LA PEÑA DE GOLDETXO EN SU HISTORIA
LA PEÑA DE GOLDETXO EN SU HISTORIA
Todos los montañeros vascos la conocen. Para ir al Txarlazo donde se sitúa el monumento de hormigón armado a la Virgen de la Antigua, hay que subir la Peña Gualdechu, Gualdecho o Goldetxo como es conocida hoy en día. Subida atractiva llena de robles, castaños, plagada de curvas imposibles con su fuente de agua fresca a pocos metros de la cumbre y ese profundo corte al final del trayecto. Pero no se trata tan solo de un bonito recorrido montañero para el disfrute de los que aman la montaña. La Peña de Goldetxo fue uno de los dos recorridos principales por donde se accedía de la ciudad de Orduña a la meseta. Junto al Puerto de Orduña, también conocido como puerto de San Bartolomé, fue vía esencial de tráfico mercantil y de abastecimiento cuando menos hasta el siglo XVIII en que se construyó el camino carretil entre 1764 y 1772.
Las referencias medievales pocas veces citan el nombre de la Peña por la que se accedía a la meseta y cuando lo hacen se refieren normalmente a la peña de Orduña o Peña de San Bartolomé. Creo que, en efecto, este paso fue el más utilizado en ese tiempo y el principal camino por el que circulaban personas y mercaderías por la ciudad de Orduña tal y como ya lo indicaba Jose Antonio de Armona en sus apuntaciones históricas del siglo XVIII. Las referencias más antiguas del topónimo Goldecho aparecen en documentos de 1491 y 1494 y se refieren a un lugar de aprovechamiento ganadero, una sierra que recibía ese nombre «echaban sus ganados por Goldecho arriba, e que la dicha syerra hazia la parte de la dicha ciudad se decía tanvien Goldecho» Aunque las primeras referencias documentadas como peña y camino se remontan al primer tercio del siglo XVI, creo que esa vía ya existía en época medieval. La ubicación del Santuario de la Antigua a los pies de la peña es una referencia monumental a la que se puede añadir el monasterio y hospital de San Clemente de Arbileta por donde debían circular viajeros de todo tipo, edificios de los que tenemos constancia ya desde los siglos XII y XIII. Las referencias al camino de Goldecho a partir de los libros de actas de 1536 nunca se refieren a él como un camino de nueva traza por lo que parece evidente que esa ruta se utilizaba en épocas anteriores.
Siglo XVI
En la década de los años 30 ya se reflejan con continuidad gastos de mantenimiento del camino de Goldecho en el libro de decretos. Para 1553 el Regimiento orduñés emprende una fulgurante carrera para conseguir un camino digno de tal nombre que posibilite el tráfico de carromatos. Las autoridades locales realizan frecuentes viajes a Bilbao para tratar del asunto con el corregidor de Bizkaia y conciertan con maestros canteros la traza del camino. Incluso el propio corregidor visitó la peña para señalar el camino carretil con un maestro cantero, un tal Juan Cantero y vecino de Castro Urdiales.
Sin pretender abrumar con datos las gestiones que iban realizando las autoridades orduñesas, sabemos que cuando se otorga carta real autorizando la construcción de un camino de Losa a Portugalete, la ciudad solicita que la nueva vía transcurra por la peña de Goldecho, pero al decir del historiador bilbaíno Teófilo Guiard «la escasez de recursos y la posición que manifestaron Álava y Guipúzcoa» lo hicieron imposible.
Durante las siguientes décadas prosiguieron las gestiones para la apertura del nuevo camino con resultados infructuosos, si bien las mismas se refieren más a la peña de San Bartolomé que a Goldecho. Así que ambas peñas, notablemente insuficientes para un tráfico continuo y eficaz, siguieron prestando sus funciones, mal que bien, y en ambas había que emplear cantidades de cierta importancia para mantenerlas mínimamente transitables. Si en el caso de Goldecho las cantidades superiores a 5000 maravedíes de gasto solo se refieren a los años 1579, 1587 y 1591, en el caso de la peña de San Bartolomé aparecen cuando menos en 9 años de este siglo.
Los datos recabados de los libros de cuentas nos aportan solo una información relativa porque en muchas ocasiones se recogen gastos sin identificar a que camino se refieren. En cualquier caso, sí parece claro que el camino principal y, por tanto, el que es objeto de mayor mantenimiento es el de la peña de San Bartolomé en detrimento del de Goldecho que sería un camino secundario.
Siglo XVII
De nuevo los fríos datos contables de los libros de cuentas nos aportan información sobre los gastos de mantenimiento de caminos y, de nuevo, se observa que el de San Bartolomé es el principal al menos hasta mediados de siglo.
A título de ejemplo en el camino de Goldecho el gasto más alto se produce en 1613 (28254 maravedí), cuando en el caso de la Peña de Orduña ese mismo año se consigna un 3 cantidad de 51782 y durante el primer medio siglo hay gastos de 73338 Mrs. en 1617, 96228 en 1624, 30426 en 1627 o 54840 en 1643.
Además del mantenimiento propiamente dicho, la llegada de las nieves invernales obligaba a la contratación de un número considerable de operarios para despejar el paso de los caminos. Las nieves afectaban por igual a ambas peñas. Estas son algunas de las principales partidas de gasto que por ese concepto aparecen en los libros de cuentas municipales
En este siglo se intentó una mejora radical de ambas peñas que resulto un completo fracaso. Fue idea del alcalde de la ciudad Jacinto de Romarate que parece gastó de su pecunio una importante cantidad que pretendió su devolución por parte del regimiento orduñés y que, al menos en parte, consiguió. Entre 1650 y 1655 se ejecutaron obras que en palabras del concejo resultaron un auténtico fracaso que no solo no mejoró la situación, sino que incluso la llegó a empeorar.
El proyecto de Lucas de Longa (1685-1689)
A fines de siglo, la mejora del comercio bilbaíno propició la apertura de un nuevo camino. Los representantes de Orduña; Bilbao y el Consulado decidieron (17-5-1681) construir un camino por la Peña de Goldecho para que por el pudieran bajar carros de Castilla. La firma del importante convenio para solemnizar un acto que se consideraba de gran importancia tuvo lugar en la casa de la Naja de Abando, el lugar donde se había reformado el Fuero de Bizkaia en 1526. La importancia del asunto para la ciudad exigía recabar fondos de los que Orduña no estaba sobrada. Así fue como el Ayuntamiento se reunió (6-6-1681) con unos cuantos vecinos en lo que se llamaba Junta de Particulares, donde se aprobó la imposición de medio real por saca de lana que entrase en la ciudad. Desgraciadamente ese convenio no se aplicó por la oposición de Álava y Guipúzcoa y cuatro años más tarde (16-3-1685) se procede a la firma de un nuevo convenio. Es muy interesante explicar siquiera sucintamente cuales fueron los acuerdos que adoptaron las autoridades locales orduñesas porque ello nos permite conocer el funcionamiento y las competencias de los órganos concejiles. Cuando se recibe la carta de los regidores bilbaínos sobre el rompimiento de la Peña de Goldecho (13-2-1685), el Regimiento de Orduña negocia con Villalba de Losa la autorización de la obra (15-2-1685) y decide convocar Concejo General donde se acuerda aprobar la escritura del nuevo camino de las tres comunidades ante la presencia de más de 220 vecinos (18-2-1685).
Un mes después se formaliza contrato con el arquitecto Lucas de Longa cuyo proyecto fija un presupuesto de 15000 ducados, de los cuales un tercio corresponde a la ciudad. Así que de nuevo se debe convocar concejo abierto (3-6-1685) para tomar a censo tan importante cantidad. Se repite la oposición de Álava, si acaso más contundente, cuando gente de la provincia y de Vitoria se presentaron el 27 de julio de ese año en la villa de Villalba de Losa para acudir luego a al lugar donde se estaban ejecutando las obras, dando lugar a incidentes desagradables. Llegó a proponer a Losa la incorporación a la provincia de Álava por las ventajas fiscales- libres del papel sellado, sisas y millones- que aquella podía reportar, aunque como sabemos no llegó a prosperar.
Álava y Villalba se salieron con la suya y, así, el 22 de agosto de 1685 se libró Provisión Real por los señores del Consejo de Castilla por la cual se mandaba al alcalde mayor de Miranda de Ebro fuese con vara alta a Villalba de Losa y notificare a quienes trabajaban en el rompimiento de la peña Goldecho para que no prosiguieran y, aun mas, el historiador Labayru da noticia de la Cedula Real de 30-8-1685 por la que se manda interrumpir «por ahora el rompimiento de la referida peña en el estado en que está, el que va de Castilla a la Ciudad de Orduña».
La paralización de las obras no es ajena a las presiones de Álava y Guipúzcoa que veían con temor que un paso adecuado por Orduña iba a quitar una parte importante del tráfico que se desarrollaba por la aduana de Vitoria. Pero Bizkaia no se achantó y jugo sus bazas. Por un lado, prohibió la importación de vino de la Rioja alavesa y, por otro, prohibió la exportación del hierro, excepto para el valle de Orozco, paralizando de ese modo indirectamente unas actividades esenciales para Gipuzkoa como eran las actividades de las ferrerías.
El Señorío siguió luchando para que, en palabras de nuevo del historiador Labayru, «la comodidad de que mis hijos y de los reinos de Castilla se comuniquen con menos trabajo y peligro en la conducción de los granos de que carezco» Además, el conde de Oropesa, primer ministro de Carlos II, opuesto a las obras, cayó en desgracia y las obras se reanudaron. Para 1692 los carros subían y bajaban por Goldecho con toda normalidad. La afirmación de Labayru y de otros historiadores como Juan José. Laborda ha sido puesta en duda por algunos autores que consideran que por Goldecho solo pasaban caballerías y nunca circularon carros.
El año 1692 Orduña, a través de un concejo abierto, autorizó a Antonio de Luyando la construcción de una venta con 200 aranzadas de terreno colindante, encima de la peña, cercano al casco y junto al nuevo camino. El otorgamiento municipal se relacionaba, sin duda, con la actuación eficaz de Luyando ante diversas autoridades para conseguir la apertura de la peña de Goldecho. Villalba de Losa reclamó el acuerdo y realizó una petición de amparo ante la
Audiencia de Valladolid. No conocemos el resultado del pleito judicial pero lo que sí sabemos es que la venta de Goldecho seguía siendo propiedad de orduñeses que seguían explotándola cuando menos hasta fines del siglo XVIII. Todavía hoy se pueden observar sus ruinas
Con el camino terminado Orduña cobraba un peaje de 2 maravedíes por caballería. Por el convenio de 1685 los vecinos de Villalba de Losa se encontraban exentos del pago, pero a mediados del siglo XVIII, la ciudad decidió cobrarles también a ellos. Villalba lo reclamó y Orduña justificaba el cobro por los muchos gastos de mantenimiento del camino y desestimó la reclamación (20-11-1761). Aunque en un primer momento el Juez Mayor de Bizkaia dio la razón a Villalba (8-7-1763), se revocó el auto del Juez Mayor y se confirmó el acuerdo del alcalde de Orduña (23-5-1765)
Siglo XVIII
La peña de Goldecho se convirtió así, en el principal paso a la meseta. Además del comercio comarcal con la tierra de Losa que siempre tuvo este punto como lugar de paso más directo con la ciudad, a partir de 1692 y hasta mediados del siglo también acogió el tráfico de larga distancia con Burgos y otros puntos de Castilla.
Los gastos de mantenimiento de caminos en los libros de cuentas orduñeses se refieren de modo predominante a la peña de Goldecho.
En algunas circunstancias conocemos la razón de la mejora del camino. Así, en 1702 el ayuntamiento de Bilbao se dirigió al de Orduña para que se allanasen algunos pasos de la peña de Goldecho, debido al urgente transporte de 4.000 fanegas de trigo procedente de Tierra de campos. (12-5-1702).
Aunque las obras de 1685 a 1692 mejoraron la infraestructura viaria notablemente, la orografía del camino y las circunstancias climáticas exigían obras constantes de mantenimiento. En el invierno de 1705 se tuvo que componer la nueva vía porque habían caído buen número de peñascos y se hacía imposible el paso de viandantes y trajineros. Lo mismo pasó en 1711 cuando una de las paredes de peña Goldecho se había hundido de manera que no se podía traficar por el camino real, aunque aquí se exigió el pago al propio constructor Antonio de Berrio que había fabricado los paredones sin sacar los cimientos.
A pesar de las obras, el camino de Goldecho resultaba insuficiente y así fue como entre 1767 y 1774 se ejecutó la gran obra del siglo en Bizkaia, el camino entre Bilbao y Pancorbo. De esta manera la antigua peña de San Bartolomé o Peña de Orduña volvió a ser el paso principal de viandantes y mercancías en el camino entre la costa y la meseta, quedando relegado el camino de Goldecho a una vía de carácter secundario.
La historia insólita de la pasiega Juana de Aja
La peña de Goldecho seguía desempeñando una función de comunicación de Orduña con las tierras de Losa, las Merindades y la zona de Espinosa de los Monteros. El mercado semanal de la ciudad acogía a muchas vendedoras de la comarca como a Juana de Aja, pasiega de Espinosa y cuyo caso aparece recogido en un libro de actas del ayuntamiento de Orduña del año 1864 por el secretario municipal «para perpetua memoria».
Sucedió que Juana de Aja, conocida como «la loba», era una vendedora que acudía con asiduidad al mercado orduñés. Era febrero de 1864 y el tiempo invernal había dejado Orduña y toda la Sierra Salvada con una capa profunda de nieve. La pasiega había quedado con su novio, carabinero en Villaño, para disfrutar las fiestas del carnaval y como mujer de palabra no podía faltar. Los vecinos de Orduña le quisieron persuadir de que el intento de acudir andando a Villaño era una temeridad pese a lo cual tomó su cuévano y emprendió desde el arco de La Antigua, donde estaba hospedada, la marcha por el camino de la peña de Goldecho. Emprendió la subida el domingo a las 8:30 de la mañana. El lunes, martes y miércoles nada se supo de ella. El jueves, los encargados del suministro de nieve a la ciudad subieron a la nevera de Sierra Salvada y oyeron las voces de una mujer que pedía socorro y la localizaron en lamentable estado, pero «en cabal juicio».
Había pasado cerca de 100 horas sin más abrigo que el sayal, prenda característica de las pasiegas. Le auxiliaron dándole comida, pero tan solo podía beber vino de la bota que el ofrecieron y, por su propio pie, auxiliada a ambos lados por sus salvadores bajó a la ciudad donde le prestaron la asistencia médica que necesitaba. Allí contó cómo había perdido el cuévano donde llevaba pan, chocolate y licor y tan solo se alimentó con nieve, llegando en algún momento a cubrirse la cabeza con nieve cuando se percató que le rondaban unos lobos. El caso fue considerado por los orduñeses como milagroso y por eso se decidió narrarlo, a falta de periódicos, en las catas municipales. Llegaron a incluir una nota al margen que decía:
«La pasiega marchó de esta ciudad del 1 de marzo casi completamente restablecida y desde mayo hasta fin de año, en que se pone esta nota, recuentó los mercados y ferias de esta ciudad, sin notable novedad en su salud»
Siglo XX
En este siglo las vías comarcales van perdiendo importancia y la peña de Goldetxo se convierte en una atractiva ruta montañera que, además, tiene como destino el monumento a la Virgen de la Antigua en el monte Txarlazo según proyecto del arquitecto Claudio Duran. Se trata de una construcción de unos 28 metros y fue construido en hormigón armado siendo una de las edificaciones pioneras en el uso de este material. Iniciada la obra el 12 de junio de 1904 fue inaugurada el 16 de octubre del mismo año. La construcción del monumento exigió la modificación del camino de la peña de Goldetxo en la que participó generosamente la población de Orduña. Se mejoró el camino de acceso al Txarlazo porque se necesitaba una buena comunicación con la fuente de Goldetxo en donde se construyeron unos depósitos de agua para la obra.
Al terminar este breve recorrido histórico por Goldecho, los montañeros que atravesamos sus numerosas curvas y su corte final, no debemos olvidar a todos estos trajineros, buhoneros o vendedoras que también lo cruzaban, a veces en condiciones muy complicadas, y que conforman un auténtico lugar con historia.
Tomado de AZTARNA