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El palacio renacentista en Orduña

El palacio renacentista en Orduña

Si bien el mayor número de edificaciones se ejecutan sobre el antiguo solar, existen algunos ejemplos de palacios renacentistas que utilizan varios antiguos lotes en hilera. En efecto, nos referimos a los palacios de Mimenza y Ortes de Velasco y, en menor medida, al de Velasco y al desaparecido de Luyando.

El primero de todos, Mimenza, se ubica en la esquina de la calle Orruño a la plaza para dar al palacio una mayor amplitud. Aunque en una inscrip­ción del espolón, donde se encuentra el escudo de los Uribe-Salazar y Salazar, se indica que «esta casa hizo Pedro de Mimenca año de 1529», la construcción que conocemos es de mediados de siglo, concretamente de 1555. En efecto, en el libro de actas de ese año (20), el Ayuntamiento con­cede a Francisco de Mimenza la ayuda correspondiente para la construcción de una casa en cinco solares, encima de calle Orruño. Lo más probable es que utilizase elementos constructivos de la edificación anterior, mante­niéndose de esa forma el escudo existente. Se conformó así­ un palacio de cinco soportales a la plaza y uno a la calle a la que da esquina. Aunque construido en época renacentista, no deja de tener un aspecto cúbico, macizo, de carácter un tanto gótico. Por lo que respecta a su descripción,  esta ya ha sido realizada acertadamente, resaltando por su originalidad en la comarca los dos pisos superiores y la alta galerí­a edificada en ladrillo, así­ como el sistema porticado, espacio público utilizado como mercado de la Ciudad.

En lo que respecta al palacio de Ortes de Velasco, éste se halla en lugar excéntrico, junto a las murallas y la puerta que conducí­a al monasterio de Santa Clara. Aunque su aspecto cúbico nos recuerda al de Mimenza, sus otras caracterí­sticas lo hacen completamente diferente. Dos puertas en­marcadas en columnas, piedra sillerí­a en todas sus alturas y un cuerpo añadido abierto al exterior de la Ciudad de tres arcos con columnas toscanas. Este último cuerpo fue construido por el cantero bilbaí­no Andrés de Garita según contrato suscrito el 2 de octubre de 1597. Una carac­terí­stica interesante de este edificio es la existencia de un jardí­n junto a una de sus puertas. Este hecho hay que ponerlo en relación con lo que sucede en otras localidades vascas como Segura (Palacio de Lardazabal) y Vergara (Palacio del Conde del Valle), con lo que se ha denominado «ruralización de las zonas perimetrales urbanas» y, sobre todo «con la progresiva pérdida del valor de los recintos amurallados».

También junto a la muralla, colindante a la puerta de San Julián, fue construido el palacio de Velasco. Aquí­, incluso, se llega a utilizar uno de los cubos de la estructura defensiva de la Ciudad como pared del edificio. Debido a las transformaciones sufridas a lo largo del tiempo y a las cons­trucciones que le rodean, es difí­cil adivinar en esta construcción un antiguo palacio renacentista.

Hay que mencionar, asimismo, el desaparecido palacio de los Luyan- do (25). Se levantaba en la plaza haciendo esquina a la calle Burgos. Aunque algunos autores lo remontan a la época de Pedro I el Cruel, parece más exacto fecharlo en el siglo XVI, al menos en lo que hace a sus elementos más importantes como las fachadas. En efecto, según consta en una carta de 1562, Ochoa de Luyando además de informar al Ayuntamiento sobre el asunto del Camino de la Peña, solicita licencia de obras para «hacer la delantera de mis casa que en esa Ciudad tengo, de calicanto de sillerí­a y tambien la parte de la calle de Burgos y para que la pared se haga de algún grosor y no ensangoste el aposento, es necesario sacar a la parte de la plaza y tambien de la calle un poco la pared», pidiendo finalmente se le conceda una superficie de dos pies (alrededor de medio metro) tanto de plaza, como de calle. Aunque no conocemos la respuesta del Ayuntamiento, es de suponer que se los concediesen porque, si observamos un plano actual, vemos un ligero adelantamiento del solar donde se ubicaba el pa­lacio, respecto de la fachada de la Iglesia de la Sagrada Familia. Se tratarí­a, por tanto, de una ampliación de vivienda a costa del espacio público, apro­vechando la situación en esquina del solar en que se asienta.

Finalmente, cabe citar la existencia de otro palacio construido, posible­mente, en esta época, el llamado de Herrán. Sito en la salida del camino de la Antigua y desaparecido a fines del siglo XIX, de él se conserva una pequeña acuarela que nos muestra una bonita construcción de dos pisos, con entrada lateral y dos huecos a la calle. Este edificio llegó a ser conocido por el historiador Rodrigo Amador de los Rí­os quien lo presenta como ejemplo de las construcciones del siglo XVI, aun cuando fue algo reformado en los siguientes y añade que «llama la atención entre todas por su aire elegante, por el retayo de cilí­ndricos baquetones que acusa los pisos superiores y por dos balcones del principal, entre los cuales destaca el señorial blasón. Vense adornados aquellos en su remate inferior por graciosas contrapostas platerescas que el expresado arqueólogo atribuye a la misma época a que corresponde la hermosa verja que cierra en la iglesia parroquial la capilla fundada por los señores Ortés de Velasco».

Si observamos el plano donde están ubicados los cinco palacios re­nacentistas documentados, comprobamos como dos de ellos dan a la plaza y están situados en solar o solares de esquina, lo que les permite una mayor amplitud, la existencia de dos fachadas y una mayor luminosidad. Los otros tres, se hallan junto a la murall.a al lado de otras tantas puertas de salida y, por su especial ubicación, tienen un cierto carácter aislado, sobre todo el Palacio de Ortes de Velasco que posee tres fachadas y, como hemos visto, un jardí­n en una de sus entradas.

Los escasos ejemplos expuestos, no nos permiten hablar de un proceso de aristocratización urbana en la Ciudad. Las clases altas orduñesas no fueron importantes agentes de cambio en la modificación de la estructura urbana.

 

 

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