El dolmen de la Choza
Orduña acaba de sumar otro atractivo. Además de pasear por las calles estrechas de su casco histórico, caminar hasta la Virgen y darse un relajante baño de aguas termales, los visitantes que se acerquen a la ciudad deben parar ahora en las campas de La Choza, donde se puede admirar un dolmen de 4.000 años de antigí¼edad. No es un descubrimiento nuevo; de hecho, fue localizado hace ya cuatro décadas, pero el Gobierno vasco lo acaba de incluir en su catálogo monumental tras declararlo zona de especial protección. Otro salto en la carrera emprendida por la ciudad para hacer del turismo su motor económico.
Ubicados en la llamada estación pastoril de Añes, en plena Sierra Salvada, los restos prehistóricos datan de la Edad de Bronce y suponen el primer rastro de vida localizado en el entorno de la población. Situado a apenas 3 kilómetros del centro urbano, su cercanía multiplica el valor de una construcción funeraria que ha sobrevivido al paso del tiempo, del hombre y de las máquinas.
El dolmen de La Choza fue descubierto en 1968 por una patrulla juvenil liderada por el sacerdote e investigador Félix Murga, que se propuso recorrer la zona en busca de nuevos rastros arqueológicos que unir a los prolíficos yacimientos encontrados en el parque natural del Gorbea. Según recogen las crónicas de la época, bajo el dolmen, considerado entonces «de sumo interés por la forma de su cámara mortuoria», se hallaron cinco cráneos y diverso material prehistórico -«dos raspadores, tres hojas de sílex, tres collares y trozos de cerámica», detallan-.
Pero en 1974 una máquina taladradora del Instituto para la Conservación de la Naturaleza destrozó el dolmen al hacer agujeros para reforestar la zona con pinos. El conductor aseguró que no había diferenciado el monumento funerario de las piedras convencionales. «No sabía nada y tiró para adelante», le defendió Murga.
100 muelas y dientes
Años después, los restos, entre los que siguieron apareciendo «más de 100 muelas y dientes», fueron cercados con alambre de espino, pero se dejó fuera del vallado parte de las ruinas «por desconocimiento». Finalmente, en 1982 se afrontó su reconstrucción. Los avances en su conservación han obtenido el premio deseado 27 años después con este reconocimiento del Departamento vasco de Cultura. La nueva catalogación, que también se ha otorgado a otras 16 construcciones o estaciones megalíticas de Vizcaya, limitará las actividades en La Choza.
Félix Murga falleció en 2001, pero el museo etnográfico de Amurrio que lleva su nombre mantiene su memoria viva. El renacer del dolmen de Orduña también rendirá homenaje a su descubridor.
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