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LA CASA TORRE DE LENDOÑO DE ABAJO (ORDUÑA)  (II)

LA CASA TORRE DE LENDOÑO DE ABAJO (ORDUÑA)  (II)

FASE 3. CAPILLA 2 (1737-1738)

Los profundos cambios realizados en la Capilla 1 en 1737 nos han llevado a considerarlos como una nueva fase constructiva, al tener como consecuencia la reforma integral del interior del edificio. Las obras de remodelación afectaron principalmente a la mitad superior de la construcción, en la que se procedió a reducir el grosor de los muros Norte, Sur y Este con el fin de crear una superficie para el apoyo de los arcos de la bóveda construida durante esta etapa.

La estructura mencionada se corresponde tipológicamente con una bóveda de arista -realizada con ladrillo macizo que posee en su zona central un florón de forma circular en el que se insertan elementos vegetales encuadrados en un aspa decorada con un motivo sogueado. La bóveda se apoya en cuatro arcos de piedra caliza trabajada a tallante. Los situados en los paramentos Norte, Este y Sur se corresponden con tres arcos formeros de medio punto que arrancan a media altura del edificio, mientras que el situado al Oeste -que tiene también la función de entrada a la capilla es un arco fajón de sección semi-octogonal con menor flecha que los formeros. En este caso, el arco fajón apoya sobre dos pilastras, de igual sección que el arco, que nacen a ras del suelo.

La adecuación de las nuevas obras a las estructuras preexistentes hizo necesario cortar parte de la rosca y las pilas del acceso apuntado construido en la Fase 2. Para el arreglo de los desperfectos y la regularización de las obras se utilizó el ladrillo macizo y la mampostería, utilizándose el primero para el arreglo de la rosca y la segunda para rematar la parte inferior de las pilas del acceso.

Tras las trabajos se procedió al enlucido interno de la capilla con una base de argamasa de color amarillento sobre la que se realizaron una serie de pinturas, todavía presentes en el extremo sudeste de la planta baja del edificio. Éstas representan un opus cuadratum en color negro que está rematado en su parte superior, aproximadamente a la altura donde arrancan los arcos de la bóveda, mediante una franja horizontal de color rojo enmarcada por una fina línea negra.

Perteneciente a la misma etapa constructiva, al estar cortando el alzado Sur exterior del edificio e integrándose perfectamente en la obra de la capilla 2, se localiza una ventana situada a 4,97 metros del suelo. Posee forma rectangular, se encuentra realizada con sillares de caliza tallados a doble vertiente, que proporcionan derrames tanto al interior como al exterior, y en la zona central dispone de una base plana para el anclaje de una reja metálica.

Estas obras se pueden ubicar cronológicamente, atendiendo a la tipología y técnica constructiva de la bóveda, en el siglo XVIII. Sin embargo, es posible concretar la fecha con mayor precisión, puesto que existen varios documentos que mencionan que entre los años 1737-1738 se estaba realizando una capilla nueva con un florón y «un arco nuevo»

FASE 4. CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO BARROCO Y CAMBIO DE USO DE LA CAPILLA 2 (1737-1825) Esta etapa engloba la construcción de un edificio parroquial de nueva planta y estilo barroco sobre el solar de la antigua. Las obras están fechadas documentalmente en 1773, cuando el Concejo de Lendoño de Abajo se reunió el 2 de junio de ese año para convenir diferentes aspectos de la obra. La iniciativa partió, al parecer, de Bartolomé de Elejalde, natural de este lugar y vecino de Madrid, el cual se ofreció a sufragar la nueva construcción.

La edificación del templo barroco supuso la completa desaparición de la iglesia renacentista. Lo único que se conservó fue su capilla -nuestra antigua casa torre la que, sin embargo, se vio profundamente afectada por las obras. Así pues, no sólo se efectuaron cambios en su morfología, sino que se promovió una variación de su funcionalidad, pasando de tener un uso religioso a otro civil, puesto que la capilla se convirtió en la sede del Concejo. Los cambios realizados durante el transcurso de las labores de construcción han quedado reflejados en la fábrica del edificio de diferentes formas que explicaremos a continuación:

En primer lugar, se amortizó el acceso que unía la capilla con la iglesia. Para ello se eliminó su cara occidental mediante un corte que seccionó longitudinalmente la plementería y las pilas del mismo. Una vez construido el templo se procedió al arreglo del hueco existente, reutilizando los propios materiales del arco para acomodar y unir ambas obras.

En segundo lugar, los artífices de la obra abrieron en el paño meridional el acceso principal y realizaron la división interna del espacio, resultando un edificio de, al menos, dos plantas. Es posible que a esta etapa pertenezca el techo actual de la planta baja, en cuyas paredes se abrieron toda una serie de nuevos vanos acorde con las necesidades de iluminación de su nuevo uso. La fábrica de todas las aberturas realizadas es similar en todos los casos, si bien varían, como resulta lógico, sus dimensiones. Se trata de vanos de sección rectangular que presentan un recerco de sillares de caliza de gran tamaño en su exterior. Su interior es abocinado y está rematado con una bóveda rebajada ejecutada con lajas de caliza de mediano tamaño.

FASE 5. CASA ESCUELA (1825)

La quinta fase documentada se corresponde con un nuevo cambio de uso en el edificio. En 1825, la antigua casa-torre, tras su conversión en capilla y sede del Concejo, se transformó en escuela. Para adecuarlo a su nueva funcionalidad se modificó íntegramente su distribución interna mediante tabiques de ladrillo y vanos con marcos de madera, resultando

una edificación de tres plantas. La planta baja se destinó a las aulas de enseñanza, la primera planta en residencia del profesor y la última en buhardilla o desván. Completando la nueva organización, se procedió a amortizar algunos de los huecos abiertos en fases anteriores y se abrieron otros, presentando los recién construidos un amplio abanico tipológico que varía según su funcionalidad.

FASE 6. OBRAS DE CRONOLOGÍA CONTEMPORÁNEA (SIGLO XX)

La última fase recoge los arreglos realizados en el edificio durante el pasado siglo y comienzos del presente, cuando se procedió a la reparación y sustitución de las cubiertas. Las obras realizadas consistieron en cortar parcialmente la cumbrera de los muros y construir sobre ellos un pequeño murete de mampostería trabada con cemento que sirve de asiento a la techumbre. Ésta se compone de un armazón lígneo que da forma a un tejado a cuatro vertientes rematado con teja curva, en el caso del edificio principal, y con cemento para el remate del antiguo acceso apuntado que servía de unión entre la capilla y la iglesia renacentista.

CONCLUSIONES Los muros del edificio estudiado han demostrado ser un documento de inestimable valor para el conocimiento de la evolución histórica de su entorno desde, al menos, la Edad Media. A grandes rasgos, la cronología de fundación de la casa-torre se encuadra de lleno en la crisis sufrida por Orduña y las aldeas de la junta de Ruzabal, crisis que afectó especialmente al territorio del Señorío, convertido desde finales del siglo XII en una importante vía comercial creada por la Corona de Castilla para facilitar el acceso a los puertos de la costa cantábrica. Corno consecuencia de esta transformación, el Señorío se convirtió en potencial área de paso de mercancías, lo que favoreció el desarrollo de las poblaciones que se situaban a lo largo de la vía. La bonanza económica del Señorío y los cambios económicos negativos que afectaron a las tierras alavesas durante el siglo XIII atrajeron no sólo los intereses de la casa de Ayala por el dominio de la zona, sino que también favorecieron el desplazamiento e instalación en los valles de familias hidalgas durante los siglos XIV y XV. La competencia por los recursos desembocó en una serie de conflictos entre señores y campesinos, entre señores y eclesiásticos, entre señores y mercaderes y entre la propia clase dominante, que se ha venido denominado en la historiografía «lucha de bandos»• El incremento de la violencia durante los siglos XIV y XV, así como el gran número de linajes existentes, fueron el detonante clave para la masiva construcción de casas-torres en este periodo, ya que estas edificaciones son entendidas corno imprescindibles en la base de poder y en la defensa de los intereses de las distintas familias. La torre de Lendoño de Abajo puede ser una de las muchas que fue construida durante este periodo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no todas tenían la misma relevancia. En este sentido, creernos que una de las hipótesis que puede explicar la ausencia de información documental sobre esta torre y sus propietarios es que no fue la sede principal de un linaje, sino una de las denominadas «torres de guarnición», es decir, «torres que no se ubicaban en el solar del linaje, sino en un punto estratégico de las posesiones o del área de influencia familiar”. La virulencia de los conflictos desatada en el último cuarto del siglo XV provocó la destrucción de un gran número de estas edificaciones. Las causas principales fueron la lucha interna entre los linajes, los derribos ordenados por el poder real -principalmente por Enrique IV y, por último, las acciones de las hermandades. El momento álgido en la ruina forzosa de los baluartes localizados en la zona que nos atañe fue el ataque realizado, tanto sobre Orduña corno sobre sus aldeas, por el Conde de Treviño en 1477. Las referencias documentales que describen los hechos nos informan de la ruina producida en la torre de Poza, localizada en Lendoño de Arriba, a unos centenares de metros de nuestra torre, por lo que resulta lógico que su destrucción estuviera relacionada con estos acontecimientos. Pero las fortalezas arruinadas fueron, en numerosas ocasiones, nuevamente erigidas e incluso reforzadas, como queda demostrado en el caso que nos ocupa. Esto se debe a que los conflictos aún siguieron latentes hasta la llegada al trono de los Reyes Católicos. Dichos monarcas siguieron una política de debilitamiento progresivo del poder señorial a través de las ordenanzas y disposiciones. Ejemplo significativo de ello fueron las promulgadas en Orduña de 1499, y mediante las que se prohibía tácitamente construir casas fuertes. Así pues, la política dio sus frutos y, finalmente, el territorio volvió al orden entre finales de la decimoquinta centuria y principios de la siguiente. El proceso de pacificación y la reactivación económica de la zona-impulsada por los lazos comerciales con la corona castellana tuvieron como consecuencia directa el incremento de la población, elevándose tanto la tasa de natalidad como la de inmigración. Esta nueva coyuntura marcó un punto de inflexión en el discurrir histórico-constructivo del edificio objeto de estudio, siendo esta la época de construcción de la iglesia renacentista de San Esteban junto a la casa torre ya existente. De este modo, y tras un cierto periodo de tiempo, el baluarte perdió de forma definitiva su uso militar-residencial en 1579, cuando su estructura fue reacondicionada en capilla, anexa al templo, ante las necesidades de espacio que sufría la iglesia, pues resultaba pequeña para acoger el culto de los vecinos del lugar. La fábrica del edificio no sufrió cambios trascendentales que hayan quedado reflejados en sus paramentos hasta 1737, año en el que se documenta una nueva fase de obra que hemos denominado Capilla 2. Esta etapa afectó principalmente al interior de la capilla, que fue rematada mediante una bóveda de arista de gran altura. Transcurridos apenas 36 años desde la construcción de la bóveda, se procedió a erigir un edificio parroquial de nueva planta que arrasó el templo anterior y conservó, paradójicamente, la antigua torre medieval transformada en capilla. No obstante, su funcionalidad cambió definitivamente, dejando atrás su uso religioso para pasar a tener un uso laico como sala del Concejo. Esta situación perduró hasta 1825, año en el que se convirtió en escuela para los estudiantes y residencia para su profesor. Para esta nueva mutación fueron necesarias importantes reformas que modificaron completamente su distribución interna. Debido tanto a estas obras como a las realizadas durante las fases anteriores, todas aquellas variables constructivas y tipológicas que hacían intuir sus anteriores funciones quedaron enmascaradas o desvirtuadas, por lo que estos usos han permanecido invisibles, y ajenos a la memoria histórica del lugar, hasta nuestros días.

Tomado de www.bizkaia.eus

Alberto Plata Monter

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