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RECORRIDO POR LAS ERMITAS DE  LENDOÑO DE ABAJO Y ORDUÑA

RECORRIDO POR LAS ERMITAS DE  LENDOÑO DE ABAJO Y ORDUÑA

Introducción

En unas Ordenanzas de Lendoño de Abajo, en Orduña, encontramos una cita intere­sante en la que se manda ir en rogativa o procesión al santuario de Nuestra Señora la Antigua. El documento es de gran interés porque trata sobre la existencia de un santuario o ermita al que los vecinos de Lendoño de Abajo iban en rogativa a pedir protección divina: «Otrosí ordenamos y mandamos que el día de la visitación de Santa Isabel como tenemos costumbre de hir en rogación a la virgen de la antigua estando el marido no hira la mujer y no hallándose el marido hira la mujer y no estando la mujer imbiara una per­sona mayor de casa so pena no estando a la rogativa un real y si faltase a la misa otro«. Es decir, el día 2 de Julio, de cada caserío que formaban la aldea de Lendoño de Abajo, debía acudir una persona en rogativa al santuario de Ntra. Sra. la Antigua, en Orduña, con obligación de asistir a misa, pena de pagar un real de multa, si faltare a la misa y otro real si no acudiera a la rogativa. Como la misma Ordenanza reconoce, era sabido que muchos veci­nos asistían a estas celebraciones religiosas no por propia voluntad sino al verse obligados por amenaza de multas o por el miedo a sufrir castigos divinos en esta vida y las penas del infierno en la futura.

Las ermitas ayudaban a mantener la religiosidad de los fieles, pero también a crear comunidad, a sentirse pueblo estrechando los lazos de vecindad, ya que como pueblo se acudía a pedir protección contra los malos temporales, contra la peste, a pe­dir lluvia para que los cereales madurasen, a pedir intercesión por un hijo o marido ausente, etc. etc. Además en muchas de estas ermitas, tras las roga­tivas y procesiones, se celebraba un pequeño ágape o comida, que favorecía el encuentro entre vecinos y el intercambio de noticias y preocupaciones…,en ocasiones, también eran escenario de riñas, sobre todo si había danzas o baile, cosa bastante frecuen­te. Era costumbre que los vecinos contribuyeran con sus limosnas y con su aportación manual en régimen de vereda o auzolan (a Lylan se lee en las actas del Ayuntamiento de Orduña) a mantener el edificio en buen estado y a la celebración del culto. En el municipio de Orduña era raro el mes que no hubiera rogativa o procesión a una de las ermitas, ya que hemos contabilizado la existencia de cerca de cuarenta ermitas dentro de su jurisdicción.

Hoy la mayoría de estos pequeños templos han desaparecido o están derruidos, pues de las cerca de cuarenta ermitas que hubo en Orduña solamente cinco están en pie y una de ellas, la de San Clemente de Arbileta, sin tejado, sujetándose a duras penas las paredes maestras. El año 1551, según el Licenciado Gil, en Orduña «Ay trece hermitas sufragáneas de la iglesia de Sancta María y algunas dellas tienen renta y dan quenta a los visitadores. Ay mucha confradías, dan quenta a los visitadores«. La guerra de la Independencia y las guerras carlistas asentaron golpes mortales al patrimonio arquitectónico de toda esta zona, sobre todo a las ermitas, usadas como refugio por unos y por otros.

En las líneas que siguen vamos a hacer un recorri­do por las ermitas que hubo entre las jurisdicciones de Lendoño de Abajo y Orduña, un recorrido que nos ayudará a recuperar retazos de historia a la vez que ejercitamos la mente y el cuerpo. El trayecto lo vamos a realizar saliendo de la iglesia de San Esteban y, tomando dirección norte/este, regresando tras unas tres horas de recorrido.

Tras tomar el antiguo camino, que va de Lendoño de abajo a Orduña, al encuentro de Zedélica, antes de llegar a culminar la subida desde la que se domi­na la sierra de Gibijo, cuando se comienza a ver el pueblo de Saratxo, hacemos la primera parada.

Santuste, Santos Justo y Pastor

Es del año 1546 la primera noticia que conocemos sobre esta ermita: «…tres misas que se fueron a decir a San Bartolomé de la Peña e a Santuste Pastor«. Y es años más tarde, en 1585 cuando se habla clara­mente de la existencia de una ermita: «Repararla pared y tejas de la hermita de San Justo y Pastor en el término de las aldeas de Lendoño y Quexólo y en el lugar de Derendano«. Era una ermita de las que llamo jurisdiccionales, por estar en la misma línea jurisdiccional de la Tierra de Ayala y Orduña y a cuyo sostenimiento debían de contribuir las dos comuni­dades: «que se de libranza a Pedro Sáenz de Ligarte, juez de Sojo y fiel del lugar de Derendano, de doze rreales de la mitad de veintíquatro que gastaron en el reparo de la hermita de Sant Justo y Pastor«. A estas ermitas jurisdiccionales solían acudir una vez al año las autoridades municipales, acompañados de un sacerdote, para demostrar que hasta allí llegaba su domino.

¿Dónde estaba situada esta ermita? Como han pasado tantos años, no queda ni rastro del edifi­cio, pues las piedras de los muros pudieron destinarse a múltiples usos, y es difícil saber el lugar exacto donde pudo estar. Por una mojonera que se hace el año 1778 podemos más o menos situar su localización: «…tirando vía recta adelante, pegante a las carcabas y zerraduras de las heredades que lla­man Cobazarra…, tirando al monte abajo en rectitud, se halló otro mo­jón donde llaman San Tuste…Y ca­minando con la misma rectitud, por las paredes y vestigios que se hallan pegantes a la hermita profanada,… en el sitio que llaman la Lastra, antes de bajar al río Carduras…». Según este documento la ermita estaba en el término de La Lastra, (en otro texto se habla de Ripalday), antes del llegar al río Carduras. A pesar de haber ido varias veces y examinar el terreno con sumo cuidado, no hemos hallado restos visibles de esta ermita.

Santa Cristina

Siguiendo el camino, cuando llega­mos a la cúspide y se ven en el valle las piscinas de Orduña, en la ladera donde nos encontramos, a cosa de cuatrocientos metros de descen­so, se levantó la ermita de Santa Cristina, en el límite entre Orduña y la Tierra de Ayala, hoy Saratxo. Al parecer, esta ermita se conoció anteriormente como San Andrés: «en el mojón que está sobre la peña a espalda de la hermita de San Andrés que hoy llaman de Santa Xpristina…, sobre la peña de Uriacha«, leemos en un texto de 1875. Refuerza esta idea el hecho de que la fiesta de la ermita fuera el día de San Andrés y que fuera en esta festividad cuando se hacían los contratos con el ermitaño. Por la documentación sabemos que en Orduña existió una cofradía llamada de San Andrés y Santa Cristina, regalando un refresco de vino y fruta a los cofrades que asistían a las festividades que se celebraban en la ermita. Entre las posesiones de la ermita, que contaba con horno, estaban una huerta y un monte que sumaban un total de 261 aranzadas. Al parecer, en esta ermita se agasajaba a las autoridades cuando iban a recorrer los mojones que separaban Orduña y la Tierra de Ayala. Según la documentación que se conserva, la ermita estuvo en pie al menos hasta el año 1881, fecha en la que ya no encontramos referencias a este templo.

Siguiendo ahora dirección sur, teniendo la ladera del monte a nuestra derecha, nos dirigimos hacia el barrio de Zedelika

San Román

Esta ermita, situada en el barrio de Zedelika, es de las que mejor se conservan, de las numerosas ermitas que tuvo Orduña, gracias, en parte, a la restauración que se llevó a cabo el año 1969. En un texto de 1598 se nos recuerda: «La iglesia de San Roman es ermita, no tiene pila…, está situada solo para que se congreguen en ella a oyr misa y a encomendar a Dios los caseros que biben en rripa y cedelica«. Queda claro, para las autoridades de Orduña, que San Román no es parroquia, es una humilde ermita de dos de sus barrios.

El templo tiene toda las trazas de asentarse sobre otro anterior, pues en unas excavaciones realizadas el año 2005 se hallaron seis tumbas que se pueden fechar entre los siglos VIII-XI, lo que confirmaría que aquí se sentó uno de los templos más antiguos de Orduña.

A principios del siglo XX hubo cierto malestar entre los vecinos, porque los curas de Orduña, sobre todo en días de lluvia y en la temporada de invierno, de­jaban de acudir a decir misa. La imagen que preside el altar es la de San Román y en uno de los laterales está una imagen de San Antón, que se trajo cuando se arruinó la ermita dedicada a este santo y también estuvo aquí, hasta la guerra civil, la imagen de Santa Cristina, traída de su ermita abandonada.

La fiesta de san Román tiene lugar el día 9 de agosto. Hasta no hace mucho, era costumbre que los vecinos de la calle Orruño de Orduña, ofrecieran a quienes acudían en esta festividad, vino y galletas.

San Antón

Pasando por el barrio de Ripa llegamos a la cumbre de San Antón, que goza de unas vistas fantásticas sobre todo el terreno de Orduña, así como el Valle de Arrastaria y el cordón de la Sierra de Salvada. Unos cascotes de teja y ladrillo y algunas piedras son todo lo que queda de esta ermita que, entendemos de mucha antigüedad, pues ya el año 1490 se habla de “la cuesta San Antón” y cuyos restos nos dan a entender su posible ubicación en la misma cumbre del monte. Que estaba alejada del casco urbano lo confirma un documento del obispado firmado el año 1791 que dice que «por hallarse en parage tan despoblado, solo sirve de acogida a gente de mal vivir y que varias veces se ha visto quebrantada la puerta y con caballería dentro de ella…«. Sabemos que el año 1739 el ayuntamiento de Orduña destino 90 reales que había obtenido de multas para arreglo de la ermita.

Sin embargo, a esta ermita le esperaba cumplir una importante misión. Hacia el año 1800 una peligrosa peste entra en la Península por el sur, avanzando peligrosamente hacia el norte. El ayuntamiento, para curarse en salud, visto que la ermita de San Antón está en un lugar bien aireado, decide que se reedifique un hospital, para acoger a «algunos enfermos que pudieran llegar contagiados de los países infestados». De las obras se encargó Hilario Echevarria por la cantidad de 2.200 reales, que era una cantidad grande. Que funcionó como lazareto esta antigua ermita nos lo confirma la solicitud del Ayuntamiento de Orduña para que la Diputación de Bizkaia colabore con 5.653 reales «para la situación de las personas que hubieren venido de la ciudad de Cádiz en tiempo de la epidemia que se padecía en ella«.  Cumplida esta etapa, el año 1809, la ermita de San Antón pasa a ser cuartel de las tropas francesas que estaban acantonadas en Orduña, confirmada esta presencia por el pago a un intérprete y por el sumi­nistro de chacolín desde Amurrio para la tropa fran­cesa. Y es el año 1818 cuando el enviado del obispo ordena que se derribe lo que queda de la ermita «de modo que ni cimiento quede enteramente igual con tierra«, solicitando los cofrades de San Antón que la imagen del santo se traslade a la capilla del Heno, en la iglesia parroquial de Santa María. Algunos escritos afirman que la imagen de San Antón, que se puede ver en la ermita de San Román de Zedelika, es la que estaba en la antigua ermita de San Antón. Hoy, como hemos escrito, de la ermita de San Antón sólo quedan unos cascotes de ladrillo y teja en la cima del monte que se sigue denominando monte San Antón.

San Clemente de Arbileta

Bajando de San Antón, cuando se llega a la campa de las Chozas, junto al cruce que va a Lendoño de Arriba y Lendoño de Abajo, se toma la carretea que va a Lendoño de Arriba y, a cosa de trescientos metros, a la derecha se ven unas ruinas, son las de la ermita de San Clemente de Arbileta. Es uno de los templos más antiguos de esta zona, ya que aparece documentado el año 1.192, cuando Alfonso VIII de Castilla dona al obispo de Calahorra el monasterio de San Clemente de Arbileta con todas sus pose­siones. Todo hace pensar que aquí se levantó un pequeño poblado, ya que el monasterio «tiene pila bautismal, por donde se entiende haber sido algún tiempo iglesia por sí«, es decir iglesia parroquial, puesto que se bautizaba en ella, como ocurría con los varones del barrio de Aquésolo, bautizándose las hembras en la iglesia de Lendoño de Abajo. Las excavaciones que se realizaron el año 2.000 sacaron a luz una necrópolis datada entre los siglos VIII y X.

Las autoridades de Orduña acudían al menos tres veces al año a esta ermita de San Clemente, el día de la letanía, el día de San Clemente y el día de San Bernabé: «Para el lunes primero que es… letanía el mayordomo de Sant Clemente prevenga para señores de Ayuntamiento y del Cabildo unas pasas, pan y bino blanco de Castilla y un refresco para que desayunen en dicha hermita”. El año 1900 el ayuntamiento de Orduña anota 9,60 pesetas de gasto “en cigarros de puro en la rogativa de San Clemente”.    La ermita contaba con una casa para el ermitaño, un hospital para enfermos y transeúntes y varios terrenos de labrantío. En la romería de San Bernabé celebrada el año 1657 aparece escrito por primera vez en un documento de Orduña la palabra Chacolín. Con la desamortización de Mendizabal,

en 1834, fueron vendidas todas las piedras, quedando el templo en poder del cabildo de Orduña. Hoy sólo se conservan las paredes maestras en lamentable estado y un arco de entrada.

 San Julián

De esta ermita sólo se conservan hagiotopónimos (nombre de Santo): corral de San Julián, Era de san Julián, huertos de San Julián, palabras estas de huertos y era que nos indican que la ermita estaba cercana al pueblo, pero sin saber localizarla, por no quedar restos. En la vista del obispo de 1740 se dice que se tenga con decencia.

 Nuestra Señora de Poza

Llegados a Lendoño de Abajo, aunque tengamos que recorrer algo más y en cuesta, no queremos finalizar el recorrido sin acercarnos hasta la ermita de Nuestra Señora de Poza.

Un documento fechado el año 1494 nos lleva a sospechar que Poza fue una pequeña aldea cercana a los Lendoños: «…e como procurador de los concejos de Belandia e Mendeyca e Lendono de Yuso e Popa, aldeas desta dicha çibdad…», que formaban parte de las seis aldeas que en aquellos tiempos pertenecían a Orduña.

La ermita está situada en la ladera del monte Regaña y se conserva en buen estado de conserva­ción gracias al cuidado de los vecinos, celebrándose con toda pompa la festividad del Nuestra Señora de Poza el 8 de septiembre. Cuenta la leyenda que los vecinos querían construir la ermita en la campa de la Fuente, pero de noche se aparecía la Virgen junto a un roble que se levantaba en el lugar que hoy ocupa la ermita, señalando el terreno donde deseaba que se levantara la ermita.

La imagen de Nuestra Señora de Poza, una hermo­sa talla de finales del siglo XIII principios del XIV, se conserva en la iglesia de Lendoño de Abajo. Durante muchos siglos el mantenimiento estuvo a cargo de la Cofradía de Nuestra Señora de Poza, formada por los vecinos de la Junta de Ruzabal y por los vecinos de Aquéxolo que pertenecieran a los hijosdalgo.

El recorrido lo finalizamos junto a la iglesia de San Esteban, en Lendoño de Abajo, cavilando que, al igual que este, podemos trazar varios recorridos más por la jurisdicción de Orduña, dada la riqueza de ermitas que hubo.

Tomado de AZTARNA

Por Salvador Velilla Córdoba

 

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