Bizkaia (Edad Moderna)
La nueva organización social que salió de la Edad Media tardía, aunque sufrió modificaciones, comenzó a fraguar aproximadamente en la segunda mitad del siglo XV y perduró hasta el siglo XIX. Sus principales soportes fueron los fueros y las instituciones forales, la hidalguía universal y la excepción fiscal.
Los Fueros son la recopilación de los usos y costumbres que regulaban en gran medida la vida de los bizkainos, aunque incluían privilegios concedidos por el Señor y la Corona. Fueron fijados por escrito en el tiempo entre la Edad Media y la Edad Moderna: El Fuero Viejo (1452) y El Fuero Nuevo (1526). La institución suprema de la provincia eran las Juntas Generales.
Antes de las hermandades ya se debían celebrar en Bizkaia asambleas semejantes, pero fueron las asambleas de las hermandades, las que a partir del siglo XV se transformaron en las Juntas Generales de Bizkaia. Aunque al principio se celebraban en otros lugares, en el siglo XV se fijó Gernika como sede de las mismas.
Las Juntas Generales, junto a las demás instituciones de la provincia, obtuvieron cada vez más poder y competencias a lo largo de la Edad Moderna. Otra de las consecuencias de la crisis de la Edad Media tardía, al igual que en Gipuzkoa, fue la «hidalguía universal»: gracias a este concepto, todos los bizkainos eran iguales jurídicamente, es decir, todos eran hidalgos. Esto junto a la prohibición de acudir a las Juntas Generales, indica el fracaso de los parientes mayores. Aparte de constituir una base teórica estupenda para establecer las excepciones y peculiaridades para Bizkaia, a los bizkainos con estudios les daba una buena oportunidad para ingresar en la administración de España.
Finalmente, entre la Edad Media tardía y el comienzo de la Edad Moderna, se estableció firmemente la naturaleza que Bizkaia tenía de antes en lo que se refiere a las peculiaridades y privilegios fiscales respecto de la Corona, es decir, en Bizkaia la presión fiscal era menor que en otros lugares del reino de Castilla. Esto no quiere decir que los bizkainos no pagaran impuestos: además de los que había que pagar para financiar las necesidades cada vez mayores de las instituciones de la provincia, le pagaba al fisco de la Corona ciertas cantidades y cuando las necesidades de la Corona crecían daban lugar a una mayor presión.
Por otro lado, después de haber conseguido diversas excepciones en el ámbito de los aranceles (las aduanas se establecieron en Balmaseda y Orduña, es decir, en el camino hacia el interior), Bizkaia fue considerada zona de libre cambio de la Monarquía española.
Por eso, en la Edad Moderna, al igual que a ílava y Gipuzkoa, se le nombró Provincia exenta de impuestos. A partir del siglo XV, al ser la agricultura del territorio bastante pobre para hacer frente al crecimiento de la población, parte de ésta tuvo que emigrar. Igualmente parte de los recursos y materias había que importarlos. Para ello era muy beneficiosa la libertad para exportar e importar productos. Las exportaciones consistían en hierro y servicios (transporte y comercio).
Durante los siglos XV y XVI se intensificaron la minería y la producción de hierro, como consecuencia del crecimiento económico que se estaba produciendo en Europa; en Bizkaia creció el número de ferrerías, pero no se avanzó mucho desde el punto de vista técnico.
En el campo comercial Bilbao destacó entre los puertos vascos en la Edad Media tardía y se convirtió en importante núcleo comercial del norte de la península ibérica. Como consecuencia de todo ello se creó el Consulado de Bilbao (1511) para defender los intereses de los comerciantes de la villa. Este desarrollo liberó a Bilbao de la dependencia que tenía hasta entonces respecto de los comerciantes de Burgos. Los productos de exportación más importantes seguían siendo la lana y el hierro, pero, seguramente, debieron entrar en el sector productivo y en el crediticio. Algunos de ellos adquirieron tierras y se fueron uniendo poco a poco con los terratenientes de la antigua nobleza.
Por lo tanto, la burguesía urbana que resultó vencedora al final de la guerra de bandos se estableció definitivamente. Sin embargo, la economía seguía estando basada en la agricultura y en la ganadería principalmente; por lo tanto, el control de la tierra era el factor más importante en el aspecto social. Los campesinos bizkainos, aunque no fueron perdedores en términos absolutos, no se puede decir que fueran ganadores claros en los conflictos sociales de la Edad Media tardía. La mayoría de los campesinos eran arrendatarios de las tierras que cultivaban y el caserío era la unidad económica principal. Los verdaderos vencedores, junto con los comerciantes, fueron los terratenientes grandes y medios; éstos eran los propietarios de la mayoría de las tierras y las ferrerías, y colocaban a sus hijos en la Administración española.
Así mismo, ellos mismos fueron los que a lo largo de la Edad Moderna fueron detentando el poder político y controlándolo cada vez más estrechamente. Aunque jurídicamente todos los bizkainos eran iguales, a partir de entonces, la riqueza fue principalmente el factor determinante de la escala social, es decir el dinero y sobre todo la tierra. Esta hegemonía alcanzó también a la política, porque limitaron la entrada en los cargos municipales y forales, lo cual acarreó la monopolización de los cargos públicos por parte de las clases enriquecidas.
Dos eran los mecanismos que daban lugar a la monopolización de los cargos. El primero era el que obligaba a saber hablar y escribir en castellano para poder acceder a un cargo público. Esta limitación discriminaba a la mayoría de la población (en las Juntas Generales se exige por vez primera en 1613). El segundo era la exigencia de poseer un nivel económico mínimo. Por otro lado, la Tierra Llana obtuvo la mayoría de los escaños de las Juntas, en perjuicio de las villas con más población como Bilbao. Dicho de otro modo, a lo largo de la Edad Moderna fue adquiriendo fuerza una nueva oligarquía, muy vinculada al Estado, que tuvo en sus manos la mayoría de los cargos municipales y provinciales hasta el siglo XIX, que a nivel ideológico proclamaba la igualdad y la pureza de sangre.
En el siglo XVII las epidemias y la crisis económica detuvieron el crecimiento de la población. Fue particularmente grave la crisis de la producción de hierro y del comercio que estaban quedando muy obsoletos. La situación de inestabilidad de aquellas actividades que equilibraban la balanza comercial trajo nuevos cambios: la economía de Bizkaia volvió hacia el sector primario, perdiendo importancia los sectores secundario y terciario. Una mayor proporción de la población quedó vinculada al caserío.
En medio de este proceso se afianzó la producción de una planta nueva traída de América, de gran productividad, que fue el maíz. Las dificultades del siglo XVII tuvieron también otra consecuencia: el incremento de los conflictos sociales. El ejemplo más claro fue la Rebelión de la Sal (1631-34). Los principales causantes fueron dos: por un lado la presión de la Monarquía para aumentar los impuestos y por otro el enfado del pueblo llano porque sus condiciones de vida estaban empeorando mientras el poder político de las clases dominantes iba aumentando.
En el siglo XVIII el valle de Orozko se integró definitivamente en Bizkaia (1785). Por lo menos hasta el último cuarto de siglo fue una época de crecimiento, tanto en la agricultura, como en la manufactura y el comercio. La siderurgia, que continuaba utilizando técnicas tradicionales, respondió al incremento de la demanda internacional y el comercio también se volvió a dinamizar. La acumulación de capital de los propietarios agrícolas y de los grupos de comerciantes fue importante: los ricos se hicieron más ricos y la monopolización del poder político fue a más. Las contradicciones internas de las estructuras de Bizkaia, en cambio, se agravaron.
La cada vez mayor tendencia centralizadora del Estado que estaba en manos de los Borbones, las limitaciones del crecimiento basado en bases tradicionales, los cambios en la economía internacional y sobre todo la Revolución Industrial de la Gran Bretaña, las dificultades de final de siglo y las guerras, etc. llevaron el modelo del Viejo Régimen a una profunda crisis en Bizkaia. Las contradicciones entre la oligarquía, la burguesía y el pueblo aumentaron. Los exponentes más claros son los alzamientos que se produjeron: los más importantes, la Matxinada de 1718 y la Zamakolada (1804-07).
Desde finales del siglo XVIII, las instituciones de ílava, Bizkaia y Gipuzkoa y, sobre todo, las Diputaciones actuaron de manera cada vez más coordinada para hacer frente a los problemas comunes que les aquejaban.