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MOLINOS de ORDUÑA

MOLINOS de ORDUÑA

El cereal cosechado en Orduña era llevado a moler a una serie de ruedas y molinos, documentados en las vertientes de la Peña de Orduña y en el curso del alto Nervión. Esta industria, de origen antiguo, en unos casos  estuvo patrocinada por grandes propietarios deseosos de ampliar sus rentas, y en otros con carácter colectivo, ligada a una comunidad aldeana o por fruto de los esfuerzos de agricultores unidos  que no podían soportar tal inversión de manera individual. En Orduña está constatada la presencia de diferentes tipos de molinos.

Por un documento de 1484, conocemos que junto a la muralla, ya extramuros del casco, pegando a la iglesia se encontraba un molino propiedad del convento de Quejana, poseído por la ciudad en virtud de censo convenido en 1484 y que al año siguiente, cedería la ciudad junto con otros bienes a Ochoa Sáenz de Orozco[1].

En 1484 el convento de Quejana tenía en Orduña, desde años antes otro molino, junto a la cerca y muro de la ciudad al lado de la parroquia, otra rueda donde dicen “El Balle” que es cerca de la ermita de San Lázaro[2].  Parece que este molino estaba situado en la zona trasera, cercanías del actual taller de Juantxu Bergara, en las cercanías del  arroyo que discurría por la zona zaguera  de dicha finca, que servía para conducir el agua hasta él y que iba a desembocar al río Nervión, cerca del puente del Prado. En 1490 existió un pleito entre el concejo de Orduña y los parcioneros del molino que fue de Juan Martínez de Uzquiano en el Prado[3], sobre la propiedad del terreno y usufructo del mismo  Este molino pudo situarse en la zona situada poco antes de llegar a las propiedades del antiguo balneario de La Muera, ya que una vez que atravesaba el río Nervión el puente del Prado, salía una especie de canal que discurría por entre la actual carretera general y el río, desaguando sus aguas en la zona del puente de Mendichueta.

En la fogueración de 1511 aparece el dato de la existencia de seis molinos en la jurisdicción de la ciudad, ya que el consumo de harina de trigo y cebada era fundamental.

En el siglo XVI se registraba una “rueda y su rodero“ situada en la Casa Blanca, junto a San Juan del Monte, lugar en que según la documentación parece existieron varias ruedas ( Concierto por el cual Francisco y Domingo de Gorbea, vecinos de Sojo, darán a Martín de Ibarguren una cinta y un rodete en una rueda que tiene en las de San Juan del Monte ). En 1570 se realizan trabajos en las presas y molino de Alday  con un costo  de 3.062 mrvs.  A finales del citado siglo existía un molino de los herederos de la familia Ochandiano (estaba situado rodeado y dentro de la zona de los términos del Prado de San Bartolomé, Alday, Aria de Yzardon, Arbieto y puente de Mendichueta ), que lo gozaba Juana de Velasco y Mendoza. Igualmente, se constata la existencia de un molino detrás de la ermita de San Lázaro que era del ayuntamiento (rentaba unos 30.000 mrvs. anuales ) así como otro situado detrás de la parroquia de Santa María que lo gozaban el licenciado Arteaga y Juan de Salazar, cuya renta debían ser 20 fanegas de trigo de la “medida menor “.

En el siglo XVII se documenta la presencia de “las dos ruedas de la ciudad“, sin que podamos determinar  su ubicación; se trataría, por la terminología utilizada, de molinos de propiedad concejil cuya explotación, como indica el auto de visita de las instalaciones, era dada en arrendamiento a dos vecinos orduñeses.  Estas “ruedas “  aparecen en las actas de inspección realizadas a los establecimientos de la ciudad, en 1636 dos molinos, y en 1639 de nuevo dos molinos, aunque en ambos casos se señala que únicamente se refieren a los molineros que han de pagar multas por haber cometido infracciones, por cobrar de más en sus servicios, por lo que cabe sospechar de la existencia de algún molino más en la jurisdicción. En 1601 se construye un molino, en sustitución del viejo, situado en las cercanías del puente del Bado. En 1657 Juan de Salazar e Inés de Herrán convienen con un carpintero la construcción, por un precio de 25 ducados, de un martinete o “aparejo de moler corteza “en la casa y molino que poseen debajo de la parroquia de Santa María. Al mismo tiempo se remodela el molino existente.(36)

A principios del siglo XVIII, en este caso particulares.

En 1707, otras referencias indirectas nos hablan  de “ …junto a la rueda de Íñigo Ortés de Velasco ..”; el vinculado al mayorazgo de Antonio de Llano y Velasco[4] y Mª Jacinta de Herrán y Romarate, se situaba “fuera del Portal de la calle Cantarranas “, en el camino real que va a la Antigua; otro propiedad de Bentura de Garay, se hallaba “abajo de la ermita de San Juan del Monte “.

En 1804 existe un plan de la ciudad para construir de nueva planta un molino sobre el arroyo que baja de San Juan del Monte  y de la Peña de Goldecho, en las inmediaciones del Santuario, aunque es poco probable que la iniciativa fructificara; de hecho, un informe del Síndico Procurador del año 1840 dice así: “Notorio es que los molinos más inmediatos a la ciudad son los de Saracho, y notorios son también los gastos que la distancia ocasiona “.

Se proponía entonces la adquisición del local existente tras la parroquia de Santa María, en el lugar llamado de “las adoberías “, donde existen restos de paredes que en otros tiempos formaron la casa molino de Íñigo Ortés de Velasco, para conducir las aguas sobrantes de la fuente de la plaza y erigir un nuevo molino. También es probable que este plan no se llevara a cabo, dado que en 1879 se insistía en el antiguo proyecto municipal  junto al puente de la Antigua (en el lado oeste del mismo).

Hacia el año 1957, se construyó el molino llamado de Ygay (Igai),  situado al pie del puente  de Zoraque, en el río Quintana. El mismo cogía las aguas de este río más arriba de donde estaba situado y eran conducidas por un pequeño canal de unos 100 metros de longitud a una charca, para almacenarlas, que estaba situada en la misma campa por donde transcurría dicho canal. La charca estaba situada a una altura de unos 5 metros sobre el lugar donde se situaba el molino.  Este molino estuvo en funcionamiento hasta el año aproximado de 1970 . Actualmente está en ruinas y desmantelado.

En torno a los años 50 del siglo XX, el Sindicato en sus instalaciones de las Eras de Polanco, tenía un molino eléctrico. Posteriormente, a partir del año 1970, se solía acudir a moler al molino eléctrico de la familia de Manuel Mendibil, en el barrio de  Las Eras de Polanco.

[1] Esta misma persona (Ochoa Sáenz de Orozco) en 1485 solicita al concejo de Orduña que “se amojone el cauce de la rueda del Prado “. (No sabemos si era el  molino antes contado del  convento de Quejana), pero parece por las referencias  de un amojonamiento que también estaba situado en la zona trasera de la parroquia de Santa María, en las Adoberías.

[2] En 1550 “se limpia el calce del molino de San Lázaro“.

[3] En este mismo año se ejecutan obras en el molino del Prado por  un costo de 3.247 mrvs.

[4] Al menos en este caso y se sospecha que también en el primero, se cedían en renta para su explotación, exigiéndose el pago en especie (la renta anual era de 15 fanegas de trigo ).

 

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