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Dos casas-torre en Arrastaria

Dos casas-torre en Arrastaria

En el valle de Arrastaria, concretamente en Artomaña y Delika, destacan dos edifi­cios civiles por su importancia histórica y por sus peculiaridades estratégicas: la casa torre de los Ortiz de Zacate, en Artomaña, y la casa torre de Puente, en Delika. Ambas llaman nues­tra atención hoy en dí­a por dos situaciones antagónicas: la cuidada restauración de la pri­mera, y el estado ruinoso de la segunda.

La Casa Torre de Artomaña

En Artomaña, en el barrio de Masalarreina, sobre un leve promontorio desde el que se divi­sa todo el valle de Arrastaria, destaca su casa torre. En esta posición privilegiada domina el camino que baja desde Unza, por el portillo de los cuartangueses y que comunica la Llanada alavesa con la ciudad de Orduña.

Desde que fue edificada entre, fines del siglo XIV y principios del XV, esta vieja torre ha vivido momentos históricos. Uno de los más importantes fue el protagonizado por el comu­nero Pedro López de Ayala en su levantamiento contra Carlos V. Es desde esta torre de Artomaña, antes de su derrota en Durana, desde donde envió una carta urgente a Lope Garcí­a de Murguí­a y a Juan Dí­az de Guinea pidiéndoles que le enviasen con premura dos barriles de pólvora.

Otro hecho importante convulsionó al valle durante la primera guerra carlista. Nos referi­mos a la llamada «acción de Unzá», en la que los generales Eguia desde Artomaña y Espartero desde Unza, lucharon por la posesión de dicho enclave estratégico.

Varios documentos atestiguan que la casa-torre estaba compuesta por dos edificios unidos por un puente. En el siglo XVI se documenta como «las torres del lugar», y en el siglo XVII como las «torres de Zarate». –

Recientemente una reforma de la vivienda anexa a la torre ha descubierto varios elementos arquitectónicos ocultos por paredes y encalados. En la planta baja, además de la puerta oji­val de acceso al edificio, existe ya en su inte­rior otro acceso de arco más apuntado que el anterior, y por tanto, quizás, más antiguo que el de la puerta de arco del exterior. En el lado Oeste, ha aparecido, medio escondida, una pequeña ventana geminada.

Al rehabilitar la casa en su totalidad, con gusto y un gran respeto al entorno, se han des­cubierto en el primer piso otra puerta y una ventana apuntada de pequeñas dimensiones, La puerta, de arco apuntado, (micas comunicarí­a por medio de un puente de madera con la actual casa torre y puerta, sita también en el primer piso.

La Torre de Delika

La otra torre digna de mención en el valle de Arrastaria es la que se encuentra en el centro de Delika, junto al camino y al puente viejo.

Este edificio de planta rectangular se cree que fue la torre que mandó edificar Don Pedro López de Ayala, años después nombrado Canciller Mayor, para reafirmar, tras una larga querella con la ciudad de Orduña, la pertenen­cia a su familia desde el 19 de marzo de 1391 de los pueblos y tierras de Delika, Artomaña, Tertanga, Aloria, Zamarro y Arbieto.

Además de sus dos accesos en la fachada principal, esta torre posee varios elementos no catalogados hasta la fecha de hoy. En el primer piso o planta residencial, en la cara Este, con­serva un ventanal con asiento de piedra a ambos lados. Estos huecos de la fachada Este, parece que han sufrido alguna reforma poste­rior, ensanchando su perí­metro, con lo que se ha eliminado su carácter gótico y haciendo el vano rectangular para permitir una mayor entra da de luz a la casa. En la planta baja, un arco rebajado en la antigua cuadra y media docena de aspilleras muestran su carácter militar.

El edificio, muy reformado a fines del siglo XVIII, como lo atestigua una inscripción en el dintel del balcón del segundo piso, impide ver con claridad las caracterí­sticas góticas de la torre. Lo mismo ocurre con el enlucido exterior que recubre todo el edificio y oculta bajo el yeso otros elementos arquitectónicos.

El estado de abandono de la casa torre desde hace varios años es patente. Su situación es de ruina inminente si no se ataja el problema con celeridad. Triste final para este edificio que durante siglos ha sido testigo mudo de los avatares del valle.

Sirvan estas lí­neas para intentar, por medio de las instituciones locales y de los particula­res, proteger y recuperar nuestro patrimonio arquitectónico. Un valor que nos enriquece a todos,

Ramón Zurimendi

Aztarna

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