El Puente de Ibazurra (Recuerdos)
Hoy es sábado. Acabo de llegar a la casa de mi madre, en Orduña. Ayer fue mi cumpleaños. Hace una escasa semana el de mi hermana Luci. Mañana (aunque propiamente debiera ser el 29) será el de mi buena madre. Con este motivo nos reunimos. He tenido taxista de lujo. Mi cuñado Txema. Bien es sabido que es de Amurrio, ciudad que se disputa con la propia Orduña la categoría de «pelutxilandia». Ya siento decir que, a mi modo de ver, tiene todos los boletos para que les toque el «título» pero no es este el mejor momento para discutirlo. El hecho es que estoy en Orduña. Por otra parte, mañana es jornada electoral. Todos nos preguntamos si habrá algún cambio profundo.
La casa de mi madre está en lo que hoy se llama Plaza de Juan de Garay. Quiero suponer que su dedicación hace referencia al conquistador y fundador de la actual Buenos Aires. Bien es sabido que algunos historiadores «patrioteros» le hacen nacer en Orduña aunque esta probabilidad es la misma que la mía de ser lehendakari de los dominios de don Sabino (Arana). El hecho es que estoy aquí, en el balcón que da a la silenciosa plaza de don Juan. Frente al balcón, un segundo edificio me impide la visión de la no lejana montaña por donde asciende la sinuosa carretera de Vitoria dejando a su vera las aldeas de Artómaña y Aloria. Buen recuerdo de mis viajes al Seminario que los Paúles tenían en Murguía. Buen recuerdo del lento autobús de un piso y medio que proveniente de Arceniega llegaba hasta la capital alavesa. Autobús de «chofer» y cobrador. Buen recuerdo de uno de estos cobradores que, creo, se llamaba Vitor.
Está ubicada la casa en el barrio de las «Adoberías» del que parte un viejo camino hacia Bilbao denominado «Tras Santiago». Términos ambos que nos retrotraen a tiempos medievales cuando la villa (posteriormente ciudad) era un poderoso enclave comercial y militar, asentamiento de ferias, artesanos y romeros. Como espacio central del entorno la imponente trasera de la no menos imponente Iglesia-Fortaleza de Santa María. Entre la Iglesia y la barriada se ubica hoy día el ambulatorio y el riachuelo denominado «Matapulgas» proveniente de la «Fuente La Teta». La primitiva carretera a Vitoria y el antiquísimo camino hacia Aloria han sido cortados por la reciente circunvalación. Atravesada ésta por un angosto túnel podemos acercarnos al hoy abandonado Convento de Santa Clara.
Como casi todo el entorno periurbano ha sufrido este de Adoberías una profunda transformación en los últimos cincuenta años. La huerta de los «Mendía», la centralita eléctrica, la casa de «Rebus» y otra cuyo nombre no recuerdo (¿María?) están hoy día ocupadas por el Ambulatorio y un pequeño parquecillo. El riachuelo «Quintana o Matapulgas» ha sido canalizado y un par de huertas y las Eras de Perín han sido sustituidas por la barriada donde escribo estas líneas. Bordeando las casas, un camino asfaltado nos lleva hasta el río Nervión aunque para ello hayamos de atravesar «a lo loco» la peligrosa circunvalación que corta el camino.
Muchas veces lo recorrí, sin asfaltar y sin carretera por medio. Antes de llegar al río, a la izquierda, tenían mis abuelos una hermosa y amplia huerta. Atravesado el río accedíamos a algunas de las fincas rústicas donde se sembraba trigo o alfalfa. Jornadas de siembra, cosecha y acarreo. Siempre con carros tirados por lentos bueyes que, a duras penas, cabían por los estrechos caminos en la mayoría de los casos descuidados y con la vegetación lateral dificultando el tránsito. ¡Así eran las cosas! Apenas dos o tres sencillas casas se encontraban una vez pasado el río. Algunas han sido hoy día remodeladas. En la lejanía, el altozano sobre el que se ubica la aldea de Aloria, posiblemente de los primeros asentamientos del valle. A un tercio de camino las ruinas del viejo y abandonado cementerio. Posiblemente este fue el más antiguo de los caminos que ponían en contacto la meseta con el valle orduñés y, una vez en él, con el Cantábrico bien por Bilbao (siguiendo el Nervión) o por Castro (Valmaseda). Tres datos pueden avalar esta afirmación: la existencia en las inmediaciones de Aloria de un suficientemente datado establecimiento romano, la confluencia de este camino en el Puente de Ibazurra y la disposición este-oeste de las tres primeras calles de la villa. En otras palabras: este camino descendería por las laderas del valle hasta Aloria, de allí entraría en la villa (atravesando el puente de Ibazurra) por la puerta de la calle «Carnicería» saliendo de la misma por la puerta del «reloj». Atravesada la muralla tomaría rumbo a Bermeo (posteriormente a Bilbao) siguiendo el cauce del Nervión o a Valmaseda por la «Fuente de la Choza».
Uno de los puntos clave de este camino sería el «Puente de Ibazurra» en cuyas inmediaciones se conserva el topónimo de «Las Calzadas». Lo conocí como una sencilla construcción de dos ojos de una bien trabajada cantería. Muy similar al que se conserva en La Muera. Tan estrecho en todo su tramo que dificultaba el paso de los carros tirados por bueyes cuando se trasportaba hierba o trigo. Especialmente con la hierba por ser más el volumen que se cargaba. La salida en curva era un auténtico problema porque, para proteger la embocadura había en el suelo unas grandes piedras que, con gran dificultad, sorteaban los carros. En su momento debió mostrarse con cierta altivez. Cuando yo lo conocí estaba su cauce excesivamente colmatado y a merced de las correspondientes riadas que hacían discurrir el agua por uno u otro ojo. No era infrecuente ir a su entorno a pescar loinas o cangrejos. En su lugar se ha construido un puente-paso que no reviste ninguna importancia. En mi opinión debiera haberse conservado el viejo puente dada la importancia arqueológica que representó no tanto desde una perspectiva arquitectónica sino histórica.
!Que recuerdos me evocan los tuyos !la verdad es que en mi memoria el puente de ibazurra era mucho más imponente y arquitectonicamente valioso de lo que lo has descrito. ¿ cuantas veces lo he puesto de ejemplo de lastimosa pérdida de una joya? ahora mismo cuando leía tu artículo me parecia que lo estabas minusvalorando, pero al ver la foto que también tienes publicada me he dado cuenta de lo humilde que era. Sin embargo ahora pienso ¿como era de verdad el puente? ¿como yo lo recordaba o como lo veo en la foto? y decido que para mi va a seguir siendo como yo lo recordaba, que es como lo siento. En estas cuestiones sin duda prefiero la memoría sentimental aunque me engañe. !que sean así todas las mentiras.
!ENHORABUENA POR TU PíGINA ! PARA LOS QUE SENTIMOS ORDUÑA ES FANTíSTICA !
Amigo Joserra: lejos de mi intención minusvalorar mi querido puente de Ibazurra. Siento como tú su pérdida por cuento ahora mismo mi madre vive en sus proximidades y constantemente paso por su sustituto. En los años cincuenta era ya un puente pequeño y sencillo. En mi opinión debía ser uno de los más antiguos. Gracias por su aprecicaión de la página.