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Un trozo de Bizkaia en Burgos (La Cerca de Villaño)

Un trozo de Bizkaia en Burgos (La Cerca de Villaño)

Está bien que haya lugares que no aparecen en los mapas. Lugares que sin embargo existen. A mí me emo­ciona descubrirlo, buscarlos en la geografía y pasear, si se pue­de, a su cobijo. La Cerca de Villaño es uno de estos lugares, don­de sólo se sostienen algunas rui­nas y el silencio reina día y no­che. La Cerca de Villaño es un pedacito de Orduña, la única ciudad de Bizkaia, escondido en tierra burgalesa y es uno de los enclaves más pequeños de Es­paña, abrigado en el valle de Losa, en término de Villalba y a la espalda de la bravura monta­raz de la Sierra Sálvada.

Además de poder pisar sus tierras, hay prueba de que existe en los papeles escritos por el historiador Pascual Madoz, quien incluyó ya hace mucho tiempo La Cerca entre los cinco barrios de Orduña. Madoz dice entonces que «consta de 11 ca­sas, de las cuales 3 son de Vizca­ya, y las 8 restantes pertenecen al partido judicial de Villarcayo (provincia de Burgos); de mane­ra, que los vecinos de aquellas gozan de los fueros y libertades como tales vizcaínos, al paso que los de las otras no, como castellanos; y así las primeras nunca se han visto desocupadas: en la cocina y fogar de una de ellas está el mojón divisorio de los términos y jurisdicción».

Resulta que Orduña es un en­clave vizcaíno en Álava y ahora también resulta que La Cerca de Villaño es un enclave vizcaíno dentro de Burgos, o sea un encla­ve dentro de otro enclave ¡qué ja­leo! Y, ¡atención!: el mojón de frontera en la cocina de una de ellas, la Casa de Vadillo. Divertido ¿no? Ahora lo mejor: si alguien va a buscar La Cerca que pregun­te, si tiene la suerte de encontrar algún vecino. Porque ni mapa, ni muro, ni otra referencia que nos lleve al lugar. La Cerca es un pe­queño espacio romboide, de ape­nas 500 metros cuadrados según algunos, 1.000 metros, media hectárea, 10 hectáreas según otros, porque ni siquiera están claros sus límites ni su delimita­ción, al norte de la aldea.

Una de sus casas de frontera es la de Vadillo; la mitad de la co­cina es Burgos, la otra mitad Bizkaia, y por eso cuentan que uno de los hijos de la familia tuvo que hacer la mili y el otro se li­bró, según en qué lugar de la casa habían nacido. Si miramos a la casa veremos un desagüe de piedra que sale de la cocina, ahí está la frontera. Hay otra casa curiosa: la de «la partera» a la que dicen iban a dar a luz mu­chas vecinas de Losa para que sus hijos se beneficiaran del fue­ro vizcaíno y no cumplieran ser­vicio militar, por ejemplo.

Parece que este lío tiene su origen en una regalía de la reina Doña Juana y su hijo Carlos I a Orduña en recompensa por la compra y demolición del castillo de los Ayala. Historia vieja por tanto con presente incierto por­que Orduña no la tiene inscrita aún en su plan de ordenación. De disputas de tierras, de paisajes de frontera, de enclaves ignora­dos nos hablan en el siglo XXI los muros de Villaño y La Cerca. Qué maravilla de especulación soste­nida en el tiempo y el territorio.

Tomado de www.elcorreo.com

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