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RUZABAL (Guerra de la Independencia)

RUZABAL (Guerra de la Independencia)

Las tropas francesas habían ocupado Bizkaia en 1808. El general Thouvenot se había convertido, por “decreto imperial de 8-2-1810”, en gobernador de Bizkaia, con jurisdicción también en Alaba y Gipuzkoa, y con mano firme, al parecer eficaz, dirigía sus órganos de gobierno. Los requerimientos al pueblo eran de todo tipo. Lo mismo se reclamaba suministros de ganado, cereales o jergones, como se obligaba a realizar aportaciones dinerarias o a ejecutar trabajos personales para el ejército.

En 1808 se inicia un documento en el archivo de Belandia que suma una cifra de pagos de casi 14.000 reales. El mismo nos informa de que tuvieron que entregar 2 caballos, o ceder 27 gallinas o 22 fanegas de borona o 6 calderos para el rancho de la tropa, o 22 hachas o 46 sacos para conducir el trigo, o dinero en metálico por valor de 500 reales. Sin embargo la aportación mas importante era el trabajo al que estaban obligados, siendo este el de “bagajes o transportes” (consistía en utilizar los carros y bueyes de los propietarios y a estos para suministro de todo tipo de artículos para la tropa ). Los viajes solían ser de corto recorrido, pero a veces  se dirigían hasta Miranda de Ebro (24 días) o hasta Colindres (33 días), llevando trigo del almacén de Orduña.

En 1810 llegó a Ruzabal una primera circular del general. Poco después Orduña y sus aldeas tuvieron que efectuar una contribución impuesta por los franceses de 15.893 reales[1].

Secuestro del alcalde de Orduña en la guerra de la Independencia

El 4 de julio de 1809: a la 9 de la noche de este día, 7 hombres y una mujer, con sus cabalgaduras entraron en la ciudad por la puerta del camino de Burgos y se dirigieron a la hospedería que estaba en la plaza, haciendo esquina con c/Vieja. Preguntaron por el domicilio del alcalde y del responsable de la aduana. Sólo un par de los visitantes se quedó en el citado mesón a pasar la noche, los demás se situaron vigilando en zonas estratégicas de la ciudad durante toda la noche.

A la mañana siguiente, los que habían pasado la noche de vigilancia, aparecieron frente a la puerta del mesón, montados en sus caballerías, trayendo en uno de los caballos al alcalde de Orduña, Tiburcio del Ayo. Todos ellos, junto con los 2 forasteros que habían pasado la noche en el mesón, partieron de la ciudad, saliendo del recinto amurallado por el “Franco de la Antigua” en dirección a la Peña. Cuando se corrió la voz de que habían raptado al alcalde, se extendió el rumor de que no salieron 9 personas, sino que fueron 13 (parece ser que a los raptores se les habían unido otras  4 personas del pueblo ). Una vez informado de lo sucedido, el teniente de alcalde de la ciudad se reunió con los demás mandatarios y se organizó un grupo para perseguir a los raptores (en realidad el grupo perseguidor ya estaba creado con antelación, era lo que entonces se denominaba “Fuerza Cívica”, compuesta por vecinos de la ciudad armados con 12 fusiles que se guardaban en el consistorio, al mando de un teniente capitán de la compañía ).

Los perseguidores erraron en el camino a seguir y en lugar de ir por el camino de Goldecho, que era por donde habían huido los captores, lo hicieron por la peña de San Bartolomé. Cuando estaban buscando por los pueblos del valle de Losa a los fugitivos, se les unió otro pequeño grupo, al mando del  teniente de la Ronda Montada del Resguardo (otro pequeño grupo de fuerza que había en Orduña ).

Un vecino de Orduña, al que le habían robado un caballo de su establo ( el cual no era  de él, sino que se lo habían dejado a su cuidado ), que iba acompañado por un amigo, se encontraron con los raptores detenidos en el pueblo de Quincoces, a los cuales los vecinos de esta aldea los habían capturado y los tenían en disposición de llevar a Villarcayo. El vecino de Orduña recuperó su caballo y regresó con él hacia Orduña. Cuando los raptores  entraban  en Villarcayo llevados como prisioneros, se toparon con una columna de soldados españoles que les liberaron.

El día 10 llegaban las primeras noticias del alcalde. Se encontraba en Lendoño de Abajo, en casa del cura de este pueblo.

Las autoridades orduñesas nada más enterarse de su ubicación fueron a su encuentro a Lendoño. Encontraron al alcalde en la cama, muy enfermo,  les contó cual había sido el itinerario que le habían hecho seguir y las circunstancias por las que se encontraba en Lendoño (parece ser que le dejaron libre, sin caballo, en la zona de la sierra, nada más llegar a ella, y luego a duras penas logró bajar hasta esta aldea, donde le recogió el cura).

[1] El concejo y vecinos de Belandia presentan una demanda contra la ciudad sobre el pago de 40 fanegas de trigo que se le exigieron “en tiempos del intruso francés” para el suministro de tropas, y que se retiraron del Arca de la Misericordia de dicho lugar, sin que se haya procedido a su restitución.

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