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Mosaico histórico de la CIUDAD de ORDUÑA (VIII)   

Mosaico histórico de la CIUDAD de ORDUÑA (VIII)   

Templos e Iglesias en el s. XX

Iglesia de la Sagrada Familia

Este templo fue erigido como capilla del Colegio de Jesuitas fundado por don Juan de Urdanegui y su esposa Doña Constanza de Luján. Fue parroquia de la ciudad con el título de “San Juan el Real” a partir de 1769. En dicho año se trasladó el sacramento desde la parroquia medieval de San Juan del Mercado. A este templo se trasladaron el 14 de noviembre de 1769 los huesos de los feligreses enterrados en la abandonada parroquia para colocarlos en la nueva parroquia de San Juan el Real.

Es una edificación barroca, muy completa y característica de finales del siglo XVII, que imprime carácter a un costado de la plaza. Fue diseñada en 1680 por Santiago Raón y se construyó en la plaza en el lugar donde estuvieron las carnicerías de la ciudad. Es un templo con planta de cruz latina, de tres naves y cabecera recta.

La fachada de esta iglesia está dividida en tres cuerpos o calles; en cada una se abre un arco de medio punto, que sirve de acceso al pórtico. En el cuerpo central de la fachada está el escudo de Don Juan de Urdanegui. Encima de la calle central de la fachada se colocó durante la 2ª estancia de los jesuitas, una imagen de piedra del Sagrado Corazón. Las espadañas rematan los cuerpos laterales de la fachada; son esbeltas. Las campanas de la misma eran: una de 1848 y dos del mismo año del ex-convento de San Francisco.  El pórtico es de cuatro tramos abovedados. La portada de acceso al templo es rectangular, con buen marco de piedra.

El presbiterio se cubre por bóveda de lunetos, así como la nave central por cuatro tramos de bóvedas idénticas a las del presbiterio. A los lados del presbiterio se abren dos tribunas cubiertas, debajo de las cuales cuelgan los retratos de los fundadores Don Juan de Urdanegui y Doña Constanza de Luján.

El retablo mayor de la iglesia es de tipo barroco, de finales del siglo XVII. Tiene 3 calles, las laterales contiene pinturas de escaso valor con la Anunciación y la Sagrada Familia. En el centro el sagrario con una efigie barroca de Cristo Crucificado. En la calle central una talla del Niño Jesús. Las tallas de la Virgen y San José ocupan las calles izquierda  y derecha. Los retablos del del crucero están dedicados a San José y al Corazón de María. En el resto del templo hay otra serie de retablos menores.

El coro es muy saliente, construido sobre el pórtico. En 1832 se instaló un órgano. El actual es moderno. El antiguo púlpito se ha retirado recientemente. La sacristía está habilitada hoy como capilla de la comunidad josefina. En 1769 se señalaba una capilla, la de San Javier, que era la primera después de la de la Concepción.

Convento de Santa Clara.

Ocupa el lugar del primer convento de franciscanos de Orduña, instalado en 1469 sobre una antigua ermita dedicada a Santa Marina, extramuros de la ciudad. Al finalizar el siglo XVI pasó al antiguo convento abandonado por los frailes la comunidad de “Beatas de San Julián”, que tenían su casa al final de la c/Burgos, las cuales adoptaron la orden y la regla de las Clarisas.

La iglesia[1] del convento es una nave con tres capillas abiertas al costado izquierdo de la misma. Se cubre con cuatro tramos de bóvedas de terceletes. La espadaña es una construcción esbelta con dos simples arcos de campanas, uno sobre otro. La construcción del presbiterio actual es posterior al resto del templo.

El retablo mayor es un bello ejemplar barroco, fechable de fines del siglo XVII. En él se encuentran las imágenes de Santa Clara, Santa Rosa y Santa Coleta.  Existen otros retablos:  el del Santo Cristo, cuyo original era del siglo XVI (1549), que fue renovada en 1909; el de la Inmaculada; el de la capilla de Artiaga-Echegoyen.

El coro alto ocupa tramo y medio de la nave, a los pies del templo, es de sillería coral, de roble. El coro bajo comunicaba con los pies de la iglesia mediante una ventana-comulgatorio.  Hoy está totalmente abierto a la nave del templo, del que la separa una reja.

Existen varias capillas: una de ellas es la capilla del Santo Cristo, erigida hacia 1549.  Otra es la de la Dolorosa, que hasta el año 1986 estuvo dedicada a la Purísima. Existe una tercera capilla: es la de Artiaga y Echegoyen. Esta, en 1620, se designaba “capilla de Don Íñigo de Velasco” al que acaso había llegado por Doña María de Salazar y Arbieto. Esta puede ser la “capilla de los Remedios” que pensaba construirse en 1532.

En el propio templo encontramos también varias pinturas, cuadros de: la Virgen, San Francisco y San Jerónimo, San Marcos, Virgen de los Dolores, San Francisco y Santo Domingo.

Al convento se entra por un pórtico del siglo XVI, que sirve de acceso al vestíbulo de la clausura, obra del siglo XVII avanzado. Conserva varias obras de orfebrería de interés al igual que algunas pinturas antiguas.

El 4-8-1522 Don Diego Fernández de Aguinaga y Perea manifestaba su voluntad de ser enterrado en la iglesia del convento. El convento se había quemado hacía 40 años y no se había reconstruido la capilla mayor de la iglesia. Al fin se aceptó la propuesta del personaje anterior, dándole el patronato de la capilla que se proponía erigir y autorizándole a abrir sepultura en la zona principal del presbiterio. Por esta razón existen dos losas sepulcrales al pie de la capilla mayor. El derecho adquirido por los sucesores del personaje fue motivo de fuertes litigios con los frailes a lo largo de todo el siglo XVI. En 1595 continuaba el pleito.

Ermita de la Virgen del Buen Suceso

Está situada a la entrada de la ciudad, por la parte Sur, en la actual carretera. Dedicada a San Sebastián y sede de una cofradía documentada desde el siglo XVI, comienza a llamarse del Buen Suceso en el siglo XVII.  En esta ermita radicaba la “Cofradía de los Caballeros Hixos Dalgo del Sr. San Sebastián”, que ya se decía antigua en 1598. Tenía por abogados a San Sebastián y a San Roque, cuya efigie se conserva en la iglesia. La cofradía se hallaba extinguida en 1731. La ermita estaba al cuidado de una “fraila” que vivía en la casa aneja y estaba obligada a limpiarla y atenderla.

Es una pequeña construcción de mampostería varias veces reformada. El templo es de planta rectangular, de mampostería y de una sola nave. La espadaña se levanta al Noroeste sobre el muro del pórtico, es pequeña, de un solo vano y remata en triángulo. Estuvo flanqueada por dos bolas, de las que sólo queda una.

El pórtico se encuentra a los pies de la ermita, de estructura rural, tiene tres arcos rebajados de ladrillo, modernos. En su muro interior tiene dos escudos de piedra: uno con las armas de la ciudad de Orduña y otro con un lobo pasante ante un árbol con las raíces fuera. Parece ser que los escudos anteriores proceden del interior de la ermita.

En la entrada a la ermita había en 1656 una imagen de San Sebastián. El retablo mayor es de tipo barroco, de un solo cuerpo y remate. Ocupa el camarín la imagen de la Virgen del Buen Suceso, muy retocada en una restauración reciente. El ático está presidido por una imagen barroca de San Ramón Nonato.  En el presbiterio está la talla de la imagen de San Roque, del siglo XVII. No queda efigie alguna del titular primero de la ermita, el mártir San Sebastián, que sí existía en 1688. En 1914 se fundía una campana, hoy desaparecida.

Convento de San Francisco

Lo poco que queda de este convento se conserva dentro de la residencia geriátrica de la ciudad de Orduña. En 1587 se realizó el traslado de los franciscanos desde su primer convento, el actual de Santa Clara, por bula del papa Sixto V, en 1586. Este convento en un primer tiempo llevó la advocación de Santa Marina, según el antiguo, y en él vivieron los franciscanos de Orduña hasta 1834. Fue comenzado en 1598 y ejecutado a lo largo de la primera mitad del siglo XVII. El edificio medía, con su iglesia, 48.440 pies de superficie; su claustro estaba enlosado en la planta baja y embaldosado en la superior; la iglesia era rectangular, “de ciento noventa pies lineales a un lado y sesenta y cinco a otro, formando una cruz latina”; la fachada tenía tres arcos de sillería, con su pórtico, y una espadaña a un lado de la fachada.

Se conserva el claustro[2], obra del siglo XVI en sus finales, dentro del purismo del bajo renacimiento. En cada uno de los cuatro flancos del claustro bajo voltean seis arcos de medio punto. Las dependencias del piso alto se abren a este claustro mediante balcones rectangulares.

En 1598, entre un fraile y un cantero orduñés trataban de la construcción de “un cuarto”[3] , “de junto al camino real que viene de Burgos y a la ermita de San Sebastián” y del gasto de 500 carros de piedra para la obra.

La ciudad para ubicar el convento y la iglesia hubo de comprar para ello tres fraguas y sitios de casas en el arrabal de la c/Burgos, junto a los muros, y el alcalde y procurador de la ciudad dieron posesión del lugar al padre guardián. El cabildo de la parroquia de Orduña se opuso a su edificación, pero se apartó del pleito ante la concesión expresa del papa Sixto V.

En 1588, al aproximarse los franciscanos a la ciudad, se establecía un nuevo número de beneficiados en el cabildo, hasta entonces habían sido 18 beneficiados, 12 enteros y 6 medios, pero a partir de aquel año serían 14, 8 enteros y 6 medios. El nuevo convento contó pronto con grandes bienhechores: Doña Mencía Ortiz de Urbina, el rey Felipe II…

Se fundó una capilla, la de Doña Mencía, que parece pasó luego a la familia Llano Velsaco. Hubo también otra, al lado del evangelio, propiedad de Don Juan de Urdanegui, donde estaban enterrados sus padres, era la 2ª después del crucero, estaba dedicada a San Antonio de Padua. Hubo otra, la de los Berrios, que tenía la imagen de San Diego, nombre del fundador. Tras el abandono de los franciscanos del convento, 7-4-1834, el ayuntamiento de Orduña, el 30-6-1846, tomó posesión del mismo. Este había sido entregado al concejo orduñés por Real decreto, el 3-6-1846, para destinarlo a hospital.

En la antigua iglesia existían nueve retablos, cuatro de ellos en capillas particulares. En el retablo mayor había cinco efigies: la Concepción en el nicho principal y, en el remate, la estigmatización de San Francisco. En la capilla de Berrio se veneraba la imagen de San Diego.

La sacristía ocupaba el testero de la capilla principal.

San Clemente de Arbileta (restos)

Antigua parroquia del lugar de Arbileta, hoy ruinosa; fue iglesia “aneja a las parroquiales de Orduña”[4].

Se encuentra a escasa distancia de la actual carretera de Orduña a Lendoño de Arriba en el camino viejo de Angulo a Orduña, a cuya jurisdicción pertenece.

La noticia del “monasterio” de Arbileta data de finales del siglo XII. El 18 de marzo de 1192 el rey Alfonso VIII donaba a la iglesia catedralicia de calahorra el monasterio de San Clemente, “quod situm est in Ordunia”, con todas sus pertenencias, yermas y pobladas. En las ordenanzas del cabildo de Orduña, fechadas en 1598, se reconoce el antiguo carácter parroquial de la iglesia de Arbileta que “tiene pila bautismal, por donde se entiende haber sido algún tiempo yglesia por sí”.

Muy antiguo era también el hospital de San Clemente anejo al templo, el mismo tuvo bienes y heredades propias, con cuyo producto pudo realizar préstamos a las iglesias de Orduña[5].

La ermita se sustentaba a costa de los diezmos y de los bienes que poseía: varios censos, “un pedazo de monte de río a río” y propiedades en Mendeica, Lendoño de Arriba y Lendoño de Abajo. En Arbileta había un vecino que era el rentero de la casa hospital que, aparte de acoger a los enfermos que recorrían el camino de Angulo a Vizcaya, pagaba, como arrendatario de la casa, 10 fanegas de trigo en 1717, y 11 en 1722.

Se conservan dos tablas pintadas en grisalla, procedentes de esta antigua parroquia. Estas representan a San Clemente y a San Bernabé. San Bernabé recibía culto especial en la iglesia de San Clemente en el siglo XX

Fuente: Catálogo Monumental de la Diócesis de Vitoria (Tomo VI), Micaela Portilla.

 

[1] El templo fue restaurado en 1985.

[2] En el claustro bajo se conserva una cruz con un rótulo que dice haber pertenecido al padre Pedro de Bardeci Aguinaco, que nacido en Orduña en 1641, vivió en Chile y murió en opinión de santo en 1700.  La cruz anterior fue enviada a Orduña por los franciscanos de Santiago de Chile.

[3] “Un cuarto” significa, posiblemente, uno de los cuatro costados del convento de San Francisco el Real dispuestos a los lados del claustro. En 1591, Pedro de Urtaran, mancebo, autorizaba a sacar todo el yeso necesario para edificar el citado convento de una yesera que tenía en Tertanga.

[4] Actualmente (2023), se conservan sólo 4 paredes. En la del Sur se abre la portada; a los pies hay otra portada menor. En la cabecera del templo quedan una ventana y un óculo sobre ella. A la izquierda de la fachada una inscripción colocada por la Diputación foral de Vizcaya, dice: “En esta ermita de san Clemente fue bautizado fray Pedro de Bardeci Aguinaco, 6 de Abril de 1641”.

[5] En 1768 el hospital de San Clemente había decaído ante la importancia adquirida por el de San Juan.

 

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