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Mosaico histórico de la CIUDAD de ORDUÑA (VI)   

Mosaico histórico de la CIUDAD de ORDUÑA (VI)   

Las guerras del siglo XIX

La situación de Orduña entre Castilla y el mar motivó una vez más el interés por su posesión y guarda durante las contiendas del siglo.

La entrada de las tropas de Moncey en diciembre de 1807 y la estancia en la ciudad durante cerca de tres semanas en enero de 1808 de un regimiento de casi 2.000 hombres, instalados en el convento de San francisco y en Colegio de los jesuitas. La llegada del general Brun con 3.000 hombres en agosto de 1808 y el paso de los ejércitos franceses con cerca de 10.000 hombres en octubre de dicho año. Esto indicaba el inicio de una serie de acantonamientos y tránsitos de tropas por la ciudad que se prolongarían durante los 5 años de contienda.

Orduña se significó por su apoyo a las partidas guerrilleras enriscadas en las peñas y montes, mientras los invasores se esforzaban por asegurarse en la ciudad y en la aduana, su fortín. En una escaramuza por parte del comandante Longa, unido a la guerrilla de Abecia, la del comandante Renovales, que en 1812 obligaba a los franceses a evacuar la ciudad, o la bajada desde la Peña de Mendizábal y sus gentes. El 17-6.1813 llegaban a Orduña el general Longa y sus gentes y una división que, desde Portugal, venía siguiendo la retirada francesa; poco después entraba el general Girón con 10.000 hombres de infantería y 2.000 de caballería, todos camino de Vitoria.

A causa de este paso de tropas se segaron en verde la cebada, la avena y parte del trigo para abastecer a la caballería; por eso no fue posible abonar la cantidad de trigo y cebada que el cabildo de Orduña entregaba cada año a Calahorra. Terminada la guerra el concejo orduñés quedó con una deuda de 12 millones de reales.

En los años posteriores Orduña quedaba aún recogida en su recinto medieval, cercada de murallas y con baluartes, torreones y seis puertas de entrada.

El 4-10-1833, pocos días después de la muerte de Fernando VII, el teniente coronel Don Juan Felipe de Ibarrola proclamaba en Orduña al rey absoluto Don Carlos María isidro; pero la reacción de Vitoria, fiel a la regente tras de un conato carlista, no se hizo esperar y envió a Orduña tropas del regimiento San Fernando que abortaron el movimiento carlista.

Consciente el gobierno de la importancia estratégica de Orduña, reforzó entonces la ciudad con una guarnición de carabineros al mando del comandante, Francisco Linage quien, desconfiando de los vecinos de Orduña, tomó actitudes violentas contra el ayuntamiento, el cabildo y el guardián del convento de San Francisco, exigiendo pases a los religiosos que salían a regir curatos, servir iglesias o predicar en la Semana Santa de 1834. El 7-4-1834 la comunidad franciscana abandonaba Orduña y su convento. El edificio del convento, excepto dos capillas reclamadas por sus dueños, pasó al ayuntamiento para destinarlo a hospital de la ciudad.

En 1843 una orden del general Espartero, en el poder desde el fin de la guerra, decretaba la unión de Orduña a Álava. Tras la caída de Espartero, el gobierno provisional, urgía el 17-8-1843, siguiendo la línea anterior, el cumplimiento de la Real Orden que disponía la unión, pero las exposiciones y argumentos de la ciudad y de la Diputación de Vizcaya hicieron que otra Real Orden, el 6-12-1843, dejase el enclave orduñés dentro de la provincia de Vizcaya.

En la segunda guerra carlista desaparecía la iglesia de San Francisco. Sin alteres ni objetos de culto, se utilizó como depósito de paja de la intendencia militar; y con la paja contenida, ardía totalmente quedando sólo la parte del convento destinada hoy a residencia geriátrica.

Fuente: Catálogo Monumental de la Diócesis de Vitoria (Tomo VI), Micaela Portilla.

 

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