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“BASCONGADOS E LATINADOS”. UNA INTERPRETACIÓN DE LA HISTORIA SOCIOLINGÜÍSTICA DEL ALTO NERVIÓN (I)

“BASCONGADOS E LATINADOS”. UNA INTERPRETACIÓN DE LA HISTORIA SOCIOLINGÜÍSTICA DEL ALTO NERVIÓN (I)
  1. Introducción

En 1371, Fernán Pérez de Ayala escribió el Libro del Linaje de los Señores de Ayala con el fin de vincular la ascendencia de la Casa de Ayala con la realeza aragonesa y legitimar así su posesión del Señorío. Para ello, se presentó como descendiente de un presunto infante aragonés llamado Don Vela que habría poblado Ayala con permiso del monarca castellano y afirmaba que “los que vinieron a poblar la tierra de Ayala dellos eran vascongados e dellos latinados. E los vascongados llamaban a este Don Vela Jaun Belaco e los latinados don Belaco”. Esto no es más que mera fantasía pero consideramos que este pasaje concreto debe reflejar la situación lingüística que Fernán halló en la Tierra de Ayala cuando llegó a la misma sobre el año 1330. F. Barrenengoa (1988: 24) interpretó el comentario como muestra de la existencia en Ayala de dos zonas claramente definidas según la lengua hablada, zonas que delimitó en función del sustrato lingüístico dominante en la toponimia local. Es cierto que existió una zona claramente vascoparlante y otra en la que la toponimia castellana domina de forma absoluta. Sin embargo, nosotros creemos que no existió una frontera clara y duradera entre ambas lenguas sino que sus límites habrían sido difusos, permeables y cambiantes a lo largo del tiempo. Más aún, creemos que Fernán Pérez habría reflejado la coexistencia y convivencia de los dos idiomas en un mismo lugar, la Tierra de Ayala, sin que ello presuponga la existencia de dos áreas claramente diferenciadas en función de su idioma.

Haciendo extensible esta idea a la totalidad del Alto Nervión, nuestra hipótesis es que el panorama lingüístico de esta comarca en siglos pasados fue más complejo de lo que se ha supuesto. La historia del Alto Nervión, a pesar de su reducida extensión geográfica, se caracteriza en términos generales por una notable heterogeneidad en todos los campos debido a la existencia de notables diferencias entre sus distintos componentes; diferencias en cuanto a adscripción provincial y eclesiástica, configuración socioeconómica, distribución y conformación del hábitat, régimen jurídico, etc.. El aspecto lingüístico no tiene por qué ser una excepción, de manera que tampoco en este sentido cabe entender el Alto Nervión como una comarca homogénea. Así, el euskera habría sido lengua dominante y prácticamente única en algunos lugares, mientras el castellano lo habría sido en otros. Pero, como decimos, las fronteras serían difusas, de manera que llegó a ocurrir que personas que solo sabían euskera y otras que solo sabían castellano convivieron junto a una amplia gama de bilingües en una misma localidad. En este sentido, en el presente trabajo se mostrará que la extensión del castellano en la comarca ha sido notable al menos desde los inicios de la Edad Moderna y creemos que el bilingüismo fue un fenómeno muy extendido.

La historia lingüística del Alto Nervión ha sido conceptuada como un proceso dilatado en el tiempo en el que la lengua nativa, el euskera, va desapareciendo ante el avance del castellano, un idioma ajeno a la mayor parte de los habitantes de la comarca excepto en las proximidades de Artziniega y en la ciudad de Urduña/Orduña. En el presente trabajo, queremos romper con esta idea. El hallazgo de nuevos datos nos ha permitido formular algunas cuestiones que giran en torno no a la pérdida de la lengua, sino a la relación entre euskera y castellano en siglos anteriores. Consideramos que la naturaleza de esta relación puede renovar la visión tradicional sobre la situación y evolución del euskera en un ámbito lingüísticamente fronterizo y de estrecho contacto con el castellano.

  1. Nuevos datos para la historia lingüística del Alto Nervión (1585-1638)

Casi todas las referencias documentales que aparecen en este apartado son inéditas y suponen un avance importante para el conocimiento de la historia lingüística de esta comarca, si bien es cierto que se centra casi exclusivamente en Amurrio y la mitad oriental de la comarca, dejándonos huérfanos de datos para la mitad occidental.

La primera referencia data del año 1585. El 28 de marzo se procedió a tomar testimonio a una serie de testigos presentados para el pleito que, ante el tribunal eclesiástico de Calahorra, estaban manteniendo María Sáez de Murga y su hijo Lope García de Murga con el cabildo de la iglesia de Santa María de Amurrio y sus parroquianos en general, y con Juan de Urrutia en particular, sobre el patronazgo de la susodicha parroquia. Ante los receptores enviados por el obispado, Urrutia manifestó que tenía algunos testigos “que no entendian bien la lengua castellana y que para que pudiesen decir mexor la verdad de lo que supiesen era necesario que ubiese un ynterprete que entiendese entranbas las lenguas castellana e bascongada”. Para tal efecto, fue nombrado el joven escribano Juan Pérez de Ulibarri, natural de Amurrio y receptor de la Audiencia Episcopal de Calahorra, quien juró que “aquello que yo el dho receptor le dixese en lengua de rromance que preguntase en basquence al dho diº de aldama (…) y todo lo que dho diº de aldama respondiense en basquenze me lo declararía en rromanze”.

En todo caso, a pesar de lo dicho por Urrutia, solo uno de los testigos requirió finalmente de intérprete. Como aparece en la cita anterior, se llamaba Diego de Aldama[6]. Decía tener unos ochenta y seis años y era llavero de la iglesia. Eso significa que Diego había podido desempeñar este cargo, y hacer vida comunitaria, sin saber castellano, o conociéndolo de manera insuficiente. Pero que un euskaldun monolingüe pudiera ser un miembro activo de su comunidad en el Amurrio del siglo XVI no significa que el castellano no estuviera extendido, ya que el resto de testigos declararon en este idioma. Y no fueron pocos. Es cierto que entre ellos hubo algunos curas y personajes notables de la zona pero también otros vecinos ancianos y analfabetos y lo mismo ocurrió con los testigos presentados por la parte contraria, ninguno de los cuales necesitó de intérprete.

Apenas tres años después, dos vecinos de Lezama pleitearon ante el Alcalde Mayor de la Tierra de Ayala en testimonio del escribano Cristóbal de Ugarte, natural de Amurrio. Como éste era pariente de una de las partes pleiteantes, la contraria obtuvo facultad para nombrar escribano acompañado, es decir, un escribano de su confianza que asegurase que todo se ejecutaba conforme a derecho. Este papel recayó en Pedro de Menoyo, natural y vecino de Salmantón. En un momento dado, el denunciante Juan Balza de Berganzagoitia protestó que se habían presentado testigos que no sabían la lengua castellana y, dado que Menoyo no entendía la lengua bascongada, pidió que aquellos no fueran examinados hasta que fuese con otro escribano acompañado que sí supiera el idioma. Según parece, este papel recayó en Hernando de Ugarte, que precisamente era hijo de Cristóbal y vecino de Lezama. Nunca se aclara quiénes fueron exactamente estos testigos.

Además del desconocimiento del euskera por parte de Menoyo, sobre lo que volveremos más adelante, es llamativo que Balza escogiese un escribano que únicamente hablaba castellano, como si no hubiera reparado en absoluto en la cuestión idiomática. Y también hay que destacar que, aún después de esta queja, el escribano Menoyo recibió testimonio de un gran número de vecinos de Lezama, hombres y mujeres de todas las edades, sin que en ningún momento se mencione la necesidad de intérprete alguno. Puede que fuese Cristóbal de Ugarte, quien puso por escrito todas las declaraciones, quien ejerciera esta función. Puede que, simplemente, no fuera necesario. Ésta explicación nos parece la correcta porque, posteriormente, tomaron declaración a un vecino de Amurrio que sí necesitó de intérprete. Se llamaba Martín de Pardío y no sabía romance, mientras que Menoyo no sabía basquenze, por lo que nombraron por intérprete al escribano Domingo de Uriarte “que sabe anbas lenguas”. Hay que mencionar también que el incidente que fue objeto del pleito tuvo lugar en una romería en Lezama, mientras estaban en un baile que, según los testigos, llamaban a tabolin bolinete en lengua bascongada. Tomamos esta referencia como un indicativo de la lengua que emplearían en el día a día, en las cosas cotidianas.

En Amurrio tenemos también una referencia del año 1629, cuando el bachiller Pedro Martínez de Landa, natural y cura de Lezama, estaba actuando en aquel lugar como Juez de Comisión del Obispado e hizo una notificación a María Ortiz de Aldama, criada del cura Juanes de Aresqueta. Y se dice: “e yo el dho escribano q presente estaua el dicho señor Juez q le dio a entender lo susodicho por ser la dicha mª ortiz bazcongada sse lo notifique la qual dijo según el dicho señor Juez me traduçio en romançe que…[10]. El escribano, que por lo que se ve no sabía euskera, era Cristóbal de Menoyo Murga.

Continuando con los nuevos datos que hemos obtenido, en 1625 se efectuaron las probanzas necesarias para la obtención del hábito de la Orden de Santiago por Hortuño de Ugarte Iturriaga, descendiente de la torre de Jauregia en el barrio de Berganza, parroquia de Baranbio. Solo uno de los testigos necesitó intérprete, que fue a la sazón un vecino de Lemoa. El testigo vascoparlante fue un anciano de Baranbio apellidado Sagun, cuyo nombre no se aprecia con claridad en el documento. Sin embargo, no parece que lo necesitaran otros vecinos de la zona como Juan de Larrea de Vidaur, Juan de Arrategui, Pero Verde, Pedro Ortiz de Berganza, Pedro Hernando de Berganza y Juan de Berganza, por no hablar de otros más notorios y pertenecientes a la élite comarcal del momento.

En 1638, otros dos caballeros de la Orden de Santiago se desplazaron a Lezama para realizar las pertinentes investigaciones y comprobaciones para que el Capitán Juan de Ugarte Berganza, natural de la localidad, obtuviera el hábito. Debido a que dos de los hombres más poderosos de la zona acusaron falsamente al Capitán de ser descendiente de judíos, se tomó declaración a una cantidad inusual de testigos. Solo en Lezama se examinó a unos cuarenta hombres, la mayoría de esta localidad pero también de Amurrio, Inoso y Larrinbe, casi todos de edad avanzada. También fueron examinadas dos mujeres. De todas estas personas, solo una mujer necesitó intérprete porque “no nos entendia lo que la hablabamos y preguntabamos por no saber hablar mas que bascuence”. Se llamaba Francisca de Elexaga, era natural de Amurrio y vecina de Larrinbe. Su intérprete fue nada menos que Antonio de Murga Esquibel, señor de la casa de Murga. A continuación, los dos receptores de la Orden pasaron a Baranbio y Laudio/Llodio. En la primera localidad, tres de los nueve testigos examinados necesitaron intérprete. Se llamaban Martín de Aranguren, Martín de Onsoño y Sebastián de Isasi, y el traductor fue Pedro de Berganza, todos naturales y vecinos del lugar. Nuevamente, varios de los que declararon en castellano no sabían firmar. Finalmente, en Laudio/Llodio todos los testigos necesitaron intérprete salvo dos, siendo uno de ellos el propietario de la casa de Ugarte, que además era escribano.

Hay que señalar que idénticos interrogatorios se efectuaron en 1636 y 1639 en Lezama para la obtención del hábito de Santiago por parte de Juan de Urbina Eguiluz y Antonio de Isasi Eguiluz respectivamente. Hemos advertido que los testigos que declararon en estos casos fueron prácticamente los mismos que también lo hicieron en 1638 en el caso anteriormente citado. Nadie necesitó intérprete. ¿Cabe la posibilidad de que fueran presentados como testigos precisamente por su conocimiento del castellano? Es una opción que, a priori, parece plausible. Pero en el caso judicial de 1588 fueron muy numerosos los vecinos que declararon, hombres y mujeres, chicos y chicas, de todas las edades. Y, como hemos visto, casi nadie precisó de un intérprete.

Por lo tanto, podemos afirmar que, a finales del siglo XVI y principios del XVII, el castellano era una lengua muy extendida en Amurrio, Lezama y alrededores. Lo era sin duda entre los varones, no pocos de ellos capaces al menos de firmar de su puño y letra, pero la existencia de muchos hombres castellanoparlantes presuntamente analfabetos nos sugiere que el aprendizaje de esa lengua no se producía solo en la escuela, tal y como se suele suponer. Este argumento es reforzado por el hecho de que aparecen mujeres que también sabían el idioma.

Por el contrario, tenemos a algunas personas que solo sabían euskera. No nos sorprende que fueran más numerosos en Baranbio y mayoría en Laudio/Llodio, lugares en los que el euskera se mantuvo con vigor durante siglos. La situación, sin embargo, parece ser distinta en Amurrio, Lezama o Larrinbe. Es significativo sobre todo el caso del anciano Diego de Aldama, que en el momento de la declaración era llavero de la parroquia junto al citado Juan de Urrutia, escribano y fiel servidor de la Casa de Ayala. Además, en aquel momento se estaba procediendo a agrandar la iglesia, por lo que sin duda hubo de tratar con muchos individuos. Era un euskaldun monolingüe que ocupaba un cargo relevante que le obligaría a tratar con sus convecinos. No menos elocuente es la identidad de aquellos que figuran como intérpretes: Juan Pérez de Ulibarri, Hernando de Ugarte y Domingo de Uriarte eran escribanos. Sobre todo los dos últimos, fueron personajes muy relevantes y poderosos en la Tierra de Ayala, como lo fue Antonio de Murga. El sacerdote Pedro Martínez de Landa había nacido en Lezama, su madre era natural de Amurrio y pariente de Murga. El hecho de que todas estas personas, pertenecientes a la élite local y comarcal de la época, supieran euskera manifiesta su uso cotidiano incluso entre las familias más poderosas de la zona.

En definitiva, tenemos indicios suficientes para afirmar que el euskera era la lengua de uso habitual por la población de Amurrio y alrededores, cuanto más en Laudio/Llodio o Baranbio. Sin embargo, la gran mayoría de los vecinos, al menos los varones, también sabía castellano, independientemente de que hubieran ido a la escuela o no. No parece que estemos ante una población que solo hablase euskera en el hogar y aprendiera castellano en la escuela. Nuestra hipótesis es que, al menos en esta área del Alto Nervión, el euskera era la lengua nativa de la mayoría pero el aprendizaje del castellano seguramente también se producía en este contexto, sin que ello reste que algunos lo perfeccionaran en la escuela o en otros contextos, como puede ser sirviendo a personajes notables o en lugares generalmente castellanoparlantes como la ciudad de Urduña/Orduña.

Por último, tan importante es observar la identidad de quienes saben euskera como la de aquellos que lo desconocen. Hemos visto el caso del escribano Pedro de Menoyo, de Salmantón, personaje muy activo en las instituciones ayalesas y es de pensar que pudo desempeñar su oficio con normalidad sin conocer la lengua vasca. Esto no significa necesariamente que el euskera fuera desconocido en la zona occidental de la Tierra de Ayala; la toponimia de Salmantón es de clara raíz euskérica en su mayoría. Pero sin duda el conocimiento del castellano sí debía ser generalizado, de lo contrario difícilmente hubiera podido desempeñar su oficio con normalidad. Tampoco sabía euskera Cristóbal de Menoyo Murga, sin parentesco conocido con el anterior, escribano, natural y vecino de Menoio. Su padre era oriundo de esta localidad y su madre de la casa de Oribe en Soxo, y estuvo casado con Casilda Fernández de Angulo Velasco, del valle burgalés de Tudela. Como decíamos, nos hallamos ante una situación más complicada de lo supuesto, en la que no existirían fronteras lingüísticas definidas y en la que el castellano aparece con una fuerte implantación en la Tierra de Ayala, incluso en localidades en las que es manifiesto que el euskera era la lengua cotidiana, y como lengua única de algunos notables del lugar.

Tomado de www. https://amerinozulueta.wordpress.com/

 

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