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“BASCONGADOS E LATINADOS”. UNA INTERPRETACIÓN DE LA HISTORIA SOCIOLINGÜÍSTICA DEL ALTO NERVIÓN (II)

“BASCONGADOS E LATINADOS”. UNA INTERPRETACIÓN DE LA HISTORIA SOCIOLINGÜÍSTICA DEL ALTO NERVIÓN (II)
  1. El caso de Artziniega y Ayala occidental

La zona entorno a Artziniega es el punto en el que se encuentran las áreas de toponimia mayoritariamente euskérica y aquellas cuyos parajes presentan nombres generalmente castellanos. Pero el límite no es ni mucho menos definido. Curiosamente, se aprecia el hecho de que localidades con nombre euskérico como Lexartzu, Soxoguti y Mendieta tienen una toponimia plenamente castellana. Pero incluso más al oeste, y ya en la actual provincia de Burgos, aparecen nombres euskéricos como las localidades de Artieta y Arza. Seguramente, en esta zona ambos idiomas convivieron durante siglos conformando un paisaje lingüístico heterogéneo, ya desde el año 864 que tenemos la primera referencia documental.

Es por esta trayectoria histórica que resulta llamativo el conocido dato que nos proporciona Artziniega en 1682. Aquel año, la villa nombró un procurador que no sabía “romance” para que acudiera a las Juntas Generales de Álava. Como consecuencia, las Juntas mandaron a todas las hermandades que, en adelante, no enviaran procuradores que no supieran castellano. El procurador euskaldun en cuestión se llamaba Manuel de Mezcorta y había nacido en 1661 en el barrio Los Heros del pueblo ayalés de Mendieta, junto a Artziniega. Generalmente, solían ser los síndicos o, en su defecto, otros personajes poderosos quienes acudían como procuradores a las Juntas. Es por ello que resulta tan llamativo que, precisamente en Artziniega, se eligiera a un euskaldun monolingüe; ello supondría que las sesiones concejiles se realizaban en este idioma. No es lo que cabría esperar. Artziniega era una villa cuyo entorno, ya entonces, sería mayoritariamente castellanoparlante. Y, siguiendo el caso de Vitoria-Gasteiz, o incluso el de Urduña/Orduña, sabemos que en los núcleos urbanos el castellano podía ser predominante aun siendo vascoparlante su entorno.

En cualquier caso, que Artziniega nombrase un procurador euskaldun monolingüe solo puede explicarse si el euskera estuviera tan extendido que fuera la lengua dominante en el seno de la comunidad local, el idioma empleado en sus reuniones y vida cotidiana. La existencia de monolingües de ambos idiomas así como de bilingües, incluso en una misma localidad, se antoja una opción perfectamente plausible. Pero que el euskera tuviese tanta fuerza en Artziniega que incluso llegasen a nombrar procurador a un hombre que no sabía castellano supone, justo es reconocerlo, un hecho sorprendente.

Porque, ¿cómo encajamos al vascoparlante Mezcorta con los castellanoparlantes Menoyo? Dos son los aspectos que debemos mencionar. En primer lugar, Pedro y Cristóbal de Menoyo fueron personas muy destacadas en la Ayala de su tiempo, de manera que el segundo llegó incluso a representarla en las Juntas alavesas en numerosas ocasiones. Al igual que Diego de Aldama habría desarrollado toda su vida en Amurrio sin aprender castellano, al menos de una forma competente, aquellos habrían hecho lo propio con la suya sin saber euskera. Esto nos lleva a preguntarnos, ¿en qué idioma se celebraban las reuniones concejiles y las juntas supralocales? No hemos hallado ni una sola referencia a la situación lingüística en los libros de actas de la Tierra de Ayala, que hemos consultado desde el siglo XVI hasta el año 1791. No hay nada que certifique la presencia de intérpretes, de personas que no entendían alguno de los idiomas empleados, tampoco en ningún momento se establece la obligatoriedad del castellano para obtener un cargo -ni era obligatorio saber leer y escribir, como sí lo era en Álava-. En principio, nos podríamos inclinar por creer que los ayuntamientos de la Tierra de Ayala se desarrollaban en castellano, por ser la lengua culturalmente dominante y seguramente conocida por todos los notables de la zona. Pero, ¿es posible que esto fuera así en Ayala mientras en Artziniega se desarrollaban en euskera? Nos sorprendería que fuese así. Y esto conecta con el segundo aspecto que queremos destacar. Desde el primigenio trabajo de F. Barrenengoa, no se ha cuestionado en absoluto que, en líneas generales, el retroceso del euskera en la comarca se produjo de oeste a este. Sin embargo, el presente testimonio vendría a dibujar una villa de Artziniega en la que el euskera mantendría un gran vigor a finales del siglo XVII mientras que en Salmantón o Menoio, y en general en toda la parte suroccidental de Ayala, el castellano estaría fuertemente establecido desde antes[2]. ¿Puede que a lo largo del XVII se produjera una conquista de ciertos espacios por parte del euskera, de manera que estaba más extendido socialmente que a principios de la centuria? ¿Fue realmente la Sopeña ayalesa el lugar donde el euskera comenzó a retroceder, antes que Artziniega y su entorno?

Para finalizar con este siglo, otro expediente de ingreso en la Orden de Santiago, esta vez de 1671, nos proporciona algunas menciones inéditas a la lengua vasca. Así, Juan Francisco Fernández del Campo Angulo, vecino de Menoio y precisamente yerno de Cristóbal de Menoyo, afirmaba en Lezama que «siendo como son Don Juan de Ugarte y Martín de Ugarte y todos sus ascendientes orijinarios de este valle de Aiala y del señorio de Vizcaia es mui cierto son y fueron mui notorios hijosdalgo según fuero y costumbre de España porq además de la notoriedad de toda esta tierra cuios naturales conservan el traje antiguo y lenguaje vascongado de Vizcainos«

El orduñés Francisco Ortiz de Zarate Salcedo se expresaba en similares términos: “sabe que en el conserban el trage antiguo y lenguage vascongado”. Como se puede ver, la referencia a la conservación del euskera tiene como objeto demostrar la antigüedad de la Tierra y lo ancestral de sus linajes, y poco más se puede concluir aparte de la persistencia del idioma en Ayala, o al menos en una parte de ella -el interrogatorio se realiza en Lezama-, aspecto que ya nos es conocido.

  1. El retroceso del euskera en el siglo XVIII

Se considera aceptado que el euskera habría experimentado un importante retroceso en el Alto Nervión a lo largo del siglo XVIII, un periodo para el que contamos con un buen número de testimonios sobre su presencia en la comarca, si bien aquí nos vamos a centrar en aquellos que aportan información sobre la relación entre euskera y castellano.

El principal testimonio que manifiesta un retroceso del euskera en la parte occidental de la comarca consiste en el sermón pronunciado por el sacerdote Pedro de La Lastra -que ejercía en Quejana pero no era natural del lugar- el 25 de abril de 1775 con ocasión de la reinauguración del santuario de Nuestra Señora de Etxaurren, en el concejo de Menoio y muy cerca de Quejana. Estas son las palabras de La Lastra: «se apareció sobre un nogal o nogala, que por eso se llama o intitula Nuestra Señora de Chaurren, voz o palabra Vascongada, que traducida al castellano, que nosotros usamos oy en día, Chaurren quiere decir Nogal o Nogala, que cuando se apareció la santa Imagen, según tengo percibido, se hablaba la lengua Vascongada en todo Ayala. Y, aunque hoy en día no se usa, se mantiene y conserva la voz Chaurren…«

Si realizamos un análisis lo más literal posible del texto, observamos que el sacerdote se refiere al uso de la lengua, no a su conocimiento; ya no se usa el euskera, es el castellano que “nosotros usamos oy en día”. Puede interpretarse de lo dicho que la caída en desuso de la lengua vasca era reciente; podemos aventurar una hipotética situación en la que los mayores la conocían, aunque no la usaran, habiéndose interrumpido la trasmisión generacional de la lengua en un lapso de tiempo bastante corto. Esto no fue nada extraño allí donde la lengua se perdió[6]. Tampoco hay que pasar por alto la frase “según tengo percibido, se hablaba la lengua Vascongada en todo Ayala”. Evidentemente, hace referencia a un pasado euskaldun de toda la Tierra de Ayala, supuestamente en un momento bastante remoto, cuando habría ocurrido la aparición mariana. Pero, por otro lado, ¿debemos entender que el euskera había retrocedido en todo Ayala? ¿Que antes se hablaba en toda Ayala y ahora solo en parte de ella? Como veremos, el euskera estaba aún presente en buena parte de la Tierra de Ayala. Por ello, interpretamos que, en su sermón, el padre La Lastra se refería a la pérdida del euskera en parte de Ayala, concretamente en los alrededores del templo en el que se encontraba: Menoio, Quejana, Maroño, etc. Y también en Artziniega y en la parte más occidental de la comarca.

A pesar de que la redacción del texto puede entenderse como expresión de un retroceso reciente del idioma, no se puede pasar por alto que el santuario de Etxaurren se ubica en la misma localidad en que nació y vivió Cristóbal de Menoyo siglo y medio antes. Sea como fuere, el euskera no sería lengua común en la zona en tiempos de La Lastra. En este sentido, muy cerca del santuario, en Maroño, nació el abogado Pedro Leal de Ibarra Echaurren en 1749. Cuando en 1794 Xabiera de Berganza se presentó ante él y ante Francisco de Acebal Aguirre, nacido en Amurrio en 1766 y seguramente criado en Izoria, “viendo su merced que la referida Xaviera es bascongada y que no entiende el lenguage castellano”, hubieron de nombrar dos intérpretes. Xabiera había nacido en el barrio de Berganza, cerca de Baranbio, en 1741. Los intérpretes fueron su cuñado Manuel de Picaza Palacios, nacido en Amurrio en 1753, y José Díaz de Olarte Mendibil, nacido en Lezama en 1761, ambos residentes en esta última localidad.

Por lo tanto, aunque no tenemos ningún dato que haga referencia a localidades como Menagarai, Arespalditza/Respaldiza y pueblos como Ozeka, Madaria o Agiñaga, es muy posible que, a mediados del siglo XVIII, el euskera ya hubiera retrocedido en todos estos lugares como lengua nativa, lo cual no significa que no hubiera gente que lo conociera. F. Barrenengoa ya señalaba que lo más probable era que el euskera estuviera a punto de desaparecer al oeste del río Izoria -con la excepción de Luiaondo, Okondo y, probablemente, Zuaza.

La coexistencia de idiomas en Ayala se hace manifiesta una vez más: castellanoparlantes como Leal de Ibarra y Acebal, vascoparlantes como Berganza y bilingües como Picaza y Olarte. Incluso en una misma localidad, ya que Acebal no sabía euskera y su coetáneo Picaza, sí. Por su parte, los bilingües son representantes del panorama lingüístico de la Ayala oriental, donde el euskera sería la lengua dominante. Otro ejemplo lo tenemos en 1746. Por entonces, José de Urrutia, natural y vecino de Astobiza, pleiteó con una mujer residente en las cercanas Ventas de Ugazi ante Pedro Antonio de Larrea, alcalde del valle de Urkabustaiz, quien no sabía euskera. Por eso, Urrutia nombró un intérprete porque “los tgos de q me querello los mas ygnoran el castellano siendo como son vizcainos (…) en lenguaje”. El elegido fue José de Guinea Basterra, inteligente en ambas lenguas, nacido en Lezama en 1708 y vecino de Inoso. Sabemos, porque el intérprete erró involuntariamente al traducir su declaración, que uno de los que lo necesitó fue un guipuzcoano, llamado Miguel de Otegui. En cuanto al resto de testigos, parece que hubo más guipuzcoanos y lugareños, pero no sabemos quién necesitó intérprete y quién no porque sus declaraciones no se reproducen.

En 1787 tenemos el testimonio de cuatro vecinos de Baranbio, dos de ellos bilingües y otros dos bascongados que necesitaron de intérprete para declarar ante un escribano enviado por la Audiencia de Valladolid. Los dos primeros eran Francisco de Aguirre Tontorra y Juan Iñiguez de Onsoño, que sabían firmar. Los otros dos se llamaban Pedro de Landaluze Orue y Juan de Sierra. El intérprete se llamaba Antonio de Murga y residía en Ziorraga por aquel entonces. El euskera era la lengua principal en Baranbio sin ningún género de duda, y probablemente la única de parte importante de la población. En 1795 los parroquianos de Baranbio dieron poder a su convecino Miguel de Madariaga “[para] que hallase sacerdote secular o religioso que tuviese licencia de confesar y fuese bascongado”, debido a que el beneficiado Pedro José de Aldama aún no se había ordenado sacerdote. Su lugar lo ocupó finalmente un religioso del convento de San Agustín de Durango. Pero parece que esta solución fue temporal y, en 1804, los parroquianos de Baranbio estaban buscando sacerdote de nuevo «a causa de hallarse vacante uno de los tres beneficios de dha Yglesia se vieron precisados a buscar servidor que la sirviere en el señorio de Vizcaya y estas inmediaciones que supiese la lengua e idioma vascongado por la grave falta que había y no obstante de las eficaces diligencias que practicaron, no hallaron sacerdote vascongado que hiciese dho servicio por cuio motibo se balieron de los Beneficiados de la Yglesia del Lugar de Lezama«.

En el resto de la escritura que nos ocupa, se subraya de forma reiterada que saber euskera era condición necesaria para servir en la parroquia. Y ello fue así porque buena parte de su población, como Xabiera de Berganza, Landaluze y Sierra, no conocía otro idioma que no fuera el euskera. Por otra parte, leemos que habían estado buscando servidor “en el señorio de Vizcaya y estas inmediaciones” pero, al no encontrar nadie disponible, se valieron de los beneficiados de Lezama. Es de suponer que así lo hicieron por ser éstos euskaldunes también. Casualmente, otra escritura contenida en el mismo protocolo notarial nos informa que los sacerdotes de Lezama en aquel tiempo eran los hermanos Ignacio y Domingo Lorenzo de Perea, Pedro de Viguri, Francisco de Olamendi y su sobrino Juan Ángel de Lezameta, y Manuel Bautista de La Fuent.

De edad similar a los aludidos era María de Mendieta Munibe, quien, en 1798, formalizó su testamento en Lezama ante el escribano local Gerónimo Xabier de Arana, que escribió: «mediante se hallaba gravemente yndispuesta y para quanto lo puediese executar en quanto la hera posible a causa de la torpeza de su lengua y hideoma bascongado, sin embargo de entenderla lo que se esplicaba y ablaba me vali de Maria de Larragorri (…) y Maria Cruz de Gurbista (…) para que respecto su comunicacion frecuente que con ella han tenido la hicieran las preguntas concernientes a su ultima voluntad a mi presencia y me lo expresasen; y habiendo dado principio dichos ynterpretes…

Se dice claramente que Arana no la entendía porque ella hablaba mal euskera. Pero no porque el castellano fuese la lengua habitual de María, ya que si así fuera no habría tenido ningún problema para comunicarse con el escribano, quien, sobra decir, conocía perfectamente este idioma. La cuestión es que María hablaba mal de por sí, quizá a causa de alguna enfermedad o patología. Y es por eso que Arana necesitó que dos mujeres que habían tenido comunicacion frecuente con ella le dijeran lo que estaba declarando. Queda manifiesto, por tanto, que el euskera era la lengua en que se comunicaban los protagonistas de esta escritura, todos ellos naturales y vecinos de Lezama, lo cual no excluye que algunos pudieran conocer el castellano.

En la zona septentrional del Alto Nervión el euskera también se habría mantenido con vigor a lo largo del siglo XVIII. Así habría ocurrido en Luiaondo. En 1723 María Pérez de Urrutia tuvo un altercado con la joven Lucía de Beraza, en el cual le llamó ardizitala “en lengua bascongada que en la bulgar castellana significa oveja sucia”. Más allá de lo particular del término, lo curioso es que sea la lengua castellana la que aparezca con el adjetivo de “vulgar”, ya que suele ser la vasca la que suele recibir este epíteto. Por otro lado, en 1734 el sacerdote Francisco de Arana pedía que fueran a la localidad “tres sacerdotes Bascongados (…) que sepan la lengua Bascongada que es la Nativa en que mas fácilmente entenderán los Pobres los Misterios de la Fe, que en la Castellana, que los mas de Luiando y su comarca ignoran” (Iturrate & Uzkiano 1979: 273). Según Arana, oriundo de la localidad, la mayoría de sus paisanos desconocerían el idioma, aunque era un lugar muy frecuentado por castellanos debido a su ubicación en pleno camino a Bilbao. Por otro lado, no creemos que Arana usase la palabra “comarca” en un sentido administrativo y estricto sino para referirse a las localidades circunvecinas: Laudio/Llodio, Orozko, Amurrio, Zuaza, etc.

Por otro lado, el mismo año en que La Lastra afirmaba en Quejana que el euskera ya no se usaba nacía no muy lejos allí, en Okondo, el euskaltzale José Pablo de Ulibarri. Según afirmó años después, en sus años de juventud Okondo era completamente euskaldun y contaba con dos escuelas en las que el cura enseñaba en euskera y otra en la que se hacía en castellano. Aunque no dudamos de la buena salud del idioma en Okondo a finales del siglo XVIII, creemos que habría que matizar la situación escolar descrita. Nos parece más verosímil que hubiera una escuela “oficial” en la que se enseñara castellano, mientras los sacerdotes enseñaban por su cuenta doctrina cristiana en la lengua materna del lugar, sin exclusión de que pudieran impartir otros conocimientos.

Por último, la lengua vasca era indudablemente mayoritaria en Laudio/Llodio a finales de este siglo. Los siguientes testimonios son muy interesantes. Proceden de un pleito que se produjo entre el Cabildo Eclesiástico y el regimiento del valle contra dos miembros de aquel, uno de los cuales había tratado de introducir un servidor que ignoraba el euskera. Eclesiásticos y civiles decidieron realizar una concordia, cuyo sexto capítulo establecía que los miembros del Cabildo debían saber “bien el idioma vascongado que es el que generalmente se abla en este Pueblo”. En este contexto, en 1774 se produce la siguiente descripción: «el Valle de Llodio es compuesto de quadro quadrillas de mucho gentio (…) todos Bascongados cerrados pues aunque muchas personas que viven en la rivera o cerca de el Camino Real entienden algo de el castellano, pero su comun lenguaje y explicazion assi en las combersaciones como en la Doctrina Xptiana y confessiones aun estos mismos que entienden algo de el castellano es spre y por lo comun en la lengua nativa Bascongada; exceptuandose algunas personas particulares de caballeros que aunque Bascongados suelen hablar en castellano«.

Consideramos que este párrafo puede ser altamente representativo de cuál habría sido la situación en parte de la comarca hasta aquel momento: una sociedad que se comunica entre sí en euskera aunque haya gente -y nos parece significativo que diga “muchas” en vez de “algunas”- que sepa castellano. El euskera es también la lengua nativa de la élite local, de esos “caballeros” que son los principales protagonistas de la política y la administración del valle, pero entre sí se comunican en castellano, que era un símbolo de prestigio social y distinción. Por lo tanto, y al menos en lugares como Laudio/Llodio y Baranbio, no habría una separación entre hablantes de una y otra lengua, sino que se empleaban en esferas y ámbitos diferentes.

Regresando al pleito, algunos presentaron un recurso al sexto capítulo argumentando que despreciaba “la generalidad con que en el dia se abla el idioma castellano” y dice “que quando [sic] incremento logra en el actualmente dho idioma castellano todo el se le deve a lo que va corriendo del presente siglo siendo a esto consiguiente nezesario que en menos del discurso de otro siglo entero sea el referido idioma no solo el dominante sino tambien el unico q se hable en aquel pueblo como efectivamente ha sucedido asi en otros de sus inmediaciones [en los que] se ha ido desterrando el bazcongado«

El testimonio es harto elocuente. A pesar de que esta declaración se contrapone a la anterior en el pleito, no pretendemos determinar cuál se aproxima más a la realidad concreta de Laudio/Llodio entre 1775 y 1780. Creemos que ambas imágenes reflejan certeramente lo ocurrido en el siglo XVIII y que profetiza con precisión lo que sucedería en el futuro. El segundo extracto afirma que el castellano estaba más presente en Laudio/Llodio de lo que se indicaba en el primero. Independientemente de que estuviera más o menos extendido, lo relevante es que ofrece una visión de conjunto del valle y su comarca. Así, se afirma que todo lo que había avanzado el castellano había sido a lo largo del siglo y de forma generalizada en la comarca. Así, en “otros de sus inmediaciones” ya se había ido “desterrando el bazcongado”, lo cual es totalmente congruente con lo que hemos visto hasta ahora. Y en función de lo ocurrido en esos lugares tan cercanos, el exponente vaticinaba que en un plazo inferior a un siglo el castellano no solo se habría convertido en la lengua hegemónica, sino que sería la única, tal y como había ocurrido en las cercanías. Como veremos, esta predicción no iba muy desencaminada, aunque aún bien entrado el siglo XIX, Laudio/Llodio continuaba defendiendo la necesidad de curas vascoparlantes en el lugar.

Tomado de www. https://amerinozulueta.wordpress.com/

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