Hace diez años: Crónicas veraniegas (XII) (Días 24 y 25 agosto 2010)
Ha llovido por la noche una «miajilla» (día 24). No se nota demasiado la bajada de la temperatura. ¡Bochorno! Me he propuesto terminar la «documentación de las fachadas» y redactar un primer boceto. No logro que funcione el «pincho» y, por ello, dejo de subir las «crónicas» a la web. Iré escribiendo y, una vez en Barakaldo, determinaré qué hacer. He estado buena parte de la mañana en las calles Frankos y Orruño. A las 12 dejo el asunto, compro el periódico y me voy hasta Aloria, una de las aldeítas más antiguas del valle. ¡Me tuesto por imbécil! He subido por la «pista» del viejo cementerio en la que no hay un solo árbol. Me detengo ante el «yacimiento romano» (hoy día tapado y sembrado de borona). Tras una cuestecilla llego al molino. Está en buenas condiciones aunque creo que ya no se utilice. Hay sombra. Me siento, me refresco y leo. Por el pendiente sendero me acerco al caserío. Si no cuento mal hay ocho casas y la Parroquia que está dedicada a San Juan «degollado». Unos cuantos carteles anuncian las «Fiestas» para el fin de semana próximo. Además de Misa y doble «verbena» se subraya el «Campeonato de mus». Me consta que es de los más «interesantes» de los alrededores y abundante participación. Buen trago de agua en la fuente del abrevadero. Desciendo por la carretera, toda ella flanqueda por hermosos «castaños» que alivian la calorina. Molesta un poco el escaso tráfico pero apetece la sombrita. Son las 13:45 cuando paso frente al actual cementerio. Recuerdo y hago una oración por los difuntos. Llego a casa a las 13:55. Estoy un poco cansado más que por la caminata por el «pateo» de las calles. Después de comer llamo a Julián. Le recuerdo que mañana tenemos «despedida de Paco». Quedamos a las 13 en el entorno de mi casa. Apetece descansar un poco. Dormito. A las 17:30 me siento al ordenador y trabajo con más intensidad que otros días. Tengo unas sesenta páginas de anotaciones y me quedan tres calles. No me lo creo ni yo. Mi madre llega a las 22:12. ¡Noventa años y me dice que «hace buena noche»!
Nace el día (25) radiante y pegajoso. A las 10 enciendo el ordenador y trabajo un buen rato. Me joraba no poder leer la prensa digital por culpa del «pincho». ¿Se habrá acabado el saldo? ¡Soy un ignorante! Voy (y vengo) rapidito a la huerta para abrir el «riego». A las 12:45 bajo a la plazoleta y me siento a la sombra. Espero a Julián y a Paco. Llegan a las 12:55. Han aparcado el coche (a la solana) delante del Ambulatorio. Les explico medio plan. De momento iremos al «Infierno» (bar-restaurante en Delica del que Paco oyó hablar muchas a Félix Sarachaga en su común estancia en EE.UU.). Les digo que está cerrado pero allá nos vamos para verlo «in situ». Volvemos por la «Venta» (también cerrada). Por la calle «Zagueras» (nosotros siempre la habíamos conocido como «estajeras») subimos hasta el Santuario de La Antigua. ¡Está abierto y apetece la sombrita! Breve exploración. Aparcamos en la «Gran Vía» y nos disponemos a contemplar la plaza a través de una breve «ruta del vidrio»: Bar Rómulo, Bar X y Balneario. Llegamos al último a las 14:12. Nos sentamos en los confortables sillones. ¡Dos «ruedas» y un «zurito sin»! Les digo que vamos comer allí mismo. Buen lugar. Buen servicio. Buena comida. Buen ambiente. Son las 15:30 y nos vamos. Buena relación «calidad-precio». Queda el café. Lo tomamos (junto con un «pelotazo») con toda tranquilidad en el «Beltza-Gorri». Charlamos de todo un poco. Le decimos a Paco que «en Cartagena (su nuevo destino) se le acaban las rutas del vidrio». ¿Será verdad? Se marchan a las 18:00. Ambos tienen misa a las 19:30. Tal como estoy voy a la huerta a cerrar al agua. Antes de llegar me llama, desde su huerta, el amigo Pedrajas. Me invita a una cervecita a la sombra de la higuera. Nos sentamos y charlamos un rato. A las 19:30 nos acercamos a la mía y llenamos los depósitos de agua. ¡Dos mil litros! A las 20:30 llego a casa. ¡Ha sido un buen día!