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Gorobel mendilerroa / La sierra Gorobel

Gorobel mendilerroa / La sierra Gorobel

asdEste año el grupo de montaña de Amurrio, Mendiko Lagunak, celebrará en otoño la XXVIII Gorobel Ibilaldia-XXVIII Marcha Gorobel. Hasta hace pocos años la marcha se denominaba Garobel Ibilaldia. Fue después del año 2005 cuando se optó por denominar la macha Gorobel en lugar de Garobel, pues ese año Euskaltzaindia/Real Academia de la Lengua Vasca, tomó el siguiente acuerdo: «La cadena montañosa, situada especialmente en la parte alta de los municipios de Orduña y Ayala, se denomina en euskera GOROBEL y en castellano SíLVADA. Cuando ambas formas hayan de aparecer conjuntamente lo harán como «GOROBEL/SíLVADA». Por tanto, no son correctas las formas Garobel, Salvada o Salbada. En el término Sálvada exige tilde (marca o acento) para reflejar la pronunciación original del topónimo».

En las siguientes lí­neas trato de argumentar que puede que la sierra de Salvada haya tenido anteriormente otro nombre, y que dicho nombre haya sido eusquérico, pero no encuentro el deseable soporte documental para afirmar que Gorobel sea el nombre en euskera de la sierra de Salvada. Son ideas que ya aparecieron en el nº 33 de la revista Aztarna, el año 2007.

Lope Garcí­a de Salazar «bautiza» la sierra de Salvada

Don Lope Garcí­a de Salazar (1399-1476) escribió dos libros, uno hacia el año 1454 titulado «Crónica de Vizcaya» y en l471 «Las Bienandanzas e fortunas». En este último relata, entre otros sucesos, la batalla de Arrigorriaga datándola el año 870, en tiempos de Alfonso III de Asturias. Perdida la batalla por los leoneses y perseguidos por los vizcaí­nos hasta el árbol Malato, los leoneses huyeron hacia el sur, subiendo como pudieron las ásperas laderas de la sierra: «…e los leoneses que escapar podieron, salieron por la peña Gorobel que es sobre Ayala, e como ení§ima de la siera dixeron a salvo somos. E por esto le llaman Salvada».

Este mismo autor, para describir el nombre de Ayala se hace eco, páginas más delante de Las Bienandanzas e Fortunas, de la siguiente leyenda: «E andando este Rey don Alonso a correr monte sobre las peñas de Mena, vió dení§ima la tierra donde es agora Ayala, que no era poblada, que se llamaua la Sopeña. Estando el Rey sobre la peña de Salvada, dixiéronle los caualleros que porque no poblaua aquella tierra, e dixoles que la poblarí­a si oviese quien lo poblase. E aquel Conde don Vela de Aragón pidiole por merced que ge la diese, e quel la poblarí­a. E algunos que allí­ estavan que lo querí­an bien, dixieronle señor ayala. E el Rey dixo pues ayala, e por esto ovo nombre de Ayala».
La presencia de dólmenes, túmulos y cuevas con restos prehistóricos, por no hablar de los poblados romanos de Aloria y Derendano (Saratxo), hablan de la gran imaginación que derrochaba don Lope Garcí­a de Salazar al hablar de algunas cuestiones, como también de su caprichosa interpretación de los nombres, como podemos deducir de la cita que acabamos de comentar. ¿Por qué denomina Gorobel a la peña que está sobre Ayala? Es algo que nos gustarí­a saber, ya que el topónimo Gorobel aparece en el libro de Garcí­a de Salazar nada menos que seiscientos años después de que en el Cartulario de San Millán apareciese denominada como sierra de Salvada.

Aunque es tarea de lingí¼istas no puedo menos que hacer referencia a un topónimo que, al menos por cercaní­a geográfica y también por grafí­a, bien pudiera tener alguna relación con el nombre de Gorobel. Se trata de una pequeña cima, situada en la divisoria de jurisdicciones entre las tierras de Orduña y las de Ayala, entre Belandia y Aguiñiga, al pie de pico Tologorri: «…asta otro mojón que está más arriba, ha do llaman Gorbeaondo…e dende arriba a derecho ha otro mojón que está más arriba, a do llaman asymismo Gorbea…e por mytad del í§erro arriba, aguas bertientes por cada parte, que taja derecho…, ení§ima del pico de la penna de Yturrigorria». Suponemos que este es el monte que ha llegado hasta nosotros con el nombre de Gorondo (Gor-bea-ondo) de 546 metros de altitud y que aparece citado en el mapa del Instituto Geográfico Nacional (21-6) al suroeste de Belandia con el nombre de Garondo.

Sin embargo, no hemos encontrado documento alguno en el que pudiera fundarse Lope Garcí­a de Salazar para denominar Gorobel a la sierra, de ahí­ que deduzcamos que pudiera ser pura invención suya, al igual que lo es la interpretación que hizo de Salvada, de Ayala, etc. o incluso de la misma batalla de Arrigorriaga y la presencia en dicha batalla de Juan Zuria como primer señor de Vizcaya. El mismo autor no parece muy seguro de lo que afirma, pues hace una simple deducción: el nombre de Salvada le vino dado a la sierra por los soldados astur-leoneses que huí­an tras la batalla de Arrigorriaga, al sentirse a salvo (Salva-dos estamos), pero deduce -sin más argumentos- que con anterioridad a este suceso la sierra debió tener otro nombre, un nombre en euskera: Gorobel. Semejante deducción hace que nos preguntemos cómo Lope Garcí­a de Salazar sabí­a en el siglo XV que antes del año 870, fecha de la batalla, la sierra era conocida por el nombre de Gorobel.

Gorobel, un topónimo sin documentación en los archivos de Aiara-Ayala.
A este respecto, Federico de Barrenengoa Arberas, que tan bien conocí­a los archivos de los pueblos de la Tierra de Ayala, siempre se refiere a la sierra con el nombre de Salbada. Sólo cuando se refiere a Garcí­a de Salazar usa el nombre de Garobel: «Lo cita por primera vez Lope Garcí­a de Salazar…Garobel es citado también por Santiago Mendí­a Respaldiza…

Según él, este nombre es el primitivo nombre de Sierra Salbada. Aunque aparece en algunos mapas, yo no lo he encontrado documentado en ningún otro sitio». Es decir, después de haber estudiado y desmenuzado miles de topónimos de la Tierra de Ayala y del Alto Nervión, Federico de Barrenengoa afirma tajantemente que el término Gorobel solamente lo ha podido leer en el libro de don Lope Garcí­a de Salazar.
Esta afirmación tan tajante de un estudioso serio como Federico de Barrenengoa expresa bien a las claras lo que venimos diciendo: que Garobel -o Gorobel, como aconseja Euskaltzaindia que se debe escribir- no tiene otro fundamento que la imaginativa pluma de don Lope Garcí­a de Salazar, pues ningún otro documento de la época y mucho menos mapa alguno lo arropa. Y lo cierto es que, las pocas voces que se han levantado defendiendo el nombre de Gorobel, se deben más a la intención voluntariosa de los propios autores que a fundados razonamientos.

Un tal Urdiola, intrigado por el nombre en euskera de la sierra y, partiendo de que el nombre de Salvada era del mundo castellano escribí­a: «Verdaderamente intrigado estuve por saber cuál fue el nombre euzkérico de toda la sierra, cuando he aquí­ que la casualidad me hizo conocerle (relata cómo, a través de unas lecturas, se enteró que don Lope Garcí­a de Salazar, habí­a escrito que, antes de la huí­da de los astur-leoneses tras las batalla de Arrigorriaga, el nombre de la sierra era Peña Garobel) -y continúa- Esta creencia, según he podido comprobar posteriormente, está bastante extendida entre los historiadores antiguos, mas si la lógica nos demuestra la falsedad de la leyenda, no podemos desechar que Garobel, nombre euzkérico puro,…sea el primitivo de la sierra, porque no dudamos lo poseyó, cuando en mejores tiempos imperaba en su región nuestra dulce lengua nativa: el euzkera, pero que por desgracia la perdió» (5).
La argumentación para este autor es clara, aunque no la crea lógica: Salvada es nombre castellano pero, como resulta que el texto se refiere al Paí­s Vasco y la lengua que hablaban las gentes primitivas del paí­s era el euskera, de ahí­ que el nombre de Go/a/robel para la sierra se admita sin mayor argumentación (apoyado únicamente en la obra de Lope Garcí­a de Salazar), aunque todo su soporte esté rodeado de cierta capaz de leyenda.

¿Existió una villa llamada Salvada?

El documento del Cartulario de San Millán en el que fundamentamos todo este trabajo, hace relación de una serie de posesiones que el conde castellano Diego Porcellos poseí­a en la Sopeña y que donó al monasterio de San Felices de Oca, en Burgos, el año 864. Entre las donaciones se enumeran varios monasterios en el lugar conocido como «bajo Angulo» y varias heredades entre los términos de Cova Eskutxi y la ermita y cueva del salto de agua de San Miguel; también es donado el monasterio de San Vicente que poseí­a en Añes.

En vocablo de Salvada aparece citado en el documento en varias ocasiones. En la primera se hace mención a la Ziconia de Salvata (picoTologorri?). Seguidamente se menciona en dos ocasiones un arroyo que baja de Salvada y también un camino público que discurre «de Salvata apud Salvaton». Por estos textos sabemos que Salvada estaba situada en alto, porque el rí­o va en descenso y que pasaba un camino público que conducí­a a Salmantón. Sin embargo, es casi al final del documento cuando hallamos la principal y grata sorpresa al enumerar las villas que dona el conde junto con sus decaní­as: Angulo, Salvata, Eversa, Lixarí§o (Lejarzo), Urzanico (hoy barrio de Añes), Pando, Fluiso (Lujo), et Erbico ( Erbi), Desolio (Sojo), Dobaltia (Dobaldia, hoy Madaria) y Salmantón. Es decir, el documento afirma con toda claridad que Salvada, al igual que Angulo, Erbi, Lejarzo…, fue una villa con su decaní­a o iglesia rural, resultando toda una sorpresa, pues, hasta el momento presente -quizás porque siempre hemos visto el nombre de Salvada unido a tan monumental sierra-, no se habí­a insistido suficientemente en que Salvada es citado como un poblado más de la Sopeña, de la tierra de Ayala hoy. Un poblado que, creemos no equivocarnos demasiado, estuvo situado a pie de sierra, entre las crestas de Unguino (la Penna forata del texto?) y la Peña de Aro. Más aún, sospechamos que pudo estar junto al pueblo de Salmantón, en la parte occidental, por la similitud de ambos nombres Salvata-Salmantón (6) y que Salmantón pudiera ser un diminutivo de Salvada. En este sentido es curioso constatar los nombres de población que se citan en el texto y cuyos prefijos o sufijos indican localizaciones como bajo, sobre o junto a… certificando las existencia de dos poblaciones cuyo nombre tiene la misma raí­z y que estaban muy próximas la una a la otra:
Uzuza de arriba, Uzuza de abajo (monasterio de San Juan y Santiago)
Sojo Sojoguti Añes Soañes Salvata Salvantone

¿Por qué no relacionar Salvada con Salvantone, al igual que Sojo con Sojoguti, Añes con Soañes?
Al dí­a de hoy, la mayorí­a de los poblados citados en el documento del siglo IX aún conservan una reducida población; de otros, como de Pando, no queda rastro alguno, aunque hasta hace poco se podí­an ver los muros de su iglesia. De Gaumea -villa citada en el Cartulario de San Millán los años 1133 y 1149 «in territorio de Ordunia»- no queda ni rastro, como tampoco del monasterio de San Ví­ctor y Santiago en Gardea. ¿Por qué no pudo ocurrir algo semejante con la villa/pueblo de Salvada? Es todo un reto el que se nos abre por delante. Opinamos, de todos modos, que no es nada descabellado la existencia de una población con el nombre de Salvada. Tampoco queda rastro del poblado de Perea (citado el año 1095 cuando el obispo de Calahorra viene a consagrar la iglesia de San Pedro de Llodio y luego en el siglo XVI por el Licenciado Gil constatando la presencia de diez vecinos), pero que ha dejado rastro de su presencia prestando el nombre al monte que lo cobijaba: Peregaña, encima de Beotegui.

¿Dio la villa de Salvada el nombre a la sierra?

¿Será la sierra de Salvada quien deba el nombre a un pueblo que tuvo este mismo nombre? Nuestra investigación apunta que se debe responder afirmativamente: que el nombre de la sierra viene de un pueblo llamado Salvada, de ahí­ sierra de Salvada. Llama la atención que en toda la documentación escrita a mano que se conserva en el archivo de Ayala y en el Orduña, en los libros de Actas nunca leemos sierra Salvada, sino sierra de Salvada. Más aún, ¿tendrá raí­ces celtas el topónimo de Salvada? ( 7) Podrí­a ser, pero carecemos de argumentos que avalen con rotundidad esta propuesta. A nuestro entender, sí­ queda claro que, al carecer de soporte documental y gráfico en archivos comarcales, el topónimo Gorobel carece de consistencia.

No quisiéramos que se entendiera lo que acabamos de escribir como si fueran datos concluyentes, al contrario los ofrecemos como una lí­nea de trabajo abierta a posteriores investigaciones, a la espera de que vayan apareciendo otros escritos que aporten mayores luces sobre estos y otros temas.

Salvador Velilla Córdoba

Texto publicado en el nº 33 de la revista Aztarna, Julio del 2007.

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