Siete siglos después
Hace siete siglos, el 17 de junio de 1284, Orduña entraba a formar parte de Bizkaia. Vasto período de tiempo e historia de Orduña y del pueblo vasco que contempla una evolución creciente de los poderes de la Corte castellana, primero los Austrias, luego los Borbones, Repúblicas y Dictaduras españolas que imponen sus criterios por la fuerza y, finalmente, liquidan todo resto de autogobierno vasco en las guerras carlistas de 1839 y 1876.
En todo este largo tramo, Orduña ha sido una ciudad con cierta relevancia, frontera y nudo de comunicaciones, avanzadilla de Bizkaia al pie de la Meseta y paso obligado por el comercio y el viajero castellanos, tras superar el Ebro, frontera natural de Euskal Herria.
íšnicamente en los últimos tiempos, léase durante el presente siglo, Orduña, entre en una manifiesta decadencia y, toda aquella agricultura y viticultura pujante de otro tiempo, su industria artesanal, que hasta la última guerra civil dio vida a una población cabeza de comarca, pasaron a mejor vida, para dar entrada a una industrialización siderúrgica y del mueble, parte de la cual conoce tiempos de franca depresión, con uno de los índices más elevados de paro de Bizkaia. Por otro lado, la vieja ciudad va evolucionando en el sentido de convertirse en una población-dormitorio cuyos habitantes de modo creciente tienen que viajar diariamente a sus puestos de trabajo de «El Bollo» con motivo de este séptimo centenario, creemos que puede considerase una disculpa para mostrar la realidad y el ambiente de otra época. No es que «El Bollo» resultase un prodigio de información -antes bien se ocupaba de sacar a la luz chascarrillos y murmuraciones de calleja, historias amorosas, reales o inventadas, de sargentos chusqueros del ejército acantonado en el edificio de la antigua aduana, en la plaza, con modistillas del pueblo. Sin embargo, hay un hecho claro: en un pueblo que en 1910 tenía una población de 3.226 habitantes, sale cuatro años después una revistilla de carácter local que, según los antiguos, circulaba por todas las manos del pueblo. Hay que reconocer el mérito de aquellos reporteros del ambiente callejero de la Orduña de principios de siglo hasta 1936.
ORDUÑA A 700 Aí‘OS DE SU CONFIRMACIí“N DE SU VIZCAíNA (1284-1984)
La entonces villa de Orduña no podía andar de mano en mano, según el azar de los tiempos. Fue éste el momento de tomar la decisión definitiva, en evitación de los grandes males que esta villa padecía con el cambio constante de dueño.
Orduña pasó definitivamente a ser parte de Vizcaya como un mayorazgo del Señorío, el 17 de junio de 1284. Esto sucedía en los tiempos del señor de Vizcaya don Lope Díaz de Haro IV.
Hallándose el citado señor en Vitoria, confirmó la carta-puebla de su abuelo «Cabeza Brava», dirigida a la villa de Orduña, por cuyo documento quedó incorporada al Señorío de Vizcaya.
El documento de confirmación dice así: «Sepan cuantos todos este privilegio vieren et oyeren, como yo Lope Díaz de Haro, hijo primero de don Diego et de doña Constanza, et Señor de Vizcaya… do a Orduña por mayorazgo de Vizcaya para siempre jamás, que nunca se aparte una de la otra en ningún tiempo, et que ninguno la pueda heredar sino quien fuere Señor de Vizcaya… Vitoria a 17 días del mes de junio de 1284».
Por ello, como agradecimiento al gesto de su señor, la entonces villa de Orduña incorporó a su escudo la leyenda «ETIAM SI OPORTUERIT ME MORI TECUM NON TE NEGABO», que significa: «Aunque por ti muera nunca te negaré». Ello se refiere a la vizcainía que le fue concedida, y de la que la villa de Orduña estaba agradecida, motivo por el cual juró que moriría por el Señorío que la adoptó.
José Lambarri Ugarte