ARRASTARIA (Guerras Carlistas)
1.- PRIMERA GUERRA CARLISTA (1833-1839)
El 22-10-1833 reunido el ayuntamiento de Arrastaria se sumó al carlismo, dando lectura a un comunicado del comandante en Jefe de la Cuadrilla de Ayala en el que se ordenaba una leva de “todos los mozos a partir de los 18 años” en favor del legitimo rey don Carlos”, lo que se manda se lleve a efecto.
El orduñés, Íñigo Ortés de Velasco, diputado general de Álava, no pudo hacer otra cosa que convocar una junta particular, para mantener el orden interior de Vitoria y manifestarle a Verastegui, jefe de los carlistas vitorianos, su actuación antiforal. Éste, después, fue nombrado presidente de la Diputación y comandante general de toda la fuerza armada carlista, en tanto, Íñigo Ortés de Velasco, consiguió mantener a la provincia bajo la bandera de la reina Isabel II.
En el Alto Nervión los caudillos locales carlistas (Ibarrola, Sopelana y Goiri), se movían constantemente por la zona, intentando arrebatar la ciudad a los cristinos, que habían establecido una guarnición con Francisco Linage como comandante.
A fines de mayo de 1835 cuando pasaban por el valle de Arrastaria las tropas carlistas (5º Batallón de la 3ª Brigada de Álava), el concejo hubo de entregar cuantiosas raciones para la tropa.
El 19 de marzo de 1836 tuvo lugar la llamada “acción de Unza” en los pasos de Arrastaria y Orduña, encima de Artomaña (entre el monte Bagate, la zona de Unzá y el pueblo de Uzkiano), a la zona del valle de Zuya, así como a la llanada alavesa. Los carlistas comandados por el general Eguía y los isabelinos por los generales Espartero, Rivero y Méndez de Vigo. Esta batalla fue una de las más cruentas de la “primera guerra”. “Mil hombres costaron a unos y otros ganar y abandonar las posiciones”. La división que más sufrió, la vanguardia, fue la de Ribero[1].
Enero de 1837. A finales de dicho mes los carlistas inutilizaron el portillo de Goldecho y trataron de hacer lo mismo en el puerto de San Bartolomé[2] con el objeto de aislar la zona de todo tipo de incursiones liberales desde la zona del valle de Losa.
En 1839 Espartero reconoció la Peña de San Bartolomé[3] y trazó en la misma “un reducto que los asegurase la carretera”. Su alzado cuadrangular aún se puede observar junto al camino que desde el puerto de San Bartolomé lleva al monte Arando, en un alto y cruzado por una alambrada.
26 de marzo de 1839. cuando la columna del general Espartero bajó a Orduña, antes de entrar, en Tertanga, “desapareció el archivo de la iglesia con los ornamentos y objetos de culto”. Ese día, Espartero tomaba Orduña, y empezó a construir un fuerte en el monte Guecha. Hacía 3 años que no estaba en Orduña. El 31 de agosto de 1839 se dio por finalizada la guerra con el Convenio de Bergara[4], con un abrazo entre los dos generales y jefes de sus ejércitos, hasta entonces rivales, Baldomero Espartero y Rafael Maroto[5].
2.- SEGUNDA GUERRA CARLISTA (1846-1848)
Tuvo escasa incidencia en la zona. En los años que trascurren entre la Primera guerra carlista (1836) y la Tercera, que se inició en 1872, hubo en todo el reino varios conatos de levantamientos. En esta comarca de Orduña-Amurrio, actuó, aunque brevemente, un grupo comandado por Fernando Menoyo, alias “Fernandón” “contrabandista de oficio, y mozo que reúne mucho aliento a su corpulencia y brío”, vecino de Menagarai, que tenía de “segundo” a “un estudiante de Délica”; la prensa isabelina denominó al grupo como los “malhechores de Saracho”.
3.- TERCERA GUERRA CARLISTA (1872-1876)
En esta tercera guerra no parece que hubo tantas luchas o batallas por la zona de Orduña, Arrastaria y alrededores, como en la primera, o cuando menos no se reflejan en los libros que tratan del asunto[6].
La guerra estalló en Orduña, valle de Arrastaria y su comarca, en 1872, el día 22 de abril, después de muchas vicisitudes, desde que finalizara la “Primera Guerra Carlista” en el año 1.839. Habían transcurrido 23 años entre una y otra guerra.
Una primera consecuencia fue la paralización de la línea ferroviaria Orduña- Miranda de Ebro que es objeto de diferentes atentados producidos por alguna de las fuerzas contendientes; quemaron estaciones, reventaron túneles y puentes, levantaron tramos de vías… que fueron la causa de represalias ejecutadas con violencia. Los carlistas se hicieron dueños de la línea férrea entre Pobes y Orduña. En Orduña instalaron un depósito en la estación en el que tenían máquinas, material y empleados. Por ello, la vía férrea quedó paralizada durante bastante tiempo. Por citar alguna acción, señalamos que el 9 de junio de 1872 los carlistas derribaron o trataron de hacerlo, el puente, de sillería, de la vía férrea de Saracho; fueron incendiadas las estaciones de Miravalles, Areta, Llodio, Amurrio y Lezama; así como fueron levantados carriles y traviesas para construir parapetos[7]. El 6 de marzo de 1876 las vías del ferrocarril ya estaban reparadas y se pudo restablecer el tráfico desde Bilbao hasta Orduña.
4.- Consecuencias directas de estas guerras
A partir de 1876, y también en los años anteriores, sobre todo después de la Primera Guerra Carlista (años posteriores a 1839), los orduñeses, al igual que los habitantes de todo el país, encontrarán en la emigración trans-oceánica una vía de escape; no cabe duda de que el atractivo de la propiedad era un gran estímulo para unas personas cuya máxima aspiración social residía en alcanzar el estatus de pequeño propietario autónomo, y la aventura americana se les aparecía como único medio para conseguirlo. Orduña y su comarca no representaron una de las mayores salidas de población con destino a América, muy por detrás de otras zonas de Bizkaia. No obstante encontramos abundantes referencias a orduñeses que se trasladan principalmente durante el segundo y tercer cuarto del siglo XIX: en algunos casos desconocemos el destino exacto de estos emigrantes puesto que la documentación habla de vecinos que salen para una expedición a América, pero cuando se menciona el país elegido, destacan Cuba y Argentina (Manuel de Vergara, la viuda de Román de la Fuente, y la de Justo Díaz de Tudanca quieren enviar a sus respectivos hijos de catorce, veintidós y veintisiete años – a Buenos Aires con objeto de dedicarse al comercio) a donde acuden con la intención de dedicarse al comercio, frente a otros lugares que fueron los preferidos de quienes se marcharon en anteriores fases migratorias, como las del siglo XVIII: México y de nuevo Argentina, principalmente, pero también a Cuba.
[1] De la importancia de esta batalla da cuenta un Documento manuscrito del Ministerio de la Guerra titulado “Relación de las gracias concedidas por el General en Jefe de los Ejércitos de Operaciones del Norte y de Reseras sobre el campo de batalla en la acción de Unzá, ocurrida el 19 de marzo último (1836) y confirmada por resolución de 26 de abril de 1936”. El Documento (con páginas de introducción) contiene otras doce con una relación de méritos, ascenso, condecoraciones, etc… Archivo Histórico Nacional.
[2] Los carlistas de la zona de Orduña tenían establecida una avanzadilla en el puerto de San Bartolomé, en el primer caserío, situado en una curva, (según se baja el puerto de Orduña desde Berberana ), reforzada con una compañía y 2 escuadrones, situados en Tertanga y al pie del puerto. Este caserío fue la primera venta de Tertanga y era de propiedad municipal, en sus orígenes (actualmente propiedad de la familia Quincoces).
[3] Situado en las jurisdicciones de entre Villaba de Losa y Berberana, a 929 m. de altitud. Se halla antes de coronar el puerto de San Bartolomé, hoy llamado de Orduña, a la mano izquierda, según se sube. Cuadrado, de 39 m. de lados, con un foso perimetral de 2,50 m. y una anchura de muros exteriores de 0,90 m. Se levantó durante la Primera “guerra carlista”. Este tipo de fuertes se denominaban de “campaña”, del tipo “fortín centinela”, que se solían construir en colinas o altozanos que dominaban puntos estratégicos, en este caso en la carretera del Señorío de Vizcaya, a su paso por el puerto de San Bartolomé.
[4] El fin de la guerra en el norte hizo que Espartero llegara a Zaragoza al frente de 44.000 hombres en octubre de 1839 y estableciera su cuartel general en Mas de las Matas. Cabrera (líder carlista del Maestrazgo) consigue mantener la resistencia hasta el 30 de mayo de 1840 cuándo Espartero conquistó Morella y Cabrera se dirigió a Berga.
[5] Un personaje interesante en esta primera Guerra fue Prudencio Sopelana Lecanda.: Nació en Tertanga en 1800. Murió en 1864. Estudió Derecho en Valladolid, alistándose en el batallón realista de voluntarios en 1822. Después de distinguidos servicios es ascendido a capitán. Al morir Fernando VII ingresa en las filas carlistas. Su hoja de servicios está llena de brillantes acciones en las batallas más destacadas entre 1836 y 1839. En esta guerra aparece varias veces al frente de fuerzas carlistas en Amurrio y su contorno. Es nombrado comandante general de la 3ª Brigada del Ejército Real de Álava y jefe del Ejército carlista del Norte, participando en el sitio de Bilbao. Tras la victoria de Oriamendi, el pretendiente don Carlos le hace mariscal de campo. En la batalla de Retuerto fue herido gravemente. Al final de la campaña acompaña a don Carlos al exilio en Francia, volviendo en 1849 a España, retirándose de la vida militar y política.
[6] Los carlistas insurrectos de la zona tuvieron escondidas armas, durante la Tercera Guerra Carlista, en la ermita abandonada de San Juan de Aloria.
[7] Un oficio remitido por el destacamento de la Guardia Foral de Orduña a la jefatura de este Cuerpo, relativo a la detención de Guillermo Ugarte, José Uzquiano y Santiago Uribe, autores del hurto de ciertos materiales de la caseta del ferrocarril denominada Aloria, durante la “ 3ª guerra carlista”.