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El nueve de mayo en Arrastaria

El nueve de mayo en Arrastaria

La renovación del voto a la virgen de la Antigua por parte del valle de Arrastaria se celebra desde 1639. Fue preci­samente un 15 de mayo cuando los habitantes del municipio, represen­tados por Diego Garcí­a de Murga, Domingo de Albinarrate, Joan de Bardeci y Joan de Pinedo Cascaxo, pidieron a Orduña un tanto del voto que habí­a hecho la ciudad. Aunque ese año, la pro­cesión se celebró el 22 de mayo, fue a partir del siguiente cuando se ins­tituirí­a la fecha en la que se celebra, dí­a de San Gregorio.

Desde 1642 fue aprobado por el obispo de Calahorra el patronazgo de Arrastaria, en el que se le concedí­a su propia ofrenda y renovación del voto. Acudir a la procesión era de obliga­do cumplimiento si uno no querí­a ser multado con 200 maravedí­es la época.

A partir de aquel momento la fiesta ha pasado bastantes modificaciones, sobre todo en las últimas décadas y coincidiendo con la decadencia del Valle y el envejecimiento de la población de Arrastaria.

Estos 364 años de devo­ción mañana solo se vieron interrumpidos por la Guerra Civil. En 1937 el voto no se pudo realizar ya que el frente se situaba en los mismos linderos del santuario y los pueblos del valle, al quedar en tierra de nadie, habí­an sido aban­donados. La imagen fue retirada a la parroquia de Santa Maria y todaví­a en el año 38 tuvo que reali­zarse en la parroquia de Orduña.

La procesión cí­vica de los habitantes del valle, hoy en dí­a, parte desde la ermita del Buen Suceso. Hasta la década de los cuarenta, en Delika, se formaba una procesión integrada por todas las personas del pueblo. Una hora antes de empezar el cortejo por las calles de Orduña tras el repique de campanas, salí­a la procesión encabezada por el párro­co de Delika que desde la iglesia de Santa Maria recorrí­a la aldea en dirección a la ciudad. La manifestación iba presi­dida por los dos pendones encarnados llevados por lo vocales de la Junta, la cruz de plata portada por el alcalde pedáneo y los ciriales que los transpor­taban los niños de la escuela. Desde el Buen Suceso, era el alcalde de Arrastaria quien portaba la cruz de Delika hasta el santuario.

Hasta hace unas décadas Delika llevaba dos pen­dones, el que abrí­a el cortejo y el último, pero hoy en cambio no es así­ puesto que cada aldea del valle porta un solo pendón, aunque se man­tiene la costumbre de que el primer estandarte sea el de la antigua capi­tal del valle.

Antes de la Guerra Civil era costumbre volver a casa a comer, Más tarde se popularizarí­a el que­darse en Orduña para reponer fuerzas: unos en los bares de la localidad  y otros en los alrededo­res de la Plaza de toros, concretamente en la campa que rodea el coso, hoy convertida en un pequeño parque con columpios.

El ritual del baile de las entradillas, básicamente sigue fiel a la tradición. Durante mucho tiempo se impuso la costumbre de seguir un turno a la hora de bailar: así­, pri­mero salí­an 4 mozos de Delika, después dos de Artomaña, luego dos de Tertanga y uno de Aloria. Antes de iniciar el baile, los mozos tira­ban la boina al suelo delante del chistulari. En la actualidad sólo se mantiene la tradición de que sea uno de Delika quien inicie el baile.

Antiguamente, después de bailar las entradillas, los jóvenes del valle que habí­an salido a danzar sacaban a una chica de Arrastaria a bailar delan­te del Santuario una jota y un puerro. Por la tarde, a las ocho, comenzaba una concurrida romerí­a amenizada por la banda de música de Orduña o por una pequeña orques­ta.

Hasta hace unas décadas ha sido una danza solo bailada por hombres. En cada casa del valle los padres enseñaban a sus hijos los pasos que a su vez los habí­an aprendido de sus progenitores. Hoy no es así­, puesto que no hay casi jóvenes a quien enseñar y lo que es más grave se ha roto la cade­na, de transmitir el baile, de padres a hijos.

El declive demográfico y agrí­cola-ganadero del valle de Arrastaria incide de forma muy negativa en la pervivencia de esta secular tradición.

Aprovecho estas lí­neas para escribir sobre otra fiesta ya desaparecida: la de Santa Aguada. Santa que tuvo ermita en Delika, en el monte que lleva su nombre.

La ví­spera de la festivi­dad, y después de cenar, se juntaban los jóvenes de la localidad en el desaparecido bar Layo: con palos y un candil se cantaba en castellano la siguiente tonadilla:

Esta noche, noche buena, ví­spera de Santa ígueda aquí­ venimos los barbis a celebrar esta Casa. La mujer de esta casa es una bella persona nos da chorizos y huevos y cuartos para beber. El patrón de esta casa es un hombre muy honrado, se ha empeña­do que esta noche nos tiene que dar un trago.

Esta canción se cantaba por todas las casas y los vecinos daban a la comi­tiva dinero, chorizos y otros manjares. Con todo lo recaudado, a la semana siguiente, se rea­lizaba una cena

 

Quiero dar las gracias a Marcelino Uzquiano y Félix Villate, vecinos de Delika, por su cola­boración y valiosas informaciones para rea­lizar este pequeño artí­culo.

Ramón Zurimendi.

Aztarna

 

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