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Breve historia del Alto Nervión: la prehistoria.

Breve historia del Alto Nervión: la prehistoria.

Todos los seres humanos que habitamos este planeta pertenecemos a una misma especie, llamada homo sapiens. Contrariamente a la creencia popular, el humano no desciende del mono. Somos una especie de primate que comparte ancestros con otros primates; por ejemplo, el chimpancé es nuestro pariente más cercano, algo así como un primo lejano.

Desde hace miles de años, el homo sapiens es el único homínido que habita la Tierra, pero no siempre fue así. Se han identificado, en el pasado, otros muchos. Actualmente, continuamos sin saber a ciencia cierta cuáles son los antecesores más inmediatos del homo sapiens. Mientras otros homínidos ya se habían extendido por Europa y Asia, el homo sapiens surgió de alguna especie de homínido que permaneció en África. Los estudios genéticos han desvelado que todos los humanos compartimos el mismo origen: hace unos 200.000 años en África Oriental. A partir de entonces, el homo sapiens empezó su expansión por el mundo, desplazando y condenando a la extinción a los demás homínidos.

El homo sapiens llegó a Europa Occidental hace unos 40.000 años procedente de Oriente Medio, llevando consigo una nueva tecnología, una nueva cultura y la capacidad de comunicarse mediante el lenguaje. Con ellos se inicia el Paleolítico Superior. En todo caso, durante varios miles de años hubo de convivir con otro homínido, el hombre de Neanderthal, que terminó por extinguirse hace 27.000 años. Estos robustos y no poco inteligentes homínidos protagonizaron el Paleolítico Medio. Por lo tanto, todos aquellos restos anteriores al Paleolítico Superior que podamos encontrar en nuestro entorno pertenecen a grupos humanos de los cuales no descendemos.

La arqueología no ha prestado especial atención a nuestra comarca, más allá de algunas prospecciones y hallazgos casuales. Se suele considerar que el Alto Nervión no fue poblado por el homo sapiens hasta el Neolítico o, como mucho, hasta el Mesolítico.

Es cierto que no se ha encontrado ningún vestigio indudablemente adscribible al Paleolítico Superior. Es la “Edad de Hielo”, que asistió a la última glaciación, y en consecuencia el clima era mucho más frío. De hecho, es posible que la ausencia de restos de aquella época en el Alto Nervión responda a que todas o casi todas las cuevas suficientemente grandes como para ser habitadas se encuentren en la Sierra Sálvada, que entonces debía ser inhabitable por las duras condiciones climáticas y la posible presencia de hielo.

Pero unos 10.000 años atrás este periodo climático llegó a su fin y el deshielo provocó alteraciones muy importantes en el paisaje: el ascenso del nivel del mar anegando zonas anteriormente pobladas y conformando la línea de costa actual quizá sea la más notoria. Además, la suavización de las temperaturas provocó cambios en la fauna y la flora, de manera que fue entonces cuando el paisaje que conocemos habría comenzado a hacerse reconocible a nuestros ojos.

Así se abrió un nuevo periodo histórico, llamado Mesolítico, durante el cual los seres humanos debieron amoldarse a la nueva situación. Durante varios miles de años, los grupos humanos abandonaron generalmente las cuevas para ocupar abrigos bajo roca, de manera estacional pero recurrente durante siglos. El yacimiento de este periodo más próximo al Alto Nervión es el de Peña Urratxa, en el macizo de Gorbeia, aunque la ausencia de vestigios en nuestra comarca no significa necesariamente que estuviera deshabitada. Estas poblaciones fueron los últimos cazadores-recolectores plenos de nuestra tierra.

El Neolítico fue una de las revoluciones más importantes de la historia de la humanidad. Tuvo su origen en Oriente Medio y su manifestación más importante fue la domesticación de animales y plantas, así como la producción de cerámica y la sedentarización del hábitat. Estas innovaciones pronto comenzaron a expandirse en todas direcciones.

En Euskal Herria, los primeros indicios neolíticos se pueden fechar incluso antes del 5.000 a.C. Parecen identificarse dos fases distintas en el Neolítico vasco: primero, aparece la cerámica sin que se abandonen los anteriores lugares de habitación. En la segunda fase, hay nuevos poblados y la adopción de la ganadería y la agricultura se manifiesta en profundidad. En todo caso, se aprecian diferencias entre los yacimientos situados en la vertiente cantábrica respecto a los de la mediterránea: en este caso, la influencia de elementos procedentes del valle del Ebro habría sido mayor.

Los vestigios más evidentes de las poblaciones neolíticas son las manifestaciones megalíticas: dólmenes y menhires. Si los primeros fueron lugares de enterramiento utilizados durante miles de años, incluso hasta la Edad de Bronce, los segundos actuaron seguramente como puntos de referencia y posesión de los grupos humanos. Bien pudieron ser demarcadores territoriales. En todo caso, durante miles de años las cuevas se siguieron empleando también como tumbas e incluso como lugar de habitación, quizá estacional, sin que sepamos las causas de esta dualidad.

En el Alto Nervión existen varios dólmenes, a los pies de la Sierra Sálvada: el de la Choza, Oletar, Las Campas en Añes, pero también hubo una estación megalítica en Ganbidea, en la zona de Gorbeia. En este ámbito, los menhires son abundantes.

Sin embargo, no sabemos dónde vivían. Estas poblaciones, los primeros agricultores y ganaderos del Alto Nervión, habitarían en pequeños poblados de chozas de madera suponemos que no muy lejos de sus lugares de enterramiento. Con la adopción de la agricultura y la ganadería se pasó a un nuevo modelo de vida, sedentario, que a la larga daría lugar a la aparición de jerarquizaciones en el seno del grupo.

La extensión del Neolítico se habría producido más bien por asimilación de novedades por parte de la población que por la llegada de grupos humanos foráneos, aunque posiblemente esto también sucedió. En contra de lo que se dice, Euskal Herria nunca ha sido un territorio aislado ni ajeno a influencias externas. Las poblaciones prehistóricas se movían, y no poco, en función de la caza y la recolección pero también para comerciar. Es así que en algunos yacimientos de la época se han encontrado conchas marinas procedentes del Mediterráneo cuyo fin era meramente decorativo.

Recientes investigaciones genéticas realizadas a partir de restos de individuos de la cueva de Atapuerca afirman que el vasco actual desciende genéticamente de estas poblaciones neolíticas y calcolíticas, mezcla de los antiguos habitantes paleolíticos y los agricultores-ganaderos llegados del exterior.

 

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