo el sentido longitudinal del asa pero a veces son dos filas. Normalmente no llegan a atravesar totalmente la pasta, pues se efectúan con la pasta húmeda, pero a veces sí lo hacen. El único tipo de asa diferente que apreciamos parecen ser dos asas de orejeta fragmentadas, una de sección gris y 6mm. de grosor. Incluiremos en este apartado dos perforaciones circulares que aparecen en sendos fragmentos de galbo que pudieran haber sido utilizados como elemento para suspensión aunque en los paralelos hallados, por su ubicación, ponen en duda dicha suposición. Aparecen tanto en Los Castros de Lastra (Caranca.Alava), donde son varias y aparecen cerca del borde o bien cerca del fondo, como en Mendraka (Elorrio. Bizkaia) donde aparecen varias en la misma vasija situándose cerca del fondo. Debemos mencionar aquí el hallazgo de un cilindro de cerámica que podría tratarse de un asa o vertedera para la que no tenemos referencia ni otros fragmentos que nos puedan datos de su función.
- LA DECORACIÓN
No existen engobes ni tratamientos de superficie en ninguno de los fragmentos encontrados. La decoración es enormemente sencilla y monótona limitándose a incisiones paralelas hechas con peine aprovechando la rotación del tomo en el cuello y parte alta del galbo. Los intervalos entre las incisiones son variados así como la profundidad y nitidez de las mismas. Son muy numerosos los fragmentos que poseen este tipo de decoración no sólo en este yacimiento sino en zonas próximas. Recogemos una variedad únicamente con dos fragmentos que consiste en un meandro dibujado en la pasta blanda con un instrumento de una sola punta, y mencionamos la aparición de un mamelón en una pieza de superficie sin siglar.
Una única pieza presenta tres pequeñas punciones circulares bajo el borde. La decoración más elaborada la constituye una olla que bajo cuatro incisiones paralelas tiene dos líneas onduladas que se acercan enfrentándose formando rombos. Desgraciadamente tiene un pequeño desconchado que impide ver bien la decoración. Este limitadísimo panorama junto con las incisiones de las asas de cinta si queremos considerarlas como decoraciones, serían todo el abanico de decoraciones recogido en el yacimiento de Aloria.
- CONCLUSIONES
El estudio de las cerámicas cronología medieval aparecidos en Aloria, ollas y jarras, nos remite a con- textos del pleno medievo y son tipos muy habituales para zonas aledañas al valle de Orduña, tanto en per- files, pastas, tecnología o decoraciones. Por las variadas tonalidades de la mayoría de las pastas (amarillentas, pardas, rojizas y anaranjadas) podemos inferir que la cocción o al menos postcocción ha sido realizada en ambiente oxidante. La aparición de zonas de diferentes tonos en una misma pieza y a la vez la existencia de sección gris en muchos de los fragmentos nos hacen pensar en una falta de control en el manejo del horno. En el mismo sentido de esta carencia de pericia estaría el gran número de asas sueltas y/o rotas que encontramos. Por su parte el tomo parece haber sido usado masivamente pero con ayuda de las manos del alfarero en diferentes fases del proceso, lo que hace que las paredes no sean siempre perfectamente lisas ni las dos caras de una misma pared, paralelas. Por otro lado la ausencia de formas abiertas (cuencos, platos…), generalmente más asociadas a las últimas fases del medievo (ss. XIV-XV) parecen avalar esta hipótesis de adscripción de estas piezas a los siglos centrales de este periodo. Podemos concluir, por tanto, que no hemos podido, al menos por ahora, hallar evidencias cerámicas que pudieran asociarse a ese nivel del s. VII del que tenemos conocimiento por datación de radiocarbono del calzo de poste, y que vendrían representadas sobre todo por las ollas que se han venido llamando «de tradición indígena». Habría que interpretar nuestros restos con la Aloria plenomedieval (ss. XI- XIll) periodo para el cual ya tenemos nuestra primera evidencia documental (1257).
Tomado de www.bizkaia.eus
Mª J ose Zabala Altube