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Orduña durante la Guerra de Independencia

Orduña durante la Guerra de Independencia

Año 1808.–Desde el mes de octubre del año anterior, habí­an em­pezado a entrar tropas francesas por la frontera de Guipúzcoa. Ya en el mes de diciembre entró el ejército, al mando de Moncey, y el 20 de enero de 1808 entró éste en Orduña con un Regimiento de cerca de dos mil hombres, que mandaba el Coronel Pecheri. Como en aquel momento, por las seguridades de amistad que falsamente manifestó Napoleón, se ha­bí­an mirado a las fuerzas francesas como aliadas, la Corte tení­a pasadas sus órdenes a la Diputación General del Señorí­o de que se recibiese a las tropas con agasajo, socorriéndolas además en todo lo necesario.

La Ciudad siguiendo estas indicaciones preparó cuarteles para los soldados en el Convento de San Francisco y lo mismo hizo en el Colegio de los Jesuitas, y convirtió el convento extramuros de Santa Clara en hos­pital. A los oficiales se los alojó con más comodidad en las casas particu­lares. El Regimiento permaneció en Orduña hasta el 8 de febrero, fecha en que salió hacia Castilla.

Cuando llegaron a Orduña las noticias ocurridas en Madrid y el le­vantamiento general del 2 de mayo en esta capital, los ánimos se exalta­ron y recibió además la orden de la Diputación General de armar a la ju­ventud. Alistó hasta cien jóvenes, con el tí­tulo de «Compañí­a de Orduña», equipándola de armas, municiones y todo lo necesario, instruyéndoles en el ejercicio de las armas. Además formó otra compañí­a de hombres casa­dos desde la edad de veinte a cincuenta años.

Ante los preparativos llevados a cabo por el Señorí­o, Napoleón que se encontraba en la Rioja, envió por el mes de agosto un ejército a Bilbao a las órdenes del General de División Mervin y otro de tres mil hombres a las órdenes del General de Brigada Brun a Orduña. Ante esta situación la Ciudad no opuso ninguna resistencia y entraron las tropas, permanecien­do en ella quince dí­as, contentándose con exigir solamente el suministro necesario y sin llevar a cabo ningún tipo de represalia.

Cuando acababa de salir el General Brun y sin tener ningún conoci­miento entró en la Ciudad el 5 de octubre el llamado Rey José, rodeado de Mariscales y Generales, con un ejército de más de diez mil hombres de Caballerí­a, Infanterí­a y Artillerí­a, los cuales cometieron numerosas trope­lí­as, saliendo al dí­a siguiente para Llodio.

A mediados de este mes de octubre entraron en Orduña nuevamen­te tropas, pero esta vez aliadas, y así­ se hicieron cuantos esfuerzos fueron necesarios para abastecerlos. Sin embargo esta situación duró poco, en noviembre entró el ejército francés al mando de un importante ejército de refuerzo, que situándose en Orduña se mantuvo allí­ a lo largo de todo este mes.

Año 1809.–Este año el Gobierno de José Bonaparte publicó nume­rosas provisiones y Decretos, entre los que se creaba las Juntas Crimina­les y Jueces de Policí­a, cuya función era castigar a los que prestasen el menor auxilio o tuviesen las más leve comunicación con las partidas gue­rrilleras. Orduña va a prestar desde el comienzo el apoyo a estas partidas, por lo que el Gobierno le dio el dictado de «empecinada y refugiadora de insurgentes y brigantes» amenazándola con el exterminio.

En estas circunstancias fue detenido un patriota, que desde la Villa de Berberana traí­a un oficio de su Comandante, por el que daba las gra­cias a la Ciudad por el servicio prestado enviándole una porción de zapa­tos y varas de lienzo para camisas. La Junta Criminal encarceló por este motivo al Alcalde y a los miembros del Ayuntamiento.

Año 1810.–Dado el papel que Orduña estaba representando en el apoyo a las partidas de guerrilleros que operaban contra las tropas france­sas se tomó desde Madrid la medida de poner en ella una guarnición per­manente de cerca de dos mil hombres que se mantuvo desde principios de año hasta el mes de febrero.

A principios de marzo fueron condenados a muerte tres ciudadanos de Orduña, realizándose la sentencia en la plaza pública. Este hecho dio lugar a que varios jóvenes abandonaran la Ciudad uniéndose a las partidas que operaban por los alrededores. Las molestias causadas por éstas a las tropas francesas hicieron que se publicase, que en caso de ser muerto un soldado francés por éstas, pagarí­an con su vida tres vecinos de los más principales.

A pesar de todo, la Ciudad de Orduña continuó en su ayuda a estas partidas y así­ se tiene conocimiento de una multa de veinte mil reales que le fue impuesta por haber sido encontrado un edicto redactado por un Co­mandante de partida llamando a los que se le quisieran reunir.

Año 1811.–Los franceses ante el avance de las tropas nacionales habí­an reforzado su guarnición en la Ciudad y acondicionado como fuerte el edificio de la Aduana, para lo cual su situación, capacidad y solidez eran muy a propósito. Desde la Ciudad de Orduña salí­an los destacamentos en persecución de los guerrilleros, pero los progresos eran escasos y el en­frentamiento con los vecinos era cada vez más abierto por la colaboración prestada por éstos a las partidas. Tal vez el hecho más destacable en este aspecto es el ocurrido el 23 de setiembre, fecha en la que tuvo lugar un encuentro entre patriotas y tropas francesas. El Comandante don Francis­co Longa, supo que por las cercaní­as de Orduña tení­a que pasar un con­voy importante, que desde Francia iba a Asturias, destinado al General Bonet, compuesto fundamentalmente por vestuario y otros artí­culos de guerra.

Longa con su partida les salió al encuentro en lo alto de la Peña de Orduña, y consiguió apoderarse de todo el cargamento. Ante este hecho, Orduña fue reconvenida con las más altas amenazas haciéndole el cargo, de que habí­a ocurrido semejante hecho por la falta de avisos de la situa­ción en que se hallaban las partidas. Sin embargo se consiguió hacer fren­te a la acusación con tal fortuna que no la sucedió nada de particular, si­guiendo a lo largo de todo este año con la misma polí­tica de enfrenta­miento a las tropas francesas, merced a una ayuda indirecta a las tropas guerrilleras que operaban por los alrededores.

Año 1812.–A principios de este año el Gobierno de José I publicó un edicto explicando que las partidas guerrilleras ya no existí­an, pero en Orduña un hecho vino a demostrar lo contrario. Una partida que mandaba el Comandante conocido con el nombre de «El Pastor», después de haber conducido unos prisioneros franceses quiso ser sorprendida por los fran­ceses en Orduña atacándole en condiciones de superioridad, a pesar de lo cual pudo escapar. El Gobierno se enfureció contra la Ciudad, y llevó pre­so al Alcalde a Bilbao y, por sorteo a dos personas del Cabildo Ecónomo.

En estas circunstancias llegó el General Mendizábal, siendo enton­ces cuando con la gente de las partidas y la que se alistó de los pueblos, se formaron batallones organizados, siendo Orduña una de las ciudades que presentó a casi todos sus jóvenes. A pesar de estar en ella las tropas francesas, consiguió que en sus cercaní­as se formaran e instruyeran los tres Batallones de Vizcaya y el segundo de ílava, con sus respectivas Juntas y Diputaciones, que serí­an las encargadas de cuidar todo lo nece­sario para sus subsistencia, vestuario y armamento.

En las inmediaciones de Orduña, y casi a sus puertas se trabó en este mismo año un importante combate entre la tropa mandada por el Co­mandante Renovales y la que estaba a las órdenes del General Soubier establecida en la Ciudad, de la que se habí­a apoderado con una División muy superior en número. No obstante fueron derrotados por el Coman­dante Renovales, lo cual produjo la retirada y el que se hicieran fuertes en la misma Ciudad.

Una vez que los franceses evacuaron Orduña, Renovales se dirigió a Bilbao y con un grupo reducido de hombres atacó una noche por sorpresa el fuerte más importante que acababan de construir en esta Villa. Una vez realizado el ataque se retiró con su gente a Orduña que, desde la evacua­ción francesa, se habí­a convertido en su refugio.

En este año hubo una serie de victorias y derrotas alternativas de unos y otros, pero la presencia francesa en los diferentes pueblos y la pre­sión que esto suponí­a se hací­a cada vez más insufrible. Generalmente ha­cí­an uso de las amenazas para conseguir provisiones y pertrechos, y cos­tumbre muy tí­pica para conseguirlo era apresar al Alcalde y a personas importantes del pueblo.

Año 1813.–Uno de los peores momentos por los que pasó Orduña a lo largo de estos años de guerra fue el ocurrido en este año de 1813, el dí­a 19 de abril. Cerca de la Ciudad se encontraba el General Mendizábal y también muy cerca estaba una División francesa de más de tres mil hom­bres, proponiéndose éste sorprender a Mendizábal y sus hombres, para lo cual del modo más inesperado, bajando astutamente por la Peña, se echó sobre la Ciudad con tal precipitación y prontitud que todos los habitantes se llenaron de confusión; sin embargo, Mendizábal consiguió salir y no hubo especiales represalias sobre la Ciudad. Ya los habitantes de Orduña comenzarí­an a respirar con más tranquilidad con las noticias que iban lle­gando de las derrotas francesas, sobre todo la de Arapiles, asimismo co­rrí­an voces de que las tropas aliadas, a las órdenes de Wellington iban persiguiendo a las francesas que se habí­an replegado hacia el Ebro, cuan­do el dí­a 17 de junio de este año de 1813, aparecieron en Orduña las tro­pas de Longa. Ese mismo dí­a de madrugada salió tomando el camino de Vitoria, a pocas horas después otra División compuesta de cuatro mil hombres, procedentes de Portugal, bajaron por la Peña, junto con algunos escuadrones ingleses de caballerí­a. Se siguió después, la entrada del ejér­cito que mandaba el General Girón, en número de diez mil hombres de In­fanterí­a y dos mil de Caballerí­a.

Al dí­a siguiente salió todo el ejército hacia Vitoria, donde se registra­rí­a la derrota francesa más aplastante, obligando a las tropas francesas a retirarse.

(Apuntes inéditos escritos en el ario 1816 por el Alcalde de la Ciudad don Cayetano de Palacio y Salazar, que se archivan en el Ayuntamiento).

José Ramón Madaria

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