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Vias de comunicación en la antigüedad

Vias de comunicación en la antigüedad

celtas_02El conocimiento de la red viaria romana que albergó nuestro suelo está yendo en aumento gracias a que todos los trabajos de investigación que tratan sobre el Paí­s Vasco y aledaños en época romana, incluyen un estudio sobre ví­as de comunicación, lo cual resalta por un lado la importancia de dichas ví­as para el territorio y para los propios investigadores y, por otro, contribuye a un conocimiento progresivo del panorama viario vasco en época romana.

Entorno al cambio de era las tierras del cantábrico oriental fueron el escenario de profundas e importantes transformaciones derivadas de la presencia del mundo romano. Los datos materiales que atestiguan los primeros contactos se remontan a época julio-claudia. Valga como ejemplo los yacimientos de Oiasso (irún), Portus Amanum (Castro Urdiales) o el campo de batalla de Andagoste (Cuartango, ílava) más hacia el interior.

Es por lo tanto en este periodo también cuando se va configurando la red viaria en nuestro territorio sobre unos grandes ejes vertebradores de los que se derivan ramales secundarios. Estamos hablando de las ví­as 32, 34 y 1 del Itinerario de Antonino al Sur, la ví­a de Tarraco a Oiasso por el Este, la Pisoraca–Portus Amanum al Oeste y la ví­a maris del cantábrico basada en la navegación de cabotaje. Estas ví­as forman entorno al Paí­s Vasco una especie de cuadrado que lo enmarca y lo define como zona de clara influencia militar primero, y comercial después, en el mundo romano.

Destaca por su importancia la denominada Iter XXXIV De Hispania in Aquitania ab Asturica Burdigalam. Es la ví­a situada más al Norte de las que atraviesan Hispania en sentido transversal, con el claro propósito de acercar el Norte Peninsular con el Arco Atlántico. Es muy probable que su origen sea militar, en el comienzo de las Guerras Cántabras (29–19 a. C.) por la necesidad de traslado de tropas desde los campamentos militares situados más al Oeste en Segisamon (Sasamón, Palencia) y parece que posteriormente, en el año 12 a. C Solana Sainz (1988, p. 81), Pisoraca (Herrera de Pisuerga).

El trazado de la ví­a no ofrece ninguna dificultad desde que comienza en Astorga (Asturica Augusta) y va atravesando las provincias de León, Palencia y Burgos. Llegada a este punto está claro que pasa por Briviesca (Virovesca) y se acerca hasta Pancorbo; pero desde aquí­, ya muy cerca de adentrarse en territorio alavés, surgen las dudas acerca de su trazado.

Tradicionalmente autores como L. de Prestamero (1900) y J. Colas (1921) defendí­an que la iter 34 desde Pancorbo bajaba a Miranda de Ebro y Arce Mirapérez, donde ubicaban Deobriga. Sin embargo autores como A. Blázquez (1930, p. 12), C. Sánchez Albornoz (1974, pp. 56-57) y A. R. de Miguel (1986, p. 19), defienden Puentelarrá como posible ubicación de la civitas autrigona de Deobriga. I. Filloy y E. Gil (2000, p. 39) estiman, por último, que hay que situarla en Cabriana (Comunión), ubicación que parece la más correcta por la entidad de los restos arqueológicos encontrados en este yacimiento, de entre los que destaca su conjunto termal.

Por lo demás, una vez salvado el obstáculo de la entrada por Deobriga y, según qué trazado se elija, hasta su llegada a Iruña – Veleia, el itinerario de la ví­a dentro del territorio alavés no presenta mayores complicaciones. Desde Iruña pasa por Lermanda, Zuazo de Vitoria, Armentia, el barrio de Mendizorroza, Arcaya, Ascarza, Argandoña, Alegrí­a-Dulantzi, zona en la que se ubica Tullonium, Ezquerecocha, Gaceo, Salvatierra y San Román de San Millán donde estaba la mansio de Alba. Una vez pasado este punto, la calzada ya se adentra en tierras navarras a través de la Burunda en su discurrir hacia Pompaelo y finalmente hasta Burdeos.

La numerosa documentación para esta ví­a nos permite conocer en territorio alavés las mansios citadas de Deobriga, Veleia, Suessatio, Tullonio y Alba. Tradicionalmente estos enclaves se han identificado con Puentelarrá, Iruña, Arcaya, zona de Alegrí­a y Albéniz respectivamente. La polémica sobre la correcta ubicación de estas mansios es ya todo un clásico en la historiografí­a. Siendo más precisos, esta polémica tiene su razón de ser en las diferentes propuestas existentes para situar Deobriga, una vez atravesado el enclave estratégico de Virovesca (Briviesca), y pasar por Vindeleia (Cubo de Bureba), la calzada penetraba en el actual territorio alavés por Deobriga. Las diferentes posturas son Puentelarrá, Cabriana (Comunión) y las cercaní­as de Miranda de Ebro. La correcta a mi modo de ver es Cabriana (Comunión), tal y como afirman I. Filloy, E. Gil (2000, p. 63) debido a la importancia de sus restos arqueológicos y sobre todo por su conjunto termal, elemento imprescindible en toda mansio del cual carecen Puentelarrá y Arce Mirapérez (Miranda de Ebro).

Pero al margen de polémicas, lo que hay que destacar sobre todo es la importancia vital que este eje tiene sobre el territorio alavés para su desarrollo e integración en la órbita romana; importancia que hay que trasladarla a sus actuales vecinas Guipúzcoa y Vizcaya como punto de arranque de otros ramales secundarios y caminos (que no calzadas probablemente), que alcanzaron estos territorios propiciando así­ también el desarrollo de estas dos provincias.

Otro aspecto a destacar es que la ví­a a su paso por el actual territorio alavés, va uniendo enclaves poblacionales de distintos pueblos o etnias, es decir, Virovesca, Vindeleia y Deobriga son civitates autrigonas; Veleia y Suestatium son caristias, mientras que Tullonium y Alba son várdulas. Esto supone una mayor permeabilidad entre estos pueblos, ya que disponen de una calzada que une sus territorios y que a través de la cual pueden discurrir todo tipo de mercancí­as, personas o ideas.

La siguiente ví­a a tratar es la Pisoraca – Portus (S)amanun – Flaviobriga, calzada de gran importancia geoestratégica y comercial, ya que une la meseta con el mar cantábrico atravesando una pequeña zona en Vizcaya, marcando un eje Norte-Sur. Esta ví­a destaca por su parquedad en hallazgos arqueológicos, aunque su recorrido se sigue por los restos epigráficos que se conservan en Burgos y en Cantabria, extrañamente concentrados éstos últimos en el Valle de Otañes.

Sea como fuere, la existencia de esta ví­a supone obligatoriamente el paso por la zona de las Encartaciones vizcaí­nas, y más concretamente su recorrido serí­a: la ví­a a su paso por la provincia de Burgos transcurrirí­a por Burceña, Nava de Ordunte, Gijano, Santecilla y El Berrón, lí­mite geográfico con Vizcaya. Ya en zona vizcaí­na atravesarí­a Balmaseda, Malabrigo, Ocharan, Avellaneda, Beci, Carral, Mercadillo, Capetillo, Jarralta y el puerto de las Muñecas que corresponde ya a Cantabria. Desde allí­ pasarí­a por el Valle de Otañes, Guriezo y Valtezana, todas ellas con restos de miliarios, para llegar finalmente a Portus Samanum y a Flaviobriga, actual Castro-Urdiales.

De esta ví­a hay que destacar que no es citada en el Itinerario de Antonino, lo cual tampoco supone un dato fundamental para determinar su existencia o no, ya que el Itinerario no es un compendio mandado hacer por la administración romana, sino más bien una recopilación privada, a modo de libro para viajeros del Imperio romano. De hecho, se  conocen muchos tramos por arqueologí­a y epigrafí­a que no se citan en el Itinerario. Por otro lado, parece evidente la necesidad de unir la costa con el interior, más si cabe hablando de este asentamiento tan prontamente afí­n a los intereses romanos como es Portus (S)amanum, ya que se conoce que entabló relaciones con los romanos en época de las Guerras Cántabras en 19 a.C., atestiguado por las fuentes, Plinio, NH. (IV, 110-111) y las recientes excavaciones en Peña Sámano – Castro Urdiales (dirigidas por R. Bohigas y M. Unzueta), lugar de asentamiento de este pueblo prerromano. El estatuto de colonia, citada como tal por Ptolomeo (II, VI, 7), ya con el nombre de Flaviobriga, no lo obtuvo probablemente hasta el año 74 d.C., fecha de la concesión del Ius Latti por Vespasiano.

Además hay que destacar las condiciones favorables para la existencia de esta ví­a, un territorio abierto al mar por un lado y con montes a sus espaldas para defenderlo, un lugar pacificado a finales del siglo I a.C. y que pronto adopta las formas de vida romanas. Además en el año 70 d.C. tras las Guerras en el Rhin muchos soldados son licenciados y se les asignan tierras en esta zona, por lo que parece lógico su estatuto de colonia en el 74 d.C., y una colonia no puede carecer de unas buenas ví­as de comunicación, más si cabe, si es una colonia con eminente carácter comercial como en este caso.

Por último y más importante, tenemos la existencia de un miliario de época del Emperador Tiberio aparecido en Otañes que se remonta al 33 d.C., y otros dos del Emperador Nerón del 61 d.C. aparecidos en Pisoraca (Herrera de Pisuerga) y que marcan la milla I entre las ciudades de Pisoraca y Flaviobriga. Además y para confirmar estos datos tenemos otro miliario aparecido en Otañes de época del Emperador Domiciano correspondiente al 85 d.C. en el que cita la reforma de las ví­as y los puentes deteriorados por el tiempo, lo que implica una existencia anterior de dicha ví­a de forma irrevocable.

Deobriga-Flaviobriga es la ví­a que posibilita la comunicación entre el valle del Ebro y la costa Cantábrica. Por Deobriga, el actual yacimiento de Cabriana, sabemos que pasa la iter XXXIV ya explicada con anterioridad, y parece lógico pensar que desde allí­ salga un ramal hacia el Norte que busque la costa subiendo de manera transversal en un eje Sur-Norte hasta alcanzar el Cantábrico. Deobriga se convertirí­a así­ en un punto estratégico fundamental, con un flujo bidireccional continuo de mercancí­as.

Por lo tanto, partiendo desde este punto, el trazado de la calzada sube hacia el Norte coincidiendo su recorrido casi por completo con la actual carretera A-2122 hasta Puentelarrá, lugar donde empieza a transcurrir de forma paralela al rí­o Omecillo hasta llegar a la siguiente mansio del camino, Vxama Barca, donde de nuevo nos encontramos con serias controversias en su localización. Sube entonces por el valle del Omecillo-Tumecillo hasta Orduña y, desde allí­, por el valle del Cadagua, alcanza el Cantábrico en Flaviobriga, enclave de gran importancia comercial por su puerto de mar y que supone además una terminación lógica de esta ví­a que parte desde Deobriga, porque así­ quedan unidas la Via Maris y la ví­a terrestre De Hispania in Aquitania ab Asturica Burdigalam.

La calzada Oiasso-Tarraco recorre Tarraco (Tarragona), Caesaraugusta (Zaragoza), Pompaelo (Pamplona) y finalmente Oiasso (Irún), (Estrabón III, 4, 10). La importancia de esta ví­a está en que une el Mediterráneo y el Cantábrico de forma terrestre, salvando el imponente escollo que suponen  los Pirineos. Sin duda esto se hace para, en un primer momento,  facilitar la llegada de tropas romanas a la zona, y después conformarse como una ví­a comercial. A este planteamiento le avala el hecho de que desde muy pronto conocemos, gracias a las fuentes, la existencia de la ví­a y el hecho de que los principales enclaves que va uniendo están todos ellos en la órbita romana para el siglo I a.C. La primera referencia a la ví­a se encuentra en Estrabón (III, 4, 10) donde nos dice que la calzada que parte de Tarraco llega hasta los vascones (separados por 2.400 estadios) situados al borde del Océano, citando a Oiasoí»na como ciudad alzada sobre el mismo Océano y muy próxima a la frontera entre Aquitania e Iberia.

La siguiente mención es de Plinio (III, 3, 39) donde aporta el dato de la distancia que separa Tarraco de Oiasso (307.000 pasos), aunque sin citar expresamente la ví­a. Con estos datos y sin entrar más profundamente en ellos, ya se observa la importancia que esta ví­a tuvo desde bien temprano. De este modo, el trazado de esta ví­a a su efí­mero paso por Guipúzcoa se puede reducir a que la calzada, una vez superado el puerto de Velate (Navarra), alcanza el valle del Bidasoa que le lleva hasta Oiasso. Pero más relevante para este estudio es la influencia que las ví­as pueden ejercer sobre las poblaciones várdulas y caristias que se encuentran cercanas a ellas.

Partiendo de la De Hispania in Aquitania ab Asturica Burdigalam en su tramo desde Veleia a Pompaelo, se observan una serie de accesos naturales a la zona del Paí­s Vasco Atlántico que se pueden considerar como caminos (no calzadas) de origen romano. Sitios en donde además es frecuente encontrar restos romanos: son el puerto de Lizarrusti, el puerto de Echegárate, El túnel de San Adrián y el puerto de Arlabán.

Tomando como referencia estos pasos, se comunicarí­a la actual provincia de Guipúzcoa con una o varias mansios de la iter XXXIV como pueden ser Alba (Albéniz) o Tullonium (zona de Alegrí­a-Dulantzi). Se observa además que sobre el mismo eje Noreste-Suroeste hay una continuidad de 6 castros de la Edad Hierro y que además, este eje se iniciarí­a en el propio Oiasso. Se vislumbra, por tanto, una ví­a de comunicación que parece pudiera existir ya como camino en la II Edad del Hierro. Destacar además que pondrí­a también en comunicación 4 importantes núcleos mineros con el puerto de Oiasso, minas de Listormendi y Otañes, Arditurri, Peñas de Aia y las propias minas de Oiasso.

Por último y para cerrar el cuadro de comunicaciones que enmarca a la actual Comunidad Autónoma del Paí­s Vasco, tenemos la Ví­a Maris, compuesta de una serie de puertos o fondeaderos por los que saldrí­an y entrarí­an mercancí­as para el comercio. La existencia de estos centros la conocemos gracias a las fuentes y a hallazgos arqueológicos que así­ lo atestiguan.

El Portus Samanum, o Flaviobriga, bien documentado y desde el cual se establecerí­a una red comercial de navegación de cabotaje con la costa vasca y que desde ésta, a su vez, se establecerí­a una red de navegación fluvial para comunicarse con el interior. Sabemos por documentación medieval que la práctica totalidad de las desembocaduras de los rí­os vizcaí­nos eran navegables, algo que ahora es inviable debido a que la erosión de los montes cercanos y su posterior deposición en las cuencas han cambiado por completo la hidrografí­a vizcaí­na actual con respecto a época medieval y por supuesto romana. Estos centros serí­an Forua, Portuondo, Lekeitio, Guetaria, Zarauz y el propio Oiasso.

En lo que respecta a las fuentes clásicas, la mejor descripción de las unidades de población costeras nos la da Plinio, NH. (IV, 20, 110-111), y después Ptolomeo (II, VI, 7-10) aunque es menos descriptivo y cita menos núcleos de población costera. Con ello nuevamente se plantea una polémica, la identificación de Oiasso y Flaviobriga es clara, pero no sabemos aún donde se situaban Morogi, Menosca Y Vesperies que cita Plinio. Los intentos han sido numerosos y todos ellos fallidos, por lo que la excavación arqueológica de los núcleos costeros actuales anteriormente citados tiene la última palabra al respecto.

A la vista de los yacimientos y restos que tenemos en la costa vasca parece lógico pensar que era una zona de tránsito entre el Adour francés y el importante puerto comercial de Flaviobriga. Esto implica la existencia de una ví­a comercial por mar, además de la terrestre, y cuyos restos son casi más importantes, o más numerosos, que los de calzada.

REFLEXIONES

A modo de conclusión y para recapitular brevemente lo expuesto hasta ahora debemos fijarnos en el recuadro geográfico que enmarca en forma de ví­as de comunicación, bien conocidas, a la Comunidad Autónoma del Paí­s Vasco. Este recuadro produjo una serie de caminos de menor entidad, secundarios, que uní­an las zonas portuarias con los enclaves poblaciones de interior. Es probable que esta red secundaria no fuera completa, y simplemente fueran caminos que uní­an núcleos puntuales, de ahí­ que no hayan perdurado en el tiempo. También es probable que la navegación fluvial estuviera mucho más desarrollada de lo que sabemos o podemos suponer por los restos arqueológicos, y que por tanto, la costa y el interior estuvieran comunicados por transporte fluvial mayoritariamente y no terrestre.

Como contrapunto a esta idea tenemos la clara alineación de 6 yacimientos conocidos de la II Edad del Hierro en Guipúzcoa, que se unirí­an a su vez con dos enclaves de transporte y mercancí­as, Oiasso por el Norte y Alba o Tullonium por el Sur, algo que parece lógico y que se atestigua en todos los rincones del Imperio, la unión de una arteria importante marí­tima con otra de similares caracterí­sticas terrestre a través de una ví­a secundaria. Además a este respecto destacar la probable existencia de ese camino antes de la llegada de Roma, por lo que se puede intuir un comercio prerromano para el siglo II y I a. C. probablemente relacionado con la minerí­a del hierro y plomo de las cercanas minas ya citadas y que conocieron su mayor intensidad de explotación en el Alto imperio.

Si damos validez a esta hipótesis, se podrí­a trasladar a otras zonas de similares caracterí­sticas en el ámbito vasco, como una posible ví­a que uniera los enclaves de la rí­a de Guernica, Bilbao y Balmaseda, para enlazar con la que llega hasta Flaviobriga. Además en época medieval este mismo trazado se afirma como el «camino de santiago vasco», y aunque carecemos de argumentos de peso para afirmarlo, sí­ que puede funcionar como hipótesis de trabajo para una nueva investigación de las ví­as de comunicación y el poblamiento en la Comunidad Autónoma Vasca en época romana.

Markel Gorbea Pérez

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