CARNAVAL en RUZABAL
La Junta de Ruzabal la componen cuatro aldeas del municipio de Orduña: Belandia, Mendeika, Lendoño de Arriba y Lendoño de Abajo. Dos escuelas rurales estuvieron ubicadas en dichas aldeas; una en Belandia a la que acudían los niños en edad escolar entre los 6 a 14 años y los vecinos de Mendeika y la otra en Lendoño de Abajo a la que acudían los de Lendoño de Arriba, el caserío de Akejelo y los barrios de Cedélika y Ripa.Tenían una única aula en la que estábamos chicos y chicas de diferentes cursos. En ambas escuelas se seguía una costumbre; la de ir a «pedir para el gallo» que se hacía unos días antes del domingo de carnaval. De esta costumbre hicieron uso nuestros padres y abuelos hasta el año 1936. Después hubo unos años que no se celebró por estar prohibido la celebración de los carnavales. Se volvió a recuperar a principio de los años 50. Como cada escuela cantaba en diferentes días existía una pequeña rivalidad por salir a cantar los primeros. Al hacer el recorrido muy parecido el grupo que iba primero tenía más posibilidades de recaudar más donativos, aún así cuando se cantaba en la escuela vecina todos éramos bien recibidos. Comenzábamos el día un poco más madrugadores que de costumbre. Nos juntábamos en la escuela, recién amanecido, provistos con nuestros impermeables, el bocadillo, la hucha, la cesta de mimbre para recoger los donativos y como no; «el gallo» que llevábamos todo el día con nosotros en una bonita jaula (alguna vez se nos escapó y nuestro trabajo no costó recuperarlo y también en alguna ocasión llevamos la jaula vacía porque ninguna familia nos quiso dejar un gallo). Con todo esto preparado, y escuchando las recomendaciones de la maestra que se quedaba preocupada hasta nuestra vuelta, salíamos a «pedir para el gallo». De Lendoño de Abajo hacia el caserío de Akejelo, después Mendeika y de aquí a Belandia entrando por el barrio de Arbe y bajando al barrio de Ugarte donde estaba la escuela. Seguidamente al barrio Medio para continuar al barrio del Rincón donde acaba la aldea de Belandia. Desde aquí pasábamos a la escuela de Maroño hoy enterrada bajo las aguas de la presa y subíamos al pueblo por unas lastras muy empinadas. Desde nuestra salida y parando en todos los caseríos se hacia la misma ceremonia: haciendo un corro se ponía la jaula con el gallo y la cesta en el centro y todos cantábamos la canción. Al acabar de cantar nos daban el donativo que solía ser: huevos, algún chorizo o unas monedas a lo que contestábamos dando las gracias con otra estrofa. No solían faltar el ritual de preguntas ¿de quién eres hijo? , a ti por la pinta se te saca. ¿Cómo están tus padres o tus abuelos? ¡Cómo os parecéis vosotros tenéis que ser hermanos! En Maroño o alrededores solíamos comer el bocadillo para reponer fuerzas pues todavía quedaba mucho camino. Entrábamos en Madaria y en Aguiñiga (en alguna ocasión se llegó a Salmantón). De Aguiñiga cogíamos el camino Real de la Sopeña para llegar a Venta Fría, antigua posada donde se acogían a los viajeros del histórico vial, donde llegábamos cansados pero con ilusión pues empezamos a llegar a nuestras casas. Todos quieren llegar llevando la jaula con el gallo (que se lleva entre dos) o la cesta con los huevos, chorizo, tocino y morcillas recogidos durante el trayecto. De Venta Fría bajamos a Lendoño de Arriba. Los caseríos están cerca unos de otros y se agradece pues el cansancio se hace notar. Bajamos por Batete para entrar en Lendoño de Abajo por el barrio de Poza »caserío a caserío, llegar al barrio de la Iglesia donde está la escuela y de aquí subir al barrio de Uria. Siguiendo por el pozo Villati y pasando el monte de Gorbeo nos toca el caserío de Ripa y por el camino de la ermita de San Román llegamos al barrio de Cedelika. Desandando este último tramo volvemos a Lendoño de Abajo tras haber andado casi 25 km. y cantado en más de 50 caseríos con el gallo en la jaula, la hucha y la cesta llena de huevos, chorizos, morcillas y tocino. Este recorrido se hacía desde la escuela de Lendoño de Abajo, los de la escuela de Belandia lo hacían muy parecido pero a la inversa. Los huevos se vendían en Orduña y con lo que se había recogido el día de cantar se preparaba la comida el domingo de carnaval. Los últimos años se hizo en la escuela donde la preparaban las chicas solteras del pueblo aunque antes se hacía por sorteo entre las casas en las que había niños en la escuela. Tras la comida venían los juegos y se acababa la tarde con una chocolatada. Estos recorridos se hicieron la última vez en febrero de I972 y en el otoño de ese mismo año se cerraron las dos escuelas bajando sus alumnos a centros escolares de Orduña.
[1] Eli Gutiérrez Angulo. Aztarna, 2009.