Los cántabros
Este pueblo, dividido en varias tribus y de naturaleza ibérica según parece, ocupa el territorio intermedio entre los astures y los autrigones en la costa, esto es la parte oriental de Asturias desde el valle del Sella, y la mayor parte de la provincia de Santander en donde los cántabros coniscos parecen ser los vecinos de los autrigones, pareciendo que la frontera debió pasar, como se ha dicho por el río Asón (el Sanga de Plinio) o por su divisoria, que es también la frontera dialectal del leonés moderno, dejando dentro del territorio autrigón las Encartaciones, y pasando en la costa entre Laredo y Santoña. Por el interior, los cántabros se extienden hasta el territorio de los vacceos y los turmódigos, siendo los vecinos de los autrigones (que hemos admitido que tenían la región de Villarcayo y Medina del Pomar) los iuliobrigenses de la comarca de Reinosa y los morecanos de la región de Sedano, corriendo el límite desde las sierras que cierran la Bureva, indicado por el pueblo de Terminón, por la sierra de Canales que determina el recodo del Ebro antes de su confluencia con el Oda, y continuando, después de cruzar el Ebro, por la zona montañosa (sierra de Tasia) para ir a buscar las Encartaciones y la costa, como hemos dicho, entre Laredo y Santoña.
Complica el problema del límite entre cántabros y autrigones la posibilidad de que, por la parte de Villarcayo, los cántabros pudiesen haberse extendido más al E. de la frontera indicada, según discute Sánchez Albornoz a base del texto de Estrabón III 4 que dice que al N. de los berones (de la Rioja) había los bardietas o bardialos, esto es los várdulos y, además, los cántabros coniscos.
Esto se contradice con la delimitación que se obtiene sobre todo a base Ptolomeo y de los demás autores, puesto que, si es exacto que los várdulos están al N. de los berones, no lo es para los coniscos que se hallan separados de los berones por los autrigones. Este texto ha obligado, al querer explicarlo literalmente, a buscar soluciones forzadas que contradicen la situación real: así Fernández Guerra arbitrariamente hace a los autrigones idénticos con los berones, lo que es absurdo y otros como Balparda creen cántabros a los autrigones.
Sánchez Albornoz, teniendo en cuenta que lo mismo Estrabón que otros autores no citan todos los pueblos de la zona N. de España y los reducen generalmente a los cántabros y a los várdulos, propone distintas soluciones al problema que son las siguientes: I), que en el tiempo a que se refieren las fuentes de Estrabón, los cántabros realmente hubiesen ocupado toda la costa hasta el Pirineo y que, por el Ebro bajasen hasta tocar con los berones de la Rioja, dejando al E. los várdulos, los caristios y los autrigones, de los cuales los dos últimos pueblos vivirían en las comarcas interiores, ya no vecinas de los berones. II), que a consecuencia de la guerra cántabra; se redujese el territorio cántabro y se extendiesen los demás pueblos llegando entonces hasta el mar los autrigones y várdulos, así como los autrigones por entonces se extenderían hacia el S. por el valle del Ebro y La Bureba, lo cual vendría reflejado en los textos de Mela y Plinio que les atribuyen dichos territorios; y III), que posteriormente a Mela y Plinio los caristios bajasen al mar.
Las anteriores hipótesis reconoce Sánchez Albornoz que no se apoyan en ninguna base positiva y también admite la posibilidad de que Cantabria fuese, en un principio un nombre genérico aplicado por los romanos a pueblos más o menos afines étnica y lingí¼ísticamente y que, un conocimiento más exacto de las modalidades populares del N. de la península, en la época en que esta zona fue dominada y organizada, más tarde hiciese concretar dicha denominación a uno solo de los pueblos a quienes antes se aplicó en conjunto.
Nosotros creeríamos que las lagunas en la citación de pueblos en los distintos autores proviene de la falta de conocimiento exacto de la topografía étnica del N. de España, excesivamente complicada para ser conocida desde lejos como en los tiempos de Estrabón o para ser indicada de modo completo en las descripciones sumarias de Mela y Plinio. Solo con la guerra cántabra primero y luego con la romanización, fué posible hacerse cargo de la verdadera naturaleza de cada pueblo y de su situación exacta. El argumento exsilentio no es probatorio, por lo cual nosotros dudamos para la mayoría de los casos de que hayan existido movimientos de pueblos desde el tiempo de las fuentes de Estrabón a Ptolomeo, ya que es posible que tan solo pueda haber habido falta de citación de tribus pequeñas o falta de atribución de determinados territorios a unos u otros, cuando no se atribuye un mismo territorio a dos pueblos determinados, en cuyo caso podría creerse con razón en la substitución de dominio.
Tan solo en el caso de los cántabros coniscos, vecinos de los berones por el N. en el texto antes citado de Estrabón, podría haber lugar a suponer un cambio que acaso explicase mejor el problema cántabro y la enemistad con los autrigones. Tal vez los coniscos entraron en Cantabria desde la Rioja y ocuparon desde el valle de Miranda la región de Villarcayo y Medina del Pomar, siguiendo hacia las tierras santanderinas antes de que los celtas en su período de máximo poder de los siglos VI a IV, ocupasen temporalmente dicha región y estableciesen en ella para vigilar posibles intentos de reconquista de los coniscos la fortaleza de Segontia Paramica.
En tiempos de la decadencia céltica los coniscos conseguirían recuperar su antiguo territorio (época de las fuentes de Estrabón que se basa en Timágenes, escritor precisamente de la época de Augusto y por lo tanto del tiempo de la guerra cántabra) y esto pudo originar los conflictos con los autrigones, que fueron una de las causas de las guerras cántabras, después de las cuales los autrigones recuperaron sus antiguos territorios quitándoselos a los cántabros coniscos. El cambio, sin embargo hay que reducirlo a la región de Villarcayo y Medina del Pomar y todo lo más a un posible avance cántabro hacia el valle de Miranda, con lo que quedaría justificado el texto de Estrabón antes mencionado que parece situar cerca de los beronos de la Rioja, por el NO., a los cántabros coniscos, lo que correspondería al estado de cosas anterior a la guerra cántabra, rectificándose a consecuencia de olla y devolviéndose entonces las conquistas de los coniscos a los autrigones que quedaron tal como los describe Ptolomeo. Pero, en tal caso, de ninguna manera hay indicios para suponer a los cántabros en posesión de la zona montañosa del interior de Vasconia y ni siquiera del territorio autrigón del N. de Vizcaya. Todavía menos es posible a base de este texto confundir a los autrigones con los cántabros coniscos ni creer cántabros a los autrigones.