Las loberas del monte Santiago
LAS LOBERAS DEL MONTE SANTIAGO
Salvador Velilla Córdoba
El tema de las loberas es suficientemente conocido por los lectores/as de Aztarna, como para que insistamos en lo ya sabido; de ahí que trataremos de no incidir en los temas que se han ido publicando desde que el añorado don Félix Murga escribió hace treinta años el famoso artículo en la revista Kobie de l978: Catálogo de las loberas de la provincia de Alava, Burgos y León.
Nos vamos a centrar en el Monte Santiago y las dos loberas que sabemos que tuvo, dividiendo la exposición en dos apartados:
– La lobera vieja
– La lobera de madera
Antes de proseguir con nuestra exposición, juzgamos interesante hacer una aclaración de importancia, por la confusión que se tiene cuando se habla del Monte Santiago. Por Monte Santiago, la mayoría si no todos de los que conocemos el paraje, entendemos el espacio de terreno comprendido entre la carretera que de Orduña va Berberana y la cascada del río Nervión. Sin embargo, según la documentación escrita y el uso y disfrute que los ganaderos hacen de este espacio, no ha sido ni es así. Nos explicaremos: Al dejar la carretera asfaltada y cruzar el paso canadiense que hace de entrada, lo primero que tenemos a nuestra derecha (al sur) es la dehesa de Hoyalante y a la derecha (al norte), el Corralejo. Cuando en realidad se penetra en el Monte Santiago es cuando, tras caminar mil trescientos metros, se cruza sobre el segundo paso canadiense y da comienzo una rica vegetación –separada por una alambrada- en la que sobresalen los hayedos; aquí sí comienza el Monte Santiago, gestionado por una
Mancomunidad formada por los pueblos burgaleses de Berberana y Villalba de Losa y los vecinos alaveses de la ledanía de Luna y el Concejo de Délika. Opinamos que propiamente este terreno, conocido como Monte Santiago, pudiera ser la posesión de tierras que en su día tuvo el Monasterio de Santiago de Langreiz, donado el año 1075 al monasterio de San Millán de la Cogolla por un tal López Sánchez, parte de cuyas ruinas han aparecido junto a la fuente de Santiago y que han sido restauradas recientemente.
1. La lobera vieja
Por lo general, hasta hace muy poco tiempo, siempre se ha hablado de la lobera en singular, refiriéndose a la construcción que está poco antes de llegar al mirador sobre la cascada del río Nervión, en tierras burgalesas, dentro de lo que hoy se conoce como Monumento Natural del Monte Santiago. Sin embargo, al día de hoy podemos decir que en el Monte Santiago ha habido cuando menos dos loberas.
Hace cosa de diez años, estando preparando documentación para el libro «Rutas y paseos por el Alto Nervión», al consultar los archivos de Arrastaria me topé con la siguiente cita del año 1663:«Item, bisitaron otro mojón junto a la Lobera Vieja, que está antes de entrar en el monte Santiago, entre los caminos que van a Bidabe y al monte del Señor Santiago. Y éste dijeron que cortaba al del campo de Corimurita y de allí al de la senda que baja al poí§o del Cortón y de allí al que dice que está en el espino albar, encima del poí§o de Cortonton (sic) y de allí al mojón de Oyalarte y de Oyalarte al de la questa de la orca y de allí al de encima de la casa de San Bartolomé».
En el apeo que se realiza el año 1773, se repite la misma ceremonia, al colocar el mojón nº 8, junto a la lobera vieja.
Las citas sobre la existencia de una lobera desconocida tenían su importancia para tenerlas en cuenta, al ser documentos de apeos o mojoneras, pero despertaban cierta duda, en parte por la extrañeza de que don Félix Murga (tan buen conocedor del terreno) no se hubiera hecho eco en su estudio de la presencia de esta lobera a la entrada del Monte Santiago, como en su día le comenté. Un nuevo empujón en mi investigación me llegó tras la lectura del libro de Mª Angeles Larrea Caminos de Vizcaya en la segunda mitad del siglo XVIII, especialmente en los capítulos que dedica al camino carreteril que se proyectó desde Bilbao a Pancorbo a través del puerto de Orduña. Si interesante es la documentación que aporta en este apartado, igual o más interés tienen la reproducción de los mapas originales de don Joseph Santos Calderón. Rico en detalles para nuestro tema es uno de ellos, titulado «Plano que manifiesta el camino proyectado desde el Espino de la Hermita arruynada de San Bartolomé Peña de Orduña hasta la iglesia de Berberana». En dicho mapa está trazada con una gruesa línea la ruta que seguirá el camino y marcados los puntos más interesantes (pueblos, puentes, iglesias, etc.) con números, números que cuentan con una explicación adicional en un recuadro.
Pues bien, el nº 2 señala dos líneas a modo de ángulo, a la parte oriental de la actual carretera que desde el puerto de Orduña va a Berberana y la leyenda que le corresponde en el recuadro dice: Lobera. Es decir, documentos de apeos o amojonamientos e incluso un mapa de finales del siglo XVIII, hablaban de la presencia de una lobera a la entrada del Monte Santiago.
Intrigado acudí con la documentación a buscar ayuda en Tirso Mendíbil, tan buen conocedor del Monte Santiago, por haberlo pateado como pastor desde la infancia. Y resultó que Tirso no solamente había oído hablar de esta lobera sino que un día tuvo la amabilidad de hacer de guía y enseñarme la localización de la lobera vieja del Monte Santiago. La mucha vegetación apenas dejaba adivinar por dónde iban las dos mangas de la vieja lobera, pues estaban completamente desmochadas, aunque se notaba la hilera de piedras amontonadas, al igual que el hoyo, ya desfigurado, estaba completamente cubierto de tierras y hojarasca, haciendo de tiesto a una hermosa haya. Se situaba al norte del camino que del camino carreteril que va hacia la Fuente Santiago, no lejos del primer aparcamiento para coches. La localización se correspondía con lo anotado en el mapa de don Joseph Santos Calderón. Años más tarde, el mapa del Instituto Geográfico Nacional dedicado a Villalba de Losa, recoge el topónimo Alto de la Lobera, situado junto a la antena de comunicaciones que se levanta en la cima del puerto de Orduña.
Que en los apeos se la denomine como lobera vieja nos da a entender que era anterior a la lobera que se conoce como la de Santiago y que el año l663 aún estaba en pie, ya que de otra manera al hacer el apeo hubieran señalado que estaba arruinada, como así afirmaban de la ermita de San Bartolomé. Por los restos que pudimos ver, era evidente que estaba construida en piedra y con el hoyo en la parte oeste, abriéndose las dos mangas hacia poniente.
Quizás sería demasiado pedir recuperarla, pero no estaría demás hacer una limpieza y colocar una adecuada señalización.
2. La lobera de madera
Quienes hayan hecho la travesía del río Cares, entre León y Asturias, se habrán admirado de la lobera allí existente conocida como El Chorco de los lobos y quizás hayan mostrado su extrañeza (sobre todo si conocían otras loberas), al ver que está construida a base de troncos de árbol. Sin embargo, tras la lectura de estas líneas, sin duda podamos convenir en que las primitivas loberas estaban hechas de madera y posteriormente se construyeron más resistentes, más fuertes, de piedra.
Esto nos viene a confirmar el documento que seguidamente vamos a desgranar a los lectores/as: «Que las comunidades ynteresadas en el monte Santiago, que son la villa de Berberana, la villa de Villalba, la letanía de Luna y el conzejo de Délica, determinaron hacer en dicho monte una lobera de piedra donde al presente se halla la de madera y llaman la lobera de Quartango».
Corría el año 1756 cuando los representantes de las comunidades interesadas en el monte Santiago firman un contrato para hacer una lobera de piedra, en sustitución de la de madera y un bebedero para el ganado, a razón de ocho reales y medio cada estado.
Es decir, el año 1756 la lobera que conocemos como la del monte Santiago era de madera, no de piedra, era como la del río Cares. Ello nos lleva a pensar que, originariamente, otras muchas loberas también habían sido construidas en madera y posteriormente, aprovechando el mismo espacio, se levantaron de piedra.
Como no tenemos documentación sobre la lobera de madera, creemos de interés exponer las condiciones que se impusieron al maestro cantero para la construcción en piedra de la nueva lobera, señalando que el contrato se firma el 16 de mayo de 1756 y que debía tener terminada para la fiesta de San Miguel (29 de Septiembre) del mismo año.
Condiziones (sic)
Hemos de advertir que el resumen que se presenta de las condiciones para la ejecución de la lobera en piedra no es literal. Lo primero, que el oyo que al presente tiene la dicha lobera se ha de ensanchar y alargar más de lo que está, de forma que ha de quedar veinte y vn pies de largo y catorze de ancho, con la misma profundidad que ahora tiene.
Las paredes del hoyo se han de hazer con cal y canto con el grueso de tres pies. Que las dos mangas de la dicha lobera se han de hazer por donde ahora están de madera, teniendo la que mira al monte Santiago ciento y treze estados (como medida de longitud el estado equivalía a 1,67 metros ) y la que mira hazia la sierra de Guibijo ciento y diez y siete estados. Y de alto, la manga de la parte de arriba, ocho pies sin las cubijas, los primeros veinticuatro estados y el resto siete pies sin las cubijas.
Que todas las cubijas con las que se han de cubrir dichas mangas han de tener de grueso medio pie…sobresaliendo dichas cubijas más que las paredes medio pie por la parte de adentro y otro medio pie por la parte de afuera.
Que las paredes de las dichas mangas han de tener de grueso, desde el cimiento hasta la mitad de lo alto, tres pies y lo demás restante hasta las cubijas, dos pies y medio.
Que el maestro en quien se rematare dicha obra ha de hazer un vebedero para el ganado en la fuente de Santiago.
Que en cada una de las dichas mangas se ha de dejar una portillera en el parage que se destinare por los poderistas.
Que se permite a la persona en que se rematare dicha obra… (puesto que las paredes del bebedero y del hoyo han de ser a cal y canto ) el que a su costa pueda hazer en dicho monte, fuera de la lobera, un ogadizo y sacar la cal necesaria que no pase de trescientas fanegas.
Que el maestro en quien se rematare dicha obra se ha de obligar a mantenerla en pie por quatro años a su costa.
Se remató la obra en los maestros canteros Antonio Sañudo Madrazo y Juan de la Maza, a los que se pagaría en tres tercios: al comenzar la obra, a la mitad y al finalizar la obra.
3. El pago de la lobera
Para costear el pago de la lobera, ya en el mes de Diciembre de 1755 se había decidido vender una porción de hayas, con boca de hacha, en el monte Santiago por un total de 2.004 reales, pero como el gasto de la obra era mayor posteriormente se ajustó otra venta de hayas por un valor de 950 reales de vellón, obteniéndose de la venta un total de 2.954 reales. Creemos interesante señalar que las hayas estaban destinadas a fabricar carbón para las ferrerías del entornno, ya que el ajuste de la venta se hizo con
Joseph Ignacio de Yrastorza, arrendatario de la ferrería de La Encontrada, don Pedro de Ugarte, dueño de la ferrería de Ciórraga y don Pedro de Hernán arrendatario de la de Amurrio.
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