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Bibliografí­a sobre el Licenciado Poza

Bibliografí­a sobre el Licenciado Poza

Comienzan estas Jornadas de Onomástica con un homenaje al erudito Andrés de Poza, hijo de Orduña, en su ciudad natal; y en concordancia con mi profesión, me ha correspondido a mí­ ocuparme del aspecto bibliográfico de sus obras, Y es interesante este aspecto, porque las dos principales, Hidrografí­a y De la antigua lengua, salieron a luz en la primera imprenta que hubo en Bilbao, la famosa de Matí­as Mares y hacen los números octavo y noveno de los libros que este impresor, de origen probablemente francés (parece que su apellido original era Marés o Marais) imprimió en la Villa bilbaí­na. Precisa­mente en la portada del libro cuyo centenario hoy nos congrega aquí­ dice tex­tualmente en el pie de imprenta: «por Mathias Mares, primer impressor de Viz­caya, Año de 1587», con lo que queda fuera de duda que fue él precisamente quien trajo a orillas del Nervión el arte y los artilugios con los que un siglo antes Gutenberg habí­a comenzado a dar un giro total al mundo de la cultura.

Mares, que ya habí­a trabajado en Salamanca en 1554, según Allende Salazar, se estableció hacia 1577 en Bilbao, o al menos en ese año solicitó montar su industria en la Villa, según afirmaba en su instancia «con deseo de servir a sus mercedes e ylustrar este ynsine pueblo, querriaazer asiento en él con su ymprenta y cassa con que sus mercedes le faboreciesen con algun ayuda de costa segund era costumbre en otros lugares de España». Pero en 195S Basas descubrió que Mares habí­a trabajado en Burgos después de Salamanca y antes de Bilbao. Lo que siempre ha estado seguro es que su primer libro bil­baí­no fue el tratado De Gloria de Jerónimo Osario. Según parece se instaló en el barrio de Askao. Pero el Ayuntamiento consideró que era peligroso su es­tablecimiento por posibles incendios y hubo de trasladarse al barrio de Atxuri. Después de Bilbao estuvo establecido en Pamplona y Lograto.

Pero dejemos ya al impresor y pasemos al autor, que es quien de ver­dad nos interesa ahora. Y aunque hemos de referirnos concretamente a sus li­bros, no podemos pasar por alto la sorpresa que produce encontrarse con un escritor de amplia y profunda cultura a quien con propiedad puede calificársele de polí­grafo. Andrés de Poza era fundamentalmente un jurista, formado en las aulas de Lovaina y de Salamanca, y experto en el ejercicio de la jurisprudencia, como lo demostró en el ejercicio de su cargo de procurador del Señorí­o y sobre todo su actuación frente al también jurista Juan Garcí­a en el famoso asunto de la nobleza de los vizcaí­nos. Pues este mismo licenciado Poza, hombre de leyes, es el mismo que va a escribir una de las obras de náutica y astronomí­a aplicada más importantes del Renacimiento en España, y también y casi simultánea­mente, el libro que hoy rememoramos y que aunque fundamentalmente se pue­de considerar de onomástica, de hecho escapa a toda clasificación y se convierte en el exponente de la inmensa y varia lectura que este hombre habí­a devorado a lo largo de los años.

Pero como el tema central de hoy es precisamente este libro y ha sido ya tratado con más autoridad que yo por los que me han precedido en el uso de la palabra, prefiero detenerme ahora en la otra obra a la que acabo de aludir hace unos momentos. Me refiero a la Hidrografí­a, a la cual le corresponde tam­bién la primací­a, porque fue impresa antes que la otra, en 1585. Ahora bien, como la aprobación aparece fechada el 4 de mayo de 1584 y la licencia para imprimirla en 19 de mayo del mismo año, es evidente que la tení­a escrita ya un año antes de publicarla,

Su tí­tulo completo es Hidrografí­a la más curiosa que hasta aquí­ ha salido a luz, en que demás de un derrotero general, se enseña la navegación por altura y derrota, y la del Este Oeste: con la graduación de los puerros y la na­vegación al Colayo por cinco ví­as diferentes… por… Andrés de Aova,.. Impresso en Bilbao por Mathias Mares, Año de 1585.

Fue una obra muy bien recibida en los ambientes marineros, nece­sitados entonces de obras de este tipo que les suministraran los últimos co­nocimientos geográficos y astronómicos de aquella época, aportando en este caso textos traducidos del francés, del flamenco y del italiano. Por otra parte, hay que tener en cuenta que Poza gozaba ya de un merecido prestigio náutico en el litoral vasco, ya que el Ayuntamiento de San Sebastián, en sus extractos de Actas, menciona al «famoso cosmógrafo», a quien invita a venir de Bilbao para que explique su asignatura a los pilotos y gente de mar en los Claustros de Santa Marí­a, capilla de Santa Catalina. Por ello le gratificó aquel Ayunta­miento después de haberlo recomendado al rey Felipe II, quien aprobó la re­compensa.

Como se advierte por el tí­tulo, la Hidrografí­a comprende dos partes. La primera es un tratado del arte de navegación y la segunda, de carácter más geográfico, viene a ser un derrotero, describiendo las costas, mares y puertos del mundo conocido. Tiene como complementos la traducción del inglés de un discurso de William Bourne sobre la navegación al Catay o China, seguido de otro de Poza, así­ como una tabla de longitudes y latitudes de distintos acci­dentes geográficos.

Según Fernández Navarrete, en su Disertación sobre la historia de la Náutica. Este libro, a pesar de los errores cientí­ficos propios de aquella épo­ca, aporta conocimientos renovadores en la Náutica, sobre todo de carácter práctico, para hacer las mediciones astronómicas que permiten fijar la situación del buque.

Este libro mereció una segunda edición, que vio la LUZ en 1675, unida a otra análoga del portugués Antonio Mariz Carneiro, con la siguiente portada: Hidrografí­a la más curiosa que hasta hoy a la luz ha salido, recopilada de varios y escogidos autores de la navegación. Compuesta por Antonio Mariz Carneiro, cosmógrafo del Rey de Portugal y por el licenciado Andrés de Poza, natural de la ciudad de Orduña, dedicado a la provincia de Guipúzcoa. San Sebastián, por Martí­n de Huarte, 1675.

Según  Julio Guillén, que fue director del Museo Naval en Madrid, pudo existir otra edición de 1624 que él vio citada en el catálogo de un librero inglés. A pesar de que actualmente se conservan menos ejemplares de la Hi­drografí­a que de De la antigua lengua…, su última cotización en el mercado bibliófilo es más baja que la de esta última. Claro que desde 1956, en que Palau fijaba su precio en 6.000 ptas., han cambiado mucho las cosas; en 1884 valí­a ya 125 ptas.> que era entonces una cifra importante. Existen ejemplares en Ma­drid, en la Biblioteca Nacional, en la del Museo Naval; en Salamanca, en la Universidad; en Toledo, en la Biblioteca Pública; en Bilbao, en la Biblioteca de la Diputación y en la de la Sociedad Bilbaina; y fuera de España, en la Biblioteca del British Museurn, que viene a ser la Biblioteca Nacional británica.

Y pasarnos a la obra que hoy nos reúne aquí­. Su tí­tulo completo es De la antigua lengua, poblaciones y comarcas de las Españas, en que de paso se tocan algunas cosas de la Cantabria Compuesto por el Licenciado Andrés de Poza, natural de la ciudad de Orduña y auogado en el muy noble y leal Señorí­o de Vizcaya… Dirigido a don Diego de Avendaño y Gamboa, señor de las casas de Urquixo y Olasso y de la villa de Villa Real y sus valles y Ballestero mayor del Rey nuestro señor. Con privilegio real. Impresso en Bilbao por Mathias Mares, primer impressor de Vizcaya. Año de 1.187,

En el folio 59 comienza otro tratado cuyo tí­tulo es «De prisca his­pano lingua in gratia ni eo turnquinesciunt Hispanice Paradoxon», en lo cual se funda Nicolás Antonio para suponer que toda la obra estuvo antes en latí­n: «Latinum fecisse hoc ideen opus videtur, quod nescio anim perfectum, cene ineditum reliquit hac inscriptione: De prisca hispanorum etc…'» Este tratado va del fol. 59 al 70 y después viene otro de 36 folias titulado: «De las antiguas poblaciones de las Españas, con los nombres y sitios que al presente le corresponden», centón de múltiples etimologí­as toponí­micas interpretadas con la peculiar fantasí­a de/ autor. En conjunto la obra tení­a 106 folios.

¿Qué valor cientí­fico y literario se le puede dar hoy a esta obra?

Francisco Echevarrí­a, director de la editorial Minotauro, dice de ella que su edición prí­ncipe es hoy un raro tesoro bibliográfico y cita a Unamuno, que estimaba sobremanera este libro, diciendo que era el más completo en la enumeración de nombres geográficos. El mismo Echevarrí­a lo considera como un acopio cordial de materiales que luego Humboldt elevarí­a a la categorí­a de ciencia, Carmelo Echegaray, en su ensayo Qué se leí­a en Bilbao a fines del siglo XVI, dice sobre las ideas históricas de Poza «Poza viví­a en el siglo XVI y no podí­a adivinar sin una especie de maravillosa intuición profética.- lo que las ciencias históricas habí­an de progresar desde sus tiempos a los nuestros, ni la serie de rectificaciones que irí­a imprimiendo la crí­tica sagaz y escrupulosa… Cada cual es hombre de su tiempo y se adapta al medio en que le ha tocado vivir y para estudiar debidamente a Poza y apreciar la importancia de sus es­critos, habremos de tener presente la época en que floreció…».m

De esta primera edición que hemos descrito someramente existen hoy ejemplares en la Biblioteca Nacional, en la del Museo Lázaro Galdeano y en la de la Real Academia de la Historia, en Madrid; en la Biblioteca de la Di­putación de Vizcaya y en la de la Sociedad Bilbaina en Bilbao; en la de

D. Julio de Urquijo, hoy incorporada a la de la Diputación de Guipúzcoa en San Sebastián; en la biblioteca del Marqués de Laurencí­, actualmente en pa­radero desconocido; en la Biblioteca de la Universidad de Salamanca y en la del British Museum en Londres. Vinson considera «muy raro» este libro y da noticia de un ejemplar en la Biblioteca Nacional de Parí­s con la firma «BoesinPopelliniere» y dice que él mismo posee un ejemplar al que le falta la hoja de erratas.

En cuanto al valor material de esta edición, es difí­cil de fijar, aunque Palau, en su famoso Mo2.941 del Librero, la considera «rara y apreciada». Por lo pronto, desde los 40 francos del catálogo de Nodier o los 350 marcos del de Hiersernann, ha venido a cotizarse en Bardón, de Madrid, el año 1954, en 10.000 pesetas, con lo cual puede deducirse cuál serí­a su precio actual, apli­cando el baremo de la subida del valor de los libros antiguos en estos últimos 33 años, Vinson transcribe una serie de cotizaciones antiguas, pero no con­creta si son de distintos ejemplares o se trata del mismo que pasó de librero en librero. Cita una oferta de la librerí­a Quaritch de Londres en 2 libras, 12 chelines y 1 penique.

Según Antonio Odriozola, experto como nadie en incunables y libros del siglo XVI, esta edición fue «bastante conocida y citada, relativamente abun­dante», lo que también podrí­a explicar su cotización no demasiado alta. En cuanto al costo de la impresión hay que recordar que el Concejo de la Villa cooperó con 300 reales, según recogen los historiadores Labayru y Guiard»

Quizá haya influido en el moderado precio que hoy tiene esta pri­mera edición, a pesar de su rareza, eI hecho de que el libro ha sido ya reeditado dos veces en lo que va de siglo. Una en Bilbao en 1901, formando parte de la Biblioteca Bascongada de Fermí­n Herrón con el n.° 56 ele la colección, impresa en Andrés P, Cardenal, en S.’, 47 ± 211 páginas. Su precio en 195.0 y de ocasión sólo alcanzaba las 50 pesetas.

La otra edición es la de la editorial Minotauro, antes aludida y que formaba parte de la colección Biblioteca Vasca en su volumen IV, con 248 pá­ginas y cuyo precio editorial era de 60 pesetas. La edición estuvo al cuidado de íngel Rodrí­guez Herrero, del Archivo-Biblioteca de la Diputación de Viz­caya y autor del prólogo a la edición.

No sabernos en qué año, pero si dentro del siglo XVI y muy a fines de éste, Poza publicó un folleto de tres hojas, tamaño folio, que es un curioso Memorial dirigido al Rey Felipe II, en el que sugiere se proceda a la revisión de las leyes que favorecí­an la construcción de naos gruesas por considerarlas contrarias a la navegación en general. Tampoco se conoce la imprenta donde fue hecho, pero se considera que lo fue en Bilbao. Palau lo considera ejemplar «rarí­simo» y Antonio Odriozola, citando textualmente a Labayru, dice: «este memorial de Poza es tan raro en la actualidad que apenas se encontrará en España inedia docena de ejemplares». Y añade «Increí­ble parece que el Ar­chivo del municipio de Bilbao no conservase cuando menos uno, habiéndose hecho su impresión en la Villa.,» y afirma que tampoco existen en este Archivo los otros libros de Poza.» Pues bien, quizá por esa condición de «rarí­simo» se publicó í­ntegramente dos veces en tiempos recientes: una por Cesáreo Fer­nández Duro en el torno II de su Armada Española y en 1901 por Labayru en el tomo IV de su Historia General del Señorí­o de Vizcaya.

Pero no se puede hablar de Andrés de Poza, olvidando algo que le afecta muy de cerca, y que tiene relación con la bibliografí­a, Me refiero a su hijo, el jesuita Juan Bautista de Poza, nacido en Bilbao en 1588, que estudió el noviciado en Alcalá y luego fue profesor en Madrid, Alcalá y Murcia. Publicó infinidad de escritos, de los cuales algunos no salieren con su nombre. Su obra principal de teologí­a EhicidariurriDeiparae, tratado sobre la Virgen Marí­a, fue puesto en el í­ndice por algunas proposiciones al parecer no muy ortodoxas y a consecuencia de ello perdió su cátedra y fue confinado al Colegio de la Com­pañí­a en Cuenca (Ecuador), donde vivió hasta su muerte en 1659. Su éxito como escritor religioso habí­a comenzado con el libro Práctica de ayudar a bien morir que tuvo 12 ediciones, unas en español y otras en alemán, francés e ita­liano. Escribió también tratados de Derecho, un compendio de Retórica, libros de Teologí­a y aria multitud de memoriales y escritos menores. Nicolás Antonio lo cita detenidamente y Palau dedica nada menos que cuatro columnas de su obra bibliográfica a enumerar las distintas ediciones de sus libros.

Algo me queda por decir, pero sólo a tí­tulo de sugerencia, ya que los datos que tengo hasta ahora no me permiten cosa más segura. Y es que me hubiera gustado poder afirmar aquí­ que Andrés de Poza y el ilustre orduñés Gabriel Pérez del Barrio Angulo, uno de los más destacados secretarios reales, que además consagró esa tradición de la corte, de «secretario y vizcaí­no» en su libro Dirección de secretarios, se conocieron y hasta fueron amigos, siendo ambos hijos de esta noble ciudad y de familias notables de ella. Pero son mu­chos los años de diferencia entre uno y otro (Poza murió en 1595 y el libro de Barrio Angulo se publicó en 1644). Sin embargo, pudieron conocerse y lo que es muy probable es que éste leyera con interés los libros que escribió su paisano.

En fin, dejemos en el mundo de las fantasí­as estas nuestras conjeturas y esperemos que esta conmemoración traiga a través de los trabajos que estos dí­as vamos a oí­r aquí­, la puesta al dí­a de la otra fantasí­a: la del propio Poza, que a pesar de todo, sirvió de remota base a la teorí­a del vasco-iberismo, que tantas aportaciones serias habí­a de proporcionar a la lingí¼í­stica vasca.

 

 

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