Hace diez años: Crónicas veraniegas (XIV) (28, 29 y 30 de agosto 2010)
Los días van colmando las vacaciones. Quiero aprovechar la mañana (día 28). De momento me voy a la huerta y abro el depósito de agua. Es el último día que aparezco por ella. Recojo «dos» tomates, algunos pimientos y las últimas vainas. Riego las plantas. Deje todo en casa y me siento ante el ordenador. Preciso poner en orden la «documentación» que he ido recogiendo en los últimos días. Me cunde la mañana. A las 14:00 viene mi cuñado y nos vamos a Delica. Queremos despedir a mi sobrino que el próximo jueves se irá a EE.UU. a estudiar. Comida excelente (¡como siempre!). Charla distendida entre los presentes (los padres y una hermana de mi cuñado) hasta las 18:00. Nos despedimos dejando a mi madre en la plaza (se irá a los «jubilaos») y a mí en la bajada de calle Vieja. Por «detrás de Santiago» llego a casa. Siempre me emociona ver las robustas murallas y la impresionante mole de la cabecera de Santa María. Me intriga la no existencia de indicios que denoten alguna cripta. Son las 18:30. Descanso un ratillo y continúo escribiendo. Llega mi madre a las 21:42. Está preocupada porque mi hermano Josemari no ha llegado aún de Vietnam. ¡Noventa años!
El día (domingo, 29) amanece con el sol ya calentando. Tras desayunar me acerco por el periódico y el pan. Subo a la Antigua para oír la misa y reflexionar un rato. El calor aprieta (son las 10:20) y apetece la frescura del templo. Como es habitual, la celebración es corta y la homilía provechosa. Apagadas la mayoría de las luces, sorprende la oscuridad del templo. Lo agradece el espíritu. He saludado a la familia «Lafuente» en las inmediaciones de la siempre sorprendente fuente (y no es ningún juego de palabras). ¿Cuántos miles de personas habrán bebido de ella? Bajo por la carretera buscando con rapidez la sombra de las frondosas plataneras del paseo. Saludo a una de las religiosas del «cerrado» Colegio de la Compañía de María que está dando el almuerzo a los gatos del emblemático chalet de «Llaguno». Paso frente a la fachada de la Iglesia de los Josefinos y veo que han iniciado el levantamiento de un andamiaje. ¿Será para mejorar la protección? ¿Irán a reparar la maltrecha piedra? …¡Los días lo dirán!… Para «aliviar» el día abrimos, en la comida, una botellita de buen vino. Remato con una copichuela «Duque de Alba» (uno de estos días he leído que fueron los últimos detentadores del título de «Señores de Ayala», el más cercano de los valles alaveses). Quiero una tarde relajada. A las 19:12 llama mi hermano para decir que ya ha llegado y que, tras ducharse, se irá a la huerta. ¡Alivio! Dedico un par de horas a escribir. íšltima noche y un poco más de «charla» con mi madre. Siempre son momentos delicados. ¡La vida, su vida, mi vida!
Me he despertado un poco antes de lo normal (son las 6:30 del día 30) aunque no me levanto hasta las nueve y media. Desayuno, compro el periódico y una barra de pan y ¡poco más! Termino de poner en claro las anotaciones tomadas los últimos días. Me queda pendiente sacar algunas fotografías significativas. Llama mi hermano para decir que vendrá comer. Recojo el ordenador y mis pocas pertenencias. Dejo la mesa de la sala tal como la encontré. En una bolsa, bajo al contenedor de papel los periódicos viejos y las obsoletas anotaciones. Cuando las deposito se me encoje un tanto el alma porque allí desaparece la «memoria» de mis vacaciones 2010. Acabarán trituradas y recicladas en «vete a saber qué». ¿Quién será su próximo usuario? Llega mi hermano a las 13:15. Nos sentamos en la sala y charlamos un buen rato. A las 14:13 estamos comiendo. Seguimos nuestra charla hasta las 16:15. A esa hora recojo mis enseres, me despido de mi madre y le prometo venir «el fin de semana» (Fiesta de la Coronación). Me duelo en la despedida. ¡Noventa años! Me acompaña mi hermano hasta la estación. El tren sale casi de inmediato. Cuando escucho el silbato del jefe de estación mi mirada se dirige hacia el «Txarlazo», hacia la amatxo. En su cima se levanta majestuoso el «Monumento a la Virgen de la Antigua». Rezo. ¡Gracias!