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Arbieto y Cedélica (de visita)

Arbieto y Cedélica (de visita)

Casa Torre de ArbietoMe he levantado relativamente pronto. He pasado por la huerta. Me he dedicado a desbrozar el entorno de la parte cultivada, he regado un buen rato y recogido una docenita de tomates. Hecho el trabajo me he acercado a Arbieto, barrio minúsculo aunque en él, hoy dí­a, se ubica la zona deportiva (campo de fútbol) y de ocio (piscinas y parque) de Orduña.

Es un lugar excelente (y cercano) para el descanso y la lectura. Hoy dí­a acoge un par de casas habitadas y los restos de la torre de los Arbieto, clan emblemático del entorno durante siglos. Creo que también tuvo su ermita. A orilla del Nervión, ocupa un lugar estratégico a la entrada del amplio valle; de ahí­ su importancia. La casa-torre se encuentra en buen estado aunque no vive nadie en ella. Podemos observar el cuerpo de la propia torre y una segunda construcción adosada. Ambas tienes accesos por unas bien conservadas puertas ojivales con dovelas perfectamente trazadas. La torre tiene dos ventanas ojivales muy interesantes. Las paredes de ambos cuerpos se encuentran revocadas pero, en algunos desconchados, se aprecia su fondo pétreo. Uno cree, sinceramente, que las instituciones debieran hacer un esfuerzo por su restauración. De la misma torre sale un camino, recientemente asfaltado, que lleva hasta Lecámaña, ya fuera del valle.

Sentado en una de las múltiples mesas que se encuentran en los alrededores observo en oltananza y media altura la pequeña aldea de Cedélica y un poco más a su derecha el hoy caserí­o de Santa Cristina. En otros tiempos acogí­a una ermita y, me consta, que en sus proximidades existe un «castrum» celta aún sin excavar. ¡Buen lugar para proteger el camino que, por sus alrededores, discurrí­a hacia la costa.

Vuelvo aproximadamente un kilómetro por la carretera general y por un «callejón» tras la antigua fábrica de caramelos de «Luengas» (barrio de San Miguel) me dirijo por Getxa hacia Cedélica. Es un sendero que bordea el antiguo Castillo extramuros de la Ciudad del que no queda ningún resto. Mi difunto padre me decí­a que con restos de sus piedras se construyó el edificio de la Aduana, actualmente transformado en Balneario. Lo cierto es que el castillo ocupaba un lugar privilegiado y protector de una de las «puertas» de la Ciudad de la que se pueden aún ver uno de sus arranques junto al muro de la última de las casas y el riachuelo que hací­a de «foso».

Una fuerte y corta pendiente asfaltada da acceso hasta Getxa, donde hoy se ubican dos o tres viviendas. Recuerdo cuando era únicamente un camino carretil (posiblemente uno de los más antiguos que se dirigirí­an a Bilbao) por el que con gran dificultad podí­an ascender los carros de tirados por bueyes. De aquí­ a Cedélica todo el cuestión de seguir alguna de las pistas que van progresivamente ascendiendo por las laderas. Dejamos la que lleva a Santa Cristina y, en breve, topamos con la carretera que lleva a la aldea. Tiene un núcleo rural concentrado (cinco caserí­os bastante bien conservados aunque sin ningún viso de torre) y un caserí­o ubicado al final de la carretera. Desde este lugar sigue un buen camino que va a parar al cruce del alto de la Choza. ¡Precioso! Entre ambos se ubica la pequeña ermita de San Román, una de las más antiguas del valle aunque no tenga ningún valor artí­stico. Es de una sola nave de unos quince metros de larga y cinco de ancha cubierta a dos aguas y con un breve porche a la entrada, como es tradicional en todas las ermitas del entorno.

Hace, precisamente, unos dí­as celebró, con gran alborozo, su fiesta principal. Fiesta que se celebra tanto en la propia aldea como en la calle Orruño de la Ciudad.

Recostado en un roble, junto a la propia ermita, recuerdo dos hechos de mi infancia relacionados con esta aldea. Tendrí­a ocho o nueve años cuando subí­ por vez primera a este lugar. Entonces no habí­a carretera sino un camino de herradura malo y empinado. Habí­a fallecido algún vecino y subí­ con la cruz parroquial a cuestas junto con el entonces párroco de la ciudad, Don Pedro Menoyo. Todaví­a se aprecia en la aldea al arranque de aquel camino. El hecho es que, una vez rezado un responso, descendimos con el difunto hasta la puerta de Getxa donde esperaban los vecinos. Por aquello me dio un duro ¡¡¡Vaya fortuna!!!

Otro recuerdo hace referencia a mi padre y un grupo de vecinos que, subiendo los domingos y de forma gratuita, arreglaron la ermita en los años sesenta del siglo veinte. Una sencilla inscripción hace referencia a todos ellos. Algunas fotos de esta operación creo haberlas visto en mi casa. Subí­an los materiales necesarios en un burro y allí­ estaban la mañana completa.

Tras estas elucubraciones, y el susto correspondiente de los perros, desciendo por la carretera. Contemplo la parte opuesta del valle: Aloria, Artómaña… Junto a estos núcleos rurales concentrados algunos caserí­os dispersos como Montaleón, San Pelayo… También el «minigolf» y la aún impresionante «sima» ¡Una buena y calurosa mañana!

2 Comentarios

  1. Juan Carlos Arbieto

    Mas que una respuesta es una consulta si podrí­an hacerme llegar algo sobre la Historia de las Torres de Arbieto el cual se mencionó en este artí­culo.
    Atentamente,

    Juan Arbieto.

  2. Juan Carlos Arbieto

    Favor de hacerme llegar sobre la historia de las torres de arbieto y sy supieran algo del origen de eset apellido.
    Saludos,

    Juan carlos Arbieto

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