Fuentes históricas de Armona
Para la confección de su obra, José Antonio de Armona buscó la información en dos tipos de fuentes. Por un lado, se basó en la bibliografía al uso, empleada por los historiadores de la época. Son fuentes impresas que pudo consultar en la que debía de ser extensa biblioteca del corregidor. Junto a ellas, maneja fuentes manuscritas que también poseía en cantidad considerable, según sabemos por el índice general de los manuscritos que se hallan en la corta librería de Don José Antonio de Armona, Corregidor de Madrid. Año de 1783, manuscrito que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid.
Se puede decir que casi toda referencia a la historia de Orduña en fuente impresa ha sido tenida en cuenta. Cita en primer lugar a los autores grecorromanos (Estrabón, Ptolomeo, Plinio el viejo y Pomponio Mela). Conoce a los cronistas medievales como Rodrigo Jiménez de Rada y su De rebus Hispaniae y a don Lucas, obispo de Tuy y su Chronicon Mundi, ambos autores de la primera mitad del siglo XIII. De la segunda mitad de esta centuria, menciona la Crónica General de España, mandada componer por Alfonso X el Sabio y de la que Armona dice que el monarca «nos dejó escrita».
En el ámbito de la historiografía de Bizkaia, conoce al primero de sus historiadores, Lope García de Salazar (1399-1476) y su obra principal Bienandanzas e Fortunas. Manejó un manuscrito, reproduce su prólogo y lo califica acertadamente como «apreciable libro».
De las historias generales escritas en el siglo XVI, utiliza la mayoría de las obras de los principales historiadores de la época. A Florián de Ocampo, autor de la Crónica General, le llama con excesiva generosidad «padre de la historia de España». Cita abundantemente al historiador guipuzcoano Esteban de Garibay, y conoce las meritorias obras de Ambrosio de Morales, «uno de nuestros mejores historiadores»; del jesuita talaverano Juan de Mariana y del arcediano Lorenzo de Padilla, al que califica de «gran cronista». También conoce al genealogista Pedro Salazar de Mendoza, autor de Origen de las dignidades seglares de Castilla, en la que aparecen una serie de señores de Bizkaia hasta Diego López de Haro V.
En los primeros años del siglo XVII, aparecen los falsos cronicones, antigí¼edades apócrifas inventadas por personajes a los que mueven diversos intereses: la gloria, el honor patrio, el renombre…, y que significaron un auténtico lastre para el auténtico conocimiento histórico. Verdadero conocedor de estas patrañas y de estos falsarios, Armona hace la relación de un importantísimo número de estos cronicones. Así, se convierte en una obsesión para él tratar de desmontar todos los dislates históricos que por doquier aparecen a lo largo del siglo XVII, y que todavía en el siguiente no dejaban de embrollar la verdadera historia. No puede dejar de citar a Román de la Higuera (1538-1611) y su Cronicón de Dextro y Luitprando, a Lupián Zapata y su Crónica de Hauberto y a Gregorio de Argaiz, autor de Población eclesiástica de España.
Probablemente, los falsarios de mayor renombre e influencia. No fueron ni mucho menos los únicos, de ahí que en las páginas del manuscrito aparezcan otros nombres con similares inquietudes, como Francisco Farrafa, Francisco Bivar, Juan Tamayo de Salazar, Martín Carrillo y Juan Briz.
Como la finalidad de Armona es refutar este tipo de pseudohistoria, el corregidor de Madrid se vale de los principales autores críticos. El primero es Gaspar Ibáñez Segovia, marqués de Mondéjar, erudito que puso un cierto orden en la historia eclesiástica a través, entre otras, de su obra Disertaciones eclesiásticas por el honor de los antiguos tutelares contra las ficciones modernas, 1671. Armona dice de él que es «carta que nos guía con seguridad… censor crítico de nuestras historias, nuestros cronicones cortos y defectuosos».
Menciona también a otros historiadores de prestigio de esta misma época, como son Moret, Oihenart y Pellicer, de quienes dice que son escritores y geógrafos de primera clase. Se extiende más respecto al segundo y su Notitia Utriusquae Vasconia, «obra grandemente apreciada por todos los sabios».
Pero probablemente el historiador del siglo XVII más utilizado por Armona para sus Apuntaciones sea el jesuita Gabriel de Henao, y no tanto para refutar los falsos cronicones, cuanto para recoger los datos relativamente numerosos sobre Orduña que incluyó en Averiguaciones de las antigí¼edades de Cantabria. A partir de la opinión favorable que tiene del historiador vallisoletano, «sumamente laborioso, eruditísimo en humanidades», cita Armona algunos privilegios reales, menciona el carácter de Orduña como Cámara del Señorío, reproduce algunos datos de la presencia de García de Ayala en Orduña, e incluso incluye la lista de señores de Bizkaia que había insertado Henao en su obra. Incorpora una serie de datos biográficos del historiador jesuita, por los que sabemos que investigó directamente en el archivo municipal de Orduña, y se atreve a realizar, después de dar una opinión favorable, una cierta crítica que a nuestros ojos puede resultar, por lo menos, curiosa. «La abundancia y su demasiada exactitud perjudican a su claridad porque siempre pone el pro, el contra, y aun la indiferente de las cosas, y así muchas vienen a quedar como el problema». Aunque reconoce Armona que Henao no hizo mucho aprecio de los falsos cronicones, sí parece justo el reproche del corregidor madrileño hacia el jesuita cuando dice que es necesario descartar ciertas citas que en alguna ocasión hace de ellos, o la crítica de la vindicación que realiza del jesuita Román de la Higuera.
También pisa tierra firma el ayalés en las fuentes bibliográficas del siglo XVIII. Como críticos de primer orden son citados los padres agustinos Enrique Flórez y Risco por su erudita obra la España Sagrada. Menciona también a Gregorio Mayans como editor del «eruditísimo» marqués de Mondéjar. Se vale del bibliógrafo Nicolás Antonio, sobre todo a través de su obra Censura de historias fabulosas, para desmontar los dislates históricos de las falsas crónicas.
Aunque en referencias mucho más superficiales, maneja a autores vascos o que tuvieron relación con el país vasco, como son Manuel Larramendi, José Joaquin de Landazuri, Pedro Fontecha y Salazar o Rafael de Floranes.
Son bastante menores en número las fuentes manuscritas que utiliza Armona en su obra, aunque no por ello dejan de ser menos importantes. Trabajó con un manuscrito que fue propiedad del famoso genealogista Luis de Salazar y Castro, de la casa de Ayala, relativa al pleito habido con Orduña sobre la jurisdicción de las aldeas de Délica, Tertanga, Aloria, Artómaña, Zamarro y Arbieto. Se trata probablemente del manuscrito transcrito parcialmente por el marqués de Lozoya, que se halla en la biblioteca de la Real Academia de la Historia, de la colección Salazar y Castro. condestable de Castilla de 1492 y la variada documentación que generó el incendio de 1535 en forma de privilegios.
Hay otra fuente importante que Armona no cita, a pesar de haberla reproducido en buen número de párrafos. Se trata del manuscrito elaborado por el que fuera alcalde de Orduña en 1781, 1785 y 1816; así como diputado general por el bando oñacino, Cayetano Palacio Salazar, titulado Descripción de la Ciudad de Orduña y fechado en 1785.
Armona copia literalmente frases enteras cambiando, de vez en cuando, alguna palabra pero manteniendo el contenido y hasta su estructura. Se puede decir, por tanto, que el apartado titulado «Situación de la Ciudad», en buena medida, es de Palacio y Salazar.
Lo cierto es que no sabemos cómo llegaron a manos de Armona los folios del alcalde orduñés; si se los mandó personalmente, precisamente para que compusiese sus Apuntaciones, y por tanto contaba con la autorización para insertarlos en ellas, o bien los recibió por otra vía y por ello omitió a conciencia el nombre del autor. Esta sospecha puede oscurecer un tanto la reputación de un estudioso que, en general, cita las fuentes de que se vale para redactar sus trabajos.
José Ignacio Salazar Arechalde